Extra Halloween.

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¿Dulce o muerte...?

Asher

Acomodo de mejor manera el reloj lujoso en mi muñeca derecha, tomo los anillos de oro decorando mi mano libre, observándome así en el espejo.

Antes de seguir arreglándome para la cita que tengo programada para el día de hoy, giro la cabeza para observar el adorable y tierno rostro de mi futura esposa; de mi pequeña. Esperaba que continuara descansando pero para mi sorpresa está despierta, alerta y con un toque de picardía.

Justo como me gustaba.

—Creí que aun dormías, pequeña.

Retira las sabanas que envolvían su cuerpo, salió de ellas mostrándose libre y al natural, aclarando que no llevaba ropa interior. Anoche quizás... nos habíamos divertido un poco y esa diversión había durado hasta el amanecer por eso me sorprendía que no estuviera descansando.

No era ninguna mentira que desde que había salido del hospital y me estaba recuperando, a ella le gustaba hacerlo todo el tiempo ¿Y quién era yo para privarme y a ella, de la delicia de estar fundiéndonos en el otro?

Me di la vuelta para seguir detallando mi belleza, observándome en el espejo. Sentí unos pequeños y delicados brazos rodearme la cintura, su frágil rostro asomándose a un costado de mi cuerpo.

—No tengo sueño, amargado.

Esa simple frase bastó para quedar frente a ella aunque no tanto porque era muy pequeñita y le doblaba la altura.

En su presencia no lograba controlarme y sé que lo hacía a propósito para que no saliera de la bendita habitación. La tome por los muslos, cargándola y provocando que envolviera sus piernas en mi cintura.

— ¿Pretendes hacerlo de nuevo? —pregunté recorriendo con mis grandes manos, su trasero. No respondió, en respuesta mordió mi labio inferior con fuerza. Reí porque para ella ahora resultaba insuficiente el sexo y quería más.

— ¿Vas a complacerme? —inquirió desabotonando mi saco negro.

Por más que quería hacerlo, no podía, debía salir y era muy importante.

Alejé su pequeña mano de mí, protesto frunciendo el ceño.

—Cariño, tengo que salir —respondí.

Claro que no le convenció y menos que era un sábado por la mañana pero de alguna manera debía salir de la habitación para poder llegar a mi destino aun así a ella no le gustara.

Apretó sus labios.

—Así que... ¿Salir es más importante que atender a tu futura esposa? De acuerdo, Asher —negó con la cabeza un tanto molesta— Sal, vete entonces.

Reprimí la sonrisa que amenazaba por escapárseme de los labios.

—Ah, búrlate —respondió de manera hostil cuando me mordí el labio para no reírme.

Iba a seguir protestando pero tome con ambas manos su rostro y la besé para que se callara.

Me resultaba divertido la manera en que sus estados de humor variaban en atribución por el embarazo y es que me encantaba verla así. Sus mejillas sonrojadas, sus ojos un tanto llorosos, su vientre un tanto abultado y lo que más adoraba era que si antes era muy pequeñita, ahora lo era el doble y regordete.

—Hablas mucho, pequeña. —No planeaba tardarme porque me estaban esperando pero me importaba muy poco que se adelantara, ahora atendería a mi novia.

Mi bendito desastre [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora