Capítulo cinco: Alto Valyrio.

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Cuando ya iban tres semanas cuidando del príncipe Aemond, dos de sus amigos casi lo descubrieron.

Estaban buscándolo, aparentemente preocupados por sus constantes desapariciones. Gritaban "Luke" y "Principito", ganándose la atención de Luke, y, por consecuencia, de Aemond, quien no pudo esconder un brillo curioso —o desconfiado—. Luke debió dejar todo y salir corriendo al encuentro del pequeño grupo, y cuando volvió una expresión perseguida aún se hacía presente en sus rasgos.

Aemond habló, su tono era acusador cuando Luke tomó asiento junto al camastro. Ya era su lugar habitual.

—Te dicen príncipe, saben quién eres.

—No soy nadie, me apodan así por mi acento.

—No es un acento, solo es tu lengua acostumbrada a hablar alto valyrio como segundo idioma —el tono de Aemond solo servía para hacerlo ver como un idiota.

Luke se sentía como un idiota. Aunque él idiota fuese Aemond.

—No sé alto valyrio, es un idioma de jinetes, y yo no tengo un dragón.

—Lo tenías —dijo, y por primera vez su tono fue algo más que simplemente desagradable. Aemond no lo miró cuando habló.

Luke se descubrió extrañando a un animal que no conocía. De pronto el dolor en su pecho se tornó feroz y salvaje, y arremetió contra él de una forma bravía. Le dolió.

—¿Cómo se llamaba? —preguntó en su lugar.

—Arrax.

—¿Cómo era?

Aemond chasqueó la lengua.

—Recuérdalo tú solo, no soy tu maldita enciclopedia.

Una furia insostenible se instaló en la boca de su estómago. Ardió y le sacó un chasquido. Luke tuvo que inspirar y botar el aire antes de mascullar.

—Eres increíblemente desagradable.

Entonces Aemond hizo algo que provocó un revoltijo en su estómago y desvió su atención de aquellas palabras: habló en una lengua distinta.

Su voz sonaba más grave, amenazante, emitía una cascada de palabras sin enredarse ni titubear. Luke apreció la manera en que el tono pasaba de un inglés parejo y uniforme, a un alto valyrio increíblemente imponente. Era algo tosco, casi gruñón, justo como él. Solo cuando dejó de sorprenderse con su voz, se dio cuenta de que él entendía lo que Aemond estaba hablando. Su ceño se frunció ligeramente.

—¿Me estás insultando en alto Valyrio?

La comisura de sus labios se extendieron en una sonrisa burlona.

—Es mi forma de apreciar tu horrible cabello —junto a ese comentario estiró una mano. Aemond no pareció notar lo que hacía hasta que visualizó las cejas alzadas de Luke frente a él. Sus dedos se paralizaron, pero ya estaban enredados en las hebras castañas.

Luke no pudo esconder una sonrisita que podría considerarse ligeramente sardónica.

—Estoy sorprendido, mi príncipe, su fijación con mi físico se parece más a un interés positivo que un disgusto.

Aemond se paralizó.

—¿Qué insinúas?

Luke se alzó de hombros.

—¿Seguro que buscabas matar a Lucerys Velaryon por tu irracional odio, o solo fue la manera más sencilla de deshacerte de cualquier pensamiento invasivo? No serías el primero.

Las falanges del príncipe se cerraron en un agarre tenso, tirando de los mechones que sostenía hasta obligarlo a apoyar una rodilla sobre el camastro y ganándose un sonido de alegato. Luke hizo el ademán por alejarse, pero cuando Aemond no lo soltó cambió la táctica y sostuvo su muñeca, buscando alejar la mano de su cabello. Eso tampoco funcionó.

Memorias [Lucemond] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora