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El pelirrojo esperaba su orden en aquella cafetería que había visitado hace una semana. Honestamente, el frappé fue delicioso y el empleado que le atendió era muy hermoso a la vista.

Sí, le había llamado la atención aquel alto castaño de ojos marrones y cubierto de vendas hasta el cuello. ¿Por qué? Quién sabe. Sólo le pareció demasiado lindo.

Ahora se encontraba sentado en una mesa apartada, aguardando a que le llamasen. Mientras tanto, observaba al joven de hebras castañas trabajar ensimismado y hábilmente. Sólo conocía su apellido gracias al gafete que portaba en el pecho: Dazai.

Un lindo nombre que repetía una y otra vez en su mente, deseando poder pronunciarlo alguna vez en voz alta...

Testigo fue de que el culpable de que estuviera soñando despierto esbozaba una encantadora sonrisa al recibir un pedido. ¿Por qué sonreía? ¿Acaso el nombre del dueño de esa orden era alguien importante para él? Aquellas dudas se disiparon cuando el ojimarrón buscó a alguien entre los clientes. Sus miradas chocaron, Dazai ensanchó su sonrisa y Chūya sólo fue capaz de tragar saliva, sonrojándose al mismo tiempo que una ladina sonrisa se dibujaba en sus labios.

Luego de aquel momento que duró un par de segundos ambos fijaron sus ojos en otras partes, uno para continuar su trabajo y otro para seguir imaginando cómo podría iniciar una conversación sin morir de vergüenza.

Por fin su frappé de coco fresa estuvo listo y el más alto musitó el nombre del pelirrojo separando cada sílaba con un agradable tono cantarín:

"Chuu-ya Na-ka-ha-ra."Mostró una enorme y blanca sonrisa poniendo junto a su pedido un papelito doblado para que no viera lo que tenía escrito.

El ojiazul se acercó con elegancia a coger su café puesto en la barra, arqueando una ceja y dirigiendo sus iris al contrario, como preguntando si la hoja blanca era para él, recibiendo un ligero asentimiento indicando que lo tomara.

Con su frappé en la diestra y el papel en la zurda abrió la boca para hablar.

"Muchas gracias, hasta luego." Se despidió otorgándole una sonrisa que pretendía ser coqueta y a su vez engreída.

"¡Vuelva pronto!" Exclamó viéndole partir aún con una mirada y sonrisa de idiota enamorado. Tenía un fuerte "crush" con aquel hombre.

Una vez fuera, Nakahara leyó aquel pedazo de papel que le había entregado Dazai, obviamente lo había escrito él. Notó que tenía una delicada y bella caligrafía cursiva.

"Si quieres llámame y podemos quedar un día, guapo. ;)

7349018325."

Casi se ahogó con la bebida.

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