Habemos algunas personas, que por más que nos esforcemos, simplemente no podemos evitar incomodar a las personas a nuestro al rededor
Podemos estar viendo nuestros teléfonos, caminando por la calle con las manos en los bolsillos o simplemente tenemos la vista perdida en la nada
Pero nuestro rostro al parecer no le gusta cooperar.
Pareciera como si siempre estuviéramos en medio de la discusión mas importante de nuestras vidas, porque tenemos una cara de que mataremos al primero que se atreva a hablarnos
no intencionalmente claro, pero la gente no entiende eso
suelo estar con los brazos cruzados mientras uso mis auriculares que normalmente están apagados, solo para que las personas no me hablen ni me pregunten si estoy bien.
O eso solía hacer cuando tenia dieciséis años.
Ya van treinta años desde entonces...
"señor Sorní" -voltee a ver a la vampiresa que me hablaba- "¿o debería llamarlo por su primer apellido?"
le di una calada a mi cigarrillo antes de devolver mi vista al paisaje nocturno que estaba disfrutando tan pacíficamente hasta hace unos segundos
"¿o prefiere...Eliot?" -solté el humo antes de dirigirle una mala mirada a la mujer
"disculpa" -comencé a caminar pasando de ella- "de repente no me gusta la brisa de la arena"
"¿en serio me quiere rechazar señor Sorní?"
"¡Vaya! con que al fin descifraste la indirecta" -le di una ultima calada antes de arrojar la colilla al suelo y aplastarla con mi zapato
"por favor señor Sorní, ¿es por ese chico?" -frene mis pasos
"¿que chico?"
"ya sabe, el peliteñido de negro" -dijo con una risilla burlesca
Sonreí, él me había estado reventando las pelotas diciendo que teníamos que volver con Timothée al punto que me estaba enloqueciendo en el camino
así que cuando no estaban viendo, cambie el tinte temporal que Aegan tomó y puse uno permanente, claro que no fui el único en pensar una venganza
no se en que momento la pequeña sabandija cambio el contenido de las cajas de nuestro tinte gris por los tintes rosa, al solo cambiar el contenido, no nos dimos cuenta hasta ya muy tarde
cuando llegamos con Namir en la casa/santuario de su familia, tuvimos que corretearlo intentando quitarle el teléfono con el que no dejaba de tomarnos fotos y vídeos
solo hasta mas tarde ese mismo día los roles se invirtieron, yo grabe a Aegan huyendo de la pequeña bola de pelo negro que le gritaba fúrico, no puedo evitar sonreír al recordar lo histérico que se puso cuando no se pudo lavar el tinte
ni se inmuto con la noticia de que su padre finalmente había sucumbido a su enfermedad del corazón y murió.
Aunque no lo podía culpar por su indiferencia ante la noticia, su padre era más una figura de terror y esclavitud para él que una paterna.
"¿como es que se llamaba ese tipo?" -dijo en su mismo tono pedante
me gire a ella con una sonrisa en el rostro antes de sujetarle del cuello y estampar su cabeza contra la columna más cercana a nosotros
"su nombre es Mirco" -me sujeto los antebrazos con fuerza
"¡ya entendí! ¡perdóneme! ¡lo siento!"
"¿que pasó con tu sonrisa?" -sentía como la sangre me estaba hirviendo por dentro
sus ojos se comenzaron a inundar con lagrimas y su expresión cambio a una completamente de terror, el cuerpo le comenzó a temblar a la vez que sacaba todos sus recuerdos dolorosos ante sus ojos

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INFERNO (En Edición)
Novela JuvenilEn un oscuro rincón del mundo humano, Timothée y Aidan se encuentran atrapados en una red de deseo prohibido. Ajeno al caos que desatarán, su amor mutuo se convertirá en un desafío audaz a las normas y jerarquías establecidas. Ambos personajes, cuy...