Capítulo tres: Malhumorado.

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La siguiente vez que Aemond despertó, fue capaz de mantener una conversación estable. Seguía convencido de que moriría.

—¿Qué te hace creer que deliras?

—Te estoy viendo a ti.

—Si me ves claramente solo significa que tu salud mejora.

—Mi salud empeora cada vez que entras por esa puerta.

—Te puedo asegurar que no soy un producto de tu imaginación.

El príncipe lo miró en silencio, y luego una sonrisita sardonica curvó sus labios. Luke se dio cuenta de que la cicatriz que cruzaba su ojo cerrado colisionaba ligeramente con el hoyuelo que se le formaba al sonreír. Que partía su ceja a la mitad, y que era de un sutil tono rosáceo.

—Ciertamente —Aemond coincidió—. Nunca se me habría ocurrido imaginarme a un Strong vendando mis heridas.

—¿Quién es un Strong?

Aemond lo miró, la burla en su rostro se tornó desdén, y el desdén malhumor. Explicar una broma le quitaba la gracia. Luke no entendía el carácter desagradable del príncipe, seguramente se debía al dolor.

—Tú.

—Creía que era Lucerys.

—Lo eres.

—Te equivocas, el apellido del príncipe Lucerys es Velaryon —Luke explicó, escondiendo una sonrisa al escuchar el bufido exasperado de su inquilino.

—Eres un fastidio.

—No es mi culpa que te equivoques en cosas tan básicas —dijo.

Aemond entrecerró su ojo bueno y después apartó la mirada.

—El príncipe Lucerys tiene una línea de sangre dudosa. Todo el mundo que es un. . . —se detuvo en seco, y Luke se cuestionó si fue por no decir otra palabra despectiva, o porque aparentemente hablaba sobre él en tercera persona. Al final rodó su ojo bueno y lo señaló—. Solo mírate, tu cabello tiene demasiado pigmento y ondas y estás perturbadoramente despeinado, eres bajo, aún cuando pareces haber crecido un poco, tu piel está quemada por tus aventuras con los pescadores y encima tienes los ojos castaños, nada más alejado al pulcro lila de los Targaryen. Careces de gracia, ni siquiera eres bueno con la espada.

—Para ser alguien que me tiene tan poca estima, pareces bastante interesado en mi apariencia física. Y manejo bien la espada.

Aemond emitió un sonidito que Luke solo pudo traducir como indignado.

—Te arrancaré la lengua por tu descaro.

—Puedes intentarlo —Luke sonaba tranquilo—. Un movimiento brusco solo te provocará dolor, y soy bastante rápido.

—¿Te crees capaz de escapar de mí simplemente corriendo? Ya te maté una vez, me recuperaré y lo haré de nuevo.

Aemond no recibió respuesta, Luke estaba más interesado en sacar algunos alimentos de su bolso. Arroz, sopa fría y pollo cocido con algunas verduras. Se los dejó junto a una cuchara de palo y él mordisqueó una manzana.

—¿Esto es todo?

—Si tomo más mis padres podrían sospechar.

Aemond frunció los labios; Luke fue empático. El tipo pasó de disfrutar banquetes a vivir de sobras frías.

—Dime al menos que eres consciente de que no son tus verdaderos padres —Aemond lo apuntó con la cuchara antes de llevarla a su boca. Él hizo una mueca.

—No lo son, pero siempre quisieron un hijo, les gusta que los llame así.

Con un chasquido enojado Aemond comió en silencio, masticando cada bocado sin apartar la mirada del plato.

Memorias [Lucemond] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora