capítulo 28 INVOCACIÓN

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(+++)

DYLAN LEVINÉ

Nos estremecimos al ver de quién se trataba, me sentí vulnerable por unos segundos cuando sentí su olor, su furia incontrolable y, su dolor.

—A un lado, Anna. —la madre de Mady había empujado sutilmente a la rubia y pasó el umbral de la puerta, dirigió su mirada a la sala y en el momento que sus ojos se encontraron con los míos, ella dio sus enormes zancadas feroces hasta llegar a mi, me mostró su ceño fruncido demostrando un claro odio, elevó su mano y con una gran fuerza golpeó mi rostro, mi mejilla enrojecida ardía por el golpe. —¡¿Dónde está mi hija?! —soltó sobresaltada entretanto posaba sus ojos en la anciana regente.

—Debes tranquilizarte, Mery. —la bruja soltó una voz suave y sonrió.

—¡¿Cómo voy a tranquilizarme si mi hija no está a mi lado?! —colocó sus manos sobre su cabeza en una clara señal de desespero —Luck me informó que Madison iba camino a tu casa, muchacho. Tú tienes que saber donde se encuentra —se acercó nuevamente a mi, la preocupación en sus ojos era notoria, el desespero con el que se comunicaba era aún más fuerte —. Dime donde esta Madison, ahora —exigió —¡Ahora! —volvió a exigir una vez más en tono más fuerte, Ryan se posicionó a mi lado, ladeó su cabeza y le sonrió.

—Señora, debe calmarse o yo mismo tendré que hacerla calmar. —mi hermano colocó su mano sobre el hombro de la madre de Mady, ella dirigió lentamente su mirada hacia la mano de Ryan, suspiró y sonrió para luego decir:

—¿Te atreverías? —le sonrió y no entendía el por qué hasta que quitó con gran fuerza la mano de Ryan y lo empujó, logrando que mi hermano golpeé su espalda contra la pared, haciendo que los cuadros que yacían allí caigan al suelo.

«¿Qué había ocurrido? ¿Cómo ella pudo tirar unos cuantos metros a mi hermano?». Pensé para luego fijar la vista en ella, Mery me miró por encima de su hombro, muy cansada y volvió a repetir la misma pregunta, ella necesitaba saber donde se encontraba su hija, tenía la misma necesidad que nosotros; dirigió nuevamente la mirada a Rayan quien rápidamente se levantó del suelo para arremeter contra ella, me coloqué delante de él, impidiendo que cometa una locura. Mery, la madre de Madison solo se limitó a sonreír entre tanto alzaba una de sus cejas.

—No me hagan perder el tiempo, se quienes son, sé con exactitud la clase de criatura que estoy enfrentando; tienen que entender que aquí, aunque se crean poderosos, hay niveles y ustedes estan muy por debajo de mi. No tengan duda que podría terminar con ustedes sin acabar exhausta o herida de alguna forma. —contraatacó, la cazadora nos estaba mostrando algo del poder que vivía en ella, no queríamos hacerle daño ni tampoco salir heridos; vi con exactitud como con un simple empujoncito derribó a mi hermano, a Ryan, el más fuerte de los dos. Sin embargo, había sido casi una derrota para él; que nadie, jamás había hecho.

Mi hermano tenía en claro de que no debía hacerle daño, también lo sabía yo. Si la atacabamos a ella también lo haríamos con Mady, teníamos que proteger a su madre y me di cuenta de ello en el instante que la regente bufó, con preocupación.

—Debes marcharte, Mery —la anciana dijo con voz apacible, se acomodó en el sofá, dejó su taza de té posada en la mesa ratona que se encontraba frente a ella; se levantó con cuidado y caminó lentamente hacia la madre de Mady —. No debes estar aquí, lo sabes —murmuró —. Las paredes oyen, Mery. No es seguro para ti estar en este lugar a esta instancia.

—No me iré hasta tener a mi hija conmigo. Ustedes deben saber donde se encuentra, por favor tienen que decirme —soltó un débil sollozo —. Anna, pequeña —tomó las manos de Anna entretanto puso los ojos en mi —. ¡Si sabes donde se encuentra ella debes decirme, soy su madre. Necesito saber que mi niña esta bien! —volvió la mirada hacia Anna y elevó tanto la voz que la rubia pegó un pequeño salto.

ENTRE DAGAS Y COLMILLOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora