MADISON FORBES
Sonó el timbre de salida y logró quitarme del trance que por unos segundos tuve. Sin embargo, no oía el ruidoso sonido habitual de los alumnos a mi alrededor; era como si estuviera aturdida por alguna razón. Tenía la peculiar necesidad de observarlo con más detenimiento, había algo de él que me era extrañamente familiar.
Él hizo chasquear sus dedos frente a mis ojos.
—Vuelve. —sonrió.
Que vergonzoso. Quedé atónita ante su accionar.
—Discúlpame. —me levanté de prisa del pupitre, tomé mi mochila morada; coloqué una de las tiras vagamente sobre mi hombro y salí del aula. No me había percatado de que me seguían hasta que una voz me hizo voltear.
—¿Qué diablos fue eso, Madison? —inquirió Anna, sorprendida. Por un momento olvidé que compartimos clase de Filosofía juntas. No había nada para decir, no podía responderle porque, a decir verdad, no sabía lo que me había ocurrido.
Al salir del aula nos dirigimos hacia la cafetería del instituto, compramos un par de alimentos y fuimos hacia nuestra mesa habitual, esa que daba una hermosa vista hacia el patio central. Solté mi mochila en el suelo mientras Anna colocaba la suya delicadamente detrás de su silla. La miré por unos segundos, confundida por lo que había sucedido.
—Ni yo se que pasó, no comiences a echarme tus típicas miraditas —le exigí mientras la señalaba con el dedo y índice. Di un resoplido lleno de vergüenza —. No supe que decir. —confesé y solté un largo suspiro.
—Lo sé, quedaste como una tonta —se burló Vanessa entretanto se acomodaba en una de las sillas al lado de Anna —. Tranquila, pronto lo olvidará. —dijo, para luego dar un mordisco a su manzana.
—Ya no hablen, me ponen más nerviosa. —las regañé.
—Como para no estarlo, está guapísimo. —recalcó Anna luego de darle un sorbo a su batido.
—Tampoco es para tanto —suspiré y solté una risa relajada.
Vanessa no me quitaba la mirada de encima así que tuve que dejar mi batido a medio camino de mi boca para preguntar que le sucedía.
—¿Qué tengo que me miras de esa manera? —me quejé, realmente detestaba cuando Vanessa fijaba sus ojos de esa manera en mí.
—No lo puedo creer —dijo, sorprendida —, Madison Forbes paralizada ante el habla de un chico común —largó una carcajada.
—No seas así, tampoco es para tanto. —repetí, poniendo mis ojos en blanco.
Finalizamos la conversación en el momento que Luck venía hacia nosotras, caminando por el amplio pasillo del instituto, con esa alegría que lo caracterizaba tanto, sin preocupaciones en su mente—más que aprobar todo el año—. Las enormes ventanas se reflejaban en sus lentes como agua cristalina, las cuales impedían que logre ver sus ojos hasta que estuviese a una distancia prudente para hacerlo. Y sin decir una palabra, el pelirrojo nos hizo ademán como para dirigirnos a la salida.
Caminamos los cuatro hacia el final del pasillo donde nos encontramos con el patio delantero del instituto, pasamos varios grupos de adolecentes—los cuales no dejaban de saludarnos—hasta llegar al estacionamiento.
En los pasillos, en el patio y hasta en el estacionamiento solo podía oír un nombre resonar por doquier: Dylan. Era lo único que se mencionaba en el Instituto, el maravilloso y misterioso chico nuevo.
—Es absurdo, ni siquiera es tan fabuloso… —Luck sonrió falsamente mientras observaba hacia el otro lado del estacionamiento —. Me alegro que no hayas caído como las otras, solo míralas… parecen hienas famélicas. Una vez más venciste al patrón.
—¿Patrón? ¿Cuál Patrón?
—Ese patrón, Anna —Luck señaló con la mirada hacia el grupo de jóvenes que rodeaban a Dylan —El habitual revoloteo de los alumnos del instituto ante una persona nueva.
—¿En verdad crees que Madison no cayó? —inquirió Anna y soltó un bufido de risa —Cayó completita…
—La hubieras visto, Luck. Quedó boquiabierta como pez fuera del agua. —fruncí el ceño ante ese comentario.
—No es gracioso, Vanessa. ¿Lo único que saben hacer es burlarse? —espeté, cansada.
—No dejaremos de hacerlo hasta que pierdas el miedo a hablarle. —dijo Anna, cruzándose de brazos. Estaba retándome y sabía como me ponían los retos.
—¿Miedo? ¿quién tiene miedo? —solté una risa —Soy Madison Forbes, yo no le temo a nada, ni siquiera hablar con ese chico. —aseguré mientras desechaba el vaso de mi batido en el cesto de basura.
—Aprovecha que lo tienes justo en frente. —señaló Vanessa, sonriendo.
Tenía razón, ahí estaba él, apoyado en una pared particularmente descuidada con cientos de grafitis que la adornaban, ahí se encontraba… con su pelo ligeramente despeinado y sin preocupaciones. Mi instinto me gritaba que algo no estaba bien en él, que solo significaba una cosa: «Peligro», un reto, y por más que me encantaran los retos, ese parecía algo diferente, algo con lo que no estaba acostumbrada a lidiar; sabía con exactitud que no era como los chicos manipulables del pueblo, ese chico era diferente.
Me dispuse a ir por él, debía enfrentar el absurdo miedo, necesitaba poder hablarle. Sin embargo, en el momento que di un paso, una mano sujetó mi brazo llevándome hacia él.
—No vayas. —me insistió Luck.
—Déjala. —el coro de voces llegó a mis oídos. Anna y Vanessa miraban ceñudas a Luck.
—No temas, hermanito menor —sonreí y moví su cabello —. No podrá intimidarme.
—Ya te dije que no me digas así —afirmó, enojado. —, Él no necesita que vayas a hablarle. Lo único que logras con eso es inflarle el ego, ¿No vez todas esas chicas que lo rodean? Deja el ofrecimiento para el grupo de porristas de segundo año.
DYLAN LEVINÉ
«Dylan…».
«¿Dylan? ».
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ENTRE DAGAS Y COLMILLOS
Vampiros[COMPLETA]✔ ¿Alguna vez has sentido el terror? Esa sensación de miedo muy intensa... Madison si, y en verdad le hará extrañar a la Madison Forbes de antes, la que se preocupaba solamente por pasar el año con buenas calificaciones; creyendo que lo s...