Esencia

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Ranma ½ no me pertenece.

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Fantasy Fiction Estudios

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Esencia

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Se sopló las manos juntas y después las frotó para entrar en calor. La tarde ya se había apagado y la penumbra comenzaba a extenderse por las calles de Nerima, solitarias a esa hora. Hacía rato que Kasumi la había llamado para cenar, pero Akane hizo oídos sordos. Se había plantado en la puerta del dojo a las cuatro y media en punto y no hubo nada que la moviera, porque estaba esperando que Ranma, su prometido, volviera de China, aunque no sabía si llegaría esa noche, mañana o dentro de una semana.

Él se había ido en un viaje de entrenamiento como cualquier otro, como los que había repetido toda la vida, desde pequeño, incluso desde antes de conocerla a ella. Akane sabía que Ranma era fuerte, hábil y estaba preparado; no iba a pasarle nada. Y, sin embargo...

Algo había hecho que Akane estuviera plantada en la puerta desde las cuatro y media, como un presentimiento. Necesitaba estar allí, para que ella fuera lo primero que Ranma viera al dar vuelta la esquina, como si supiera que eso era lo que él necesitaba.

Se frotó las manos otra vez y las metió en los bolsillos de su chaqueta, intentando controlar los nervios. Una llovizna suave y fría le mojó las puntas del corto cabello y se le asentó en los hombros y en el tejido de lana de la bufanda. Akane se movió, alzando el rostro hacia las copas de los árboles, de las que se desprendían las últimas y marchitas hojas de otoño. Suspiró y las volutas de su aliento, densas y húmedas, se mezclaron con la garúa.

De pronto, un aire algo más cálido le acarició las mejillas y una brisa pasó rozando sus labios. Akane giró el rostro, como si hubiera sentido su presencia antes de verlo. A lo lejos, una figura más oscura que la penumbra del atardecer caminó lentamente en su dirección. La lluvia se espesó y las luces de las farolas se encendieron una a una en ese instante, como si señalaran el camino que llevaba desde aquella figura hasta Akane.

Ranma notó su presencia en el mismo momento y se detuvo debajo de uno de los haces de luz amarillenta, con los pies indecisos y los ojos llenos de miedo. Akane echó a correr para alcanzarlo. La mochila de viaje se veía más enorme y pesada en sus hombros, el cuerpo parecía más menudo, con un aire extrañamente femenino; el cabello, trenzado, mojado y expuesto a la luz, parecía casi rojizo.

Pero los ojos eran los mismos, exactamente del mismo distintivo azul. Akane le echó los brazos al cuello y estrechó ese cuerpo ahora distinto, más bajo y menudo que el suyo, aunque igual de fuerte y tibio.

—No... ¡no me toques! —dijo él, apartándose. Su voz sonaba aguda y femenina, pero hablaba con la misma determinación que Akane conocía—. ¿No ves que soy... un fenómeno?

—Eres Ranma Saotome, mi prometido —dijo Akane mirándolo a los ojos, con las mejillas sonrosadas de frío, o de vergüenza.

Él dejó caer los hombros. La pequeña figura femenina pareció encogerse todavía más. Bajó los ojos y habló con voz apagada.

—Es una maldición —explicó—, fue en un lugar terrible llamado Jusenkyo. Caí en una de las pozas encantadas y ahora soy... Ahora soy esto. Cuando me moja el agua fría me convierto en una chica, ¿no es estúpido? Solía encantarme la lluvia, pero ahora...

—Ranma, yo...

—He vuelto para decirte... —Tomó aire abriendo mucho la boca— ¡que el compromiso está roto! Me iré de viaje y no volveré, Akane.

—Entonces iré contigo —dijo ella igual de firme.

—¿Qué estás diciendo?

Los ojos azules la miraron como si estuviera loca.

—El compromiso fue un arreglo entre nuestros padres, no puedes romperlo —dijo Akane con firmeza—. ¡Y yo no quiero romperlo!

Ranma buscó sus ojos y Akane no apartó la vista.

—Ahora soy una chica —dijo él con la voz en un hilo.

—¿Y qué?

—¿Y qué? —murmuró él lentamente, sin entender.

Akane lo tocó con un dedo en el centro del pecho.

—Eres Ranma Saotome, ¿cierto? Mi prometido —repitió.

Volvió a abrazarlo y estrecharlo con fuerza.

—Bienvenido a casa, Ranma —le dijo en un susurro contra el pelo.

Él tembló entre sus brazos, conteniendo las lágrimas, que eran muy poco varoniles, y se dejó abrazar y consolar bajo la lluvia fría del otoño.

—Estoy en casa —susurró a modo de saludo.

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FIN

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Nota de autora: Hoy Noham me dio la palabra «brisa». Ya sé que esta historia no tiene nada que ver con la palabra, pero en cuanto me la dijo me imaginé la escena de Akane delante de la puerta en un atardecer frío y lluvioso. La primera idea era de Ranma caminando hacia ella siendo hombre y Akane corriendo hacia él para darle la bienvenida, dando a entender que Ranma había viajado a China a curarse de la maldición.

Pero después pensé en cambiar la situación y me gustó más esta idea de Ranma y Akane siendo prometidos, pero él obteniendo la maldición en una etapa mucho más tardía de su relación. A mí por lo menos me pareció interesante.

Gracias a todos los que leen todos los días, y gracias a todos los que se toman un tiempo para comentar: Gatopicaro, Arianne (ya escribí una historia así, se llama Todo el olvido está lleno de memoria y está publicada en esta misma página :D), Juany, Psicggg, Lelek, Rowen, Diluanma, Bealtr, Azariel y Noham.

Nos leemos.

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