ocho

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Cuando Chan le llamó avisándole acerca de su entrevista para el día siguiente no pudo evitar la corriente energética de optimismo que le recorrió la espalda, saltó sobre su lugar apenas terminó de procesar lo que le habían dicho y fue entonces que reparó en la taza rota en el piso. Minho lo juzgaba con la mirada mientras masticaba sus tiras de espagueti, sin mover un sólo músculo ante el trasto roto.

El teléfono inalámbrico había sido habilitado para él porque el alfa decidió que debía tener la manera de conectarse con él, era lo idóneo a pesar de que vivieran a unos pocos metros. Para cualquier emergencia prefirió habilitar su línea, misma que era más bien utilizada para el cotilleo de los omegas.

—Muchas gracias Chan, te debo una muy grande.— apretó el teléfono entre sus dedos mordiendo su índice para contener su alegría.—Estaré puntual mañana a las seis, lo prometo.— el alfa con el que compartía la última comida del día había desbordado su atención a él.—Entendido, gracias Chan–hyung.

Sentía que finalmente empezaba a tomar las riendas de su vida y podía controlarla, empezaba a sentirse de nuevo en el juego.

—¿Y bien?— Minho lo miraba desde su lugar esperando una respuesta.

—Oh...— rió nerviosamente.—¡Buenas noticias! Chan me consiguió una entrevista de trabajo.

—¿En dónde?

—La cafetería Kim ¿La conoces? Pero es algo relacionado con la cocina. ¡Menos mal! Es lo que más se me da.— se alegró alejándose hacia la alacena de la cocina donde guardaba sus utensilios de limpieza. Regresó con escoba y recogedor en mano para hacerse cargo del trasto roto, completamente ignorante de los pensamientos que atormentaban la cabeza del alfa.

¿Era siempre así de confiado con las personas? Minho estaba pasmado porque el omega simplemente sonreía esperanzado como si ya hubiera obtenido el puesto, ni siquiera sabía a dónde se dirigía ni para quién trabajaría. Chan simplemente lo había llamado y así de fácil Changbin entregaba su confianza. No es que le importara mucho lo que hiciera con su vida, pero si lo pensaba dos veces, tal vez sí. Al fin de cuentas era el que cargaba a su hijo.

Su casi futuro hijo.

Otra ola de pensamientos se rompe al chocar contra un peñasco e inunda su cabeza de reflexiones acerca del menor que tenía frente a él, hablando sobre algo de lo que no había puesto atención a la par que recogía restos de cerámica.

—¿Minho?— antes de darse cuenta Changbin ya estaba sentado en su lugar frente a él, sacudiendo sus manos frente a su rostro.—¿Estabas escuchándome?— pregunta sonriente, casi burlesco.

—Perdón...— carraspeó el alfa salido de su ensoñación.—Estaba distraído pero ¿Me decías?

—Dijo Chan que no puede llevarme mañana hasta la cafetería, por algo de su hermano y que estaba loco, la verdad es que no entendí.— admitió con confusión.—Pero ¿Crees que podrías llevarme? Me da pena pedirte este favor, es sólo que no quisiera llegar tarde a una cita y–

—Te llevaré.— no tengo problema, quiso añadir, pero todavía no tenía bien manejado el arte de la amabilidad. Lo interrumpió con un movimiento de mano que pareció un poco brusco pero lo ignoró.—¿A qué hora?

—La seis de la tarde. Y gracias...— los platos ya estaban vacíos en ambas partes y era hora para que se retirara a su casa.—Por todo, en realidad. No sé cómo podré pagártelo pero lo haré, tenlo por seguro.— prometió el omega, Minho únicamente asintió sin decir nada.

—Creo que tengo que irme ya.— se levantó de su lugar y arrastró su silla hacia atrás, antes de que pudiera levantar sus trastos sucios Changbin le indicó que dejara las cosas como estaban.—Adiós.— la incomodidad entre ellos era indestructible, especialmente a la hora de saludarse o despedirse, por lo que esa noche no fue la excepción.

Kerosene [MinBin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora