Pelearon varias veces más antes de llegar a un pseudo consenso. Aemond le guardaba un rencor difícil de olvidar, y Luke no lograba imitarlo porque todo lo que conocía de ese sujeto era a una persona que debió cargar demasiado, por demasiado tiempo y desde una edad demasiado corta.
Y que era particularmente irritable.
Aunque todos tenían un límite y marcó el suyo el día en que Aemond creyó conveniente intentar ahorcarlo.
Aemond no volvió a intentarlo, de hecho no volvió a tratar de generarle algún daño físico. Luke no comentó sus pesadillas.
Aemond estaba inquieto. Se quejaba constantemente sobre que sus músculos se atrofiarían por estar tanto tiempo recostado. También sobre la mala comida y que se pondría gordo por tanto pan.
—Estás muerto, ¿cómo es que perderás masa muscular?
—¿No deberías estar con tu cuarto padre pescando?
Luke blanqueó los ojos.
—Si es tu alma la que estoy torturando, quizás sí debas intentar ejercitarla un poco —sugirió—. Podría ayudarte a ablandarla un poco.
—Vete a la mierda.
Luke escondió la sombra de una sonrisa.
Aemond no tuvo demasiada paciencia y pronto estaba haciendo un doloroso esfuerzo por sentarse derecho. Todo habría quedado ahí si no fuese porque además de eso poco a poco se ladeó en la cama, sacando sus pies descalzos hasta apoyarlos en la madera helada. No se perdió la expresión tensa en su rostro.
—Te harás daño —observó Luke.
—Cállate.
Rodó los ojos y se dedicó a observarlo. Aemond se movía con una lentitud preocupante y su mandíbula estaba apretada para no dejar ver su dolor.
Luke extendió una mano, Aemond la observó y lo ignoró.
—No necesito tu ayuda.
—No te coseré de nuevo las heridas si se te abre, morirás desangrado.
Aemond le lanzó una mirada letal, probablemente queriendo discutir la parte de "morir" porque el sujeto seguía aferrado a la idea de que ya lo estaba. ¿Cómo era eso posible? Luke no tenía idea.
Luke siguió con la mirada la lenta manera de Aemond de ponerse de pie. También recayó en que cada segundo que se enderezaba un poco más, se volvía más alto.
Aemond alcanzó toda su altura sosteniendo su propio vientre herido, y Luke se descubrió alzando el mentón porque el tipo era grande. Grande y amplio. Y lo miraba hacia abajo como si se tratase de un insecto. No tan hacia abajo, para su propia satisfacción, Aemond no era mucho más alto, solo algunos centímetros. Luke le llegaba a la nariz.
Un ojo lila lo miró, y un brillo siniestro se impregnó en él, especialmente después de esbozar una sonrisa diabólica.
Bueno, el tipo de pie sí se veía algo tenebroso. O sea, más que de costumbre. Era tenebroso, oscuro y extraño.
—Mírate —Aemond comentó, inclinando la cabeza—. No creciste un ápice.
—Sigo en crecimiento —corrigió—. Es probable que sea más alto que tú.
—Puedes soñar.
Aemond dio un nuevo vistazo a la cabaña. Con él de pie, se sentía incluso más pequeña de lo que ya era.
—Encuentra un lugar mejor —Aemond exigió, dando un paso tentativo, enclenque y debilitado.
Sus cejas se alzaron ante la repentina orden.
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Memorias [Lucemond]
FanfictionLuke es un pescador. No sabe bien cómo ni cuándo ya que su memoria es una carta en blanco desde que se despertó un día a la orilla del mar, entre dolores agónico y gritos destrozados. Tiene dieciséis, un par de padres adoptivos que lo quieren y una...