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— A este paso llegaremos tarde, te dije que tomemos un taxi— se quejó la rubia.

— Será solo un minuto— pidió tratando de tranquilizar su respiración.

— Lu, ¿Te sientes mal?. ¿No será mejor ir al médico?

— No, Chanti estoy bien. Solo dame unos minutos. Está panza me deja demasiado agotada.

Chantal o Chanti cómo la llamaba de cariño, era la mejor amiga de Lucero. Amiga que hasta ahora tampoco sabía nada de la enfermedad del corazón que tenía y estaba enfrentando su amiga.

Aunque sospechaba que algo le pasaba, la había notado demasiado rara estos últimos meses, sabía que podría deberse al embarazo pero algo en su corazón le decía que era algo más.

— Pelona— la llamo.

— Estoy bien, Chanti no te preocupes. Mejor sigamos, que ya falta poco para llegar— interrumpió antes de que su amiga comenzará con el interrogatorio.

Sacando fuerzas de dónde pudo, y con la respiración más estable se puso de pie para ir a la tienda donde encargarían los bocadillos para el baby shower.

Cuando terminaron de ver todos los preparativos, Chantal acompaño a Lucero hasta su casa, pues se quedaría con ella para ayudarla el día de la fiesta que sería el sábado por la tarde.

La rubia tenía la gran necesidad de hablar seriamente con ella, realmente estaba preocupada. Pero, prefirió que lo haría en otro momento, ni quería agobiarla y ponerla de mal humor un par de días antes de la fiesta.










                              (...)








Era sábado por la mañana, la luz del sol que se colaba por la ventana rozaba el rostro de Manuel.

Basto un par de minutos, para que se despertará, gracias a la luz del sol.

Se estiró tratando de ser silencioso, froto sus ojos y dirigió la mirada hacia su bella esposa que aún dormía.

Se acomodo mejor, apoyando su cabeza en uno de sus brazos.

Lucero se veía tan hermosa como siempre, su rostro transmitía mucha paz, sabía que anoche no pudo dormir casi nada, la bebé se encontraba muy inquieta, sumándole el dolor de espalda que le causa el embarazo.

Su bebé, lentamente dirigió la mirada a la ahora panza de casi nueve meses. Faltaba muy poco para tenerla en sus brazos. Con mucho cuidado llevo su mano hacia la panza, acariciando con tanta delicadeza para no despertar a Lucero.

Se quedó así unos minutos más, para luego levantarse e ir a preparar el desayuno para su mujer. O más bien, pedirle un poco de ayuda a Mary la señora que les ayudaba en la casa, para preparar algo, ya que el no sabía mucho de cocina pero se defendía.

Unos 35 minutos aproximadamente después se encontraba subiendo a la habitación a llevarle el desayuno a su esposa. En el camino de topo con Chanti que salía del cuarto de visita.

—Buen día Chanti, ¿Dormiste bien?

—Buen día, Manuel. Sí, ustedes? — preguntó refiriéndose a su amiga y él.

— Más o menos— se pasó una mano por la cabeza mientras ella lo miraba atenta— Lu tuvo algunos malestares por la madrugada, la bebé estaba muy inquieta, aún duerme— explicó

Eso alarmó un poco a la rubia, pues ella la había notado mal desde hace días, pero ayer más de lo normal.

— El desayuno está listo, puedes bajar a la cocina y que Mary te sirva. Yo bajo en un rato— Continuó Manuel.

Por Si Acaso VolvierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora