dieciocho

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Después del primer anudamiento no hubo vuelta atrás para la pareja. Había pasado media semana en la que se habían dedicado a atender las necesidades del alfa en la cama, la sala o la ducha. Prácticamente toda la casa era una zona de guerra en la que batían sus cuerpos y descargaban pasión o amor, dependiendo de cuáles fueran sus estados de ánimo.

Dos días antes de lo previsto, Minho ya empezaba a sentir que no necesitaba a Changbin a su lado todo el tiempo como los dos primeros días en los que estuvo tan receloso que no lo dejó siquiera salir de la habitación y lo atendió ahí mismo. De cualquier manera, habían tenido mucho tiempo libre para encontrar posiciones que no pusieran en riesgo a su bebé.

Los muslos del omega estaban completamente marcados con chupetones y mordidas, al igual que sus brazos y su cuello. Se veía en el espejo y parecía que una légion de arañas lo había atacado, pero de todas maneras él portaba orgulloso los tonos violetas de su piel.

Hyunjin, Chan y Felix estuvieron turnándose para llamar tres veces al día durante, precisamente, tres días. Casualmente, siempre que entraba la llamada Minho estaba enterrado en Changbin, muy egoísta como para tan siquiera querer contestar, o bien estaban dormidos.

—Creo que van a matarnos si seguimos sin responder.— advirtió un día en la mañana el omega mientras tomaba su té.

—¡Já! Eso sería bueno. Van a matarme a mí.— aclaró sacudiendo la cabeza.

—Chan podría intervenir por tí para hacerlos entrar en razón...

—Sí, solo no le cuentes todas las veces que me has tenido dentro y deberíamos estar bien con su ayuda.

—¡Minho!— se avergonzó Changbin dejando caer su cabeza entre sus brazos. El alfa rió y sirvió la merienda sobre la isla en la que tomaban sus comidas.

—Tengo que ir más al rato por víveres. Puedes quedarte a descansar y si necesitas algo agrégalo a la lista.— le ordenó señalando detrás de él hacia el refrigerador que tenía la lista pegada a la puerta. Changbin puchereó y frunció el ceño.

—Pero yo quiero ir contigo.— reprochó con las mejillas llenas de comida.—Ya me aburrí de estar metido en casa todo el tiempo además.

—Pues más vale que te acostumbres porque cuando estés en cuarentena vas a estar aquí mucho tiempo.— le advirtió Minho pasándole una servilleta.

—¿Cuarentena? ¿De qué cuarentena hablas?

—Después del parto, obvio.— le respondió casi incrédulo de que no lo supiera.—Cuando los omegas dan a luz tienen que estar en reposo unos cuarenta días, veinte al menos, para que puedan recuperarse del parto. También sirve para que reforcen el lazo con el bebé y puedan acostumbrarse los dos el uno al otro. ¿Cómo es que tienes a nuestro hijo dentro y no lo sabías?

—No sé. Yo simplemente pensaba pujar para que saliera. Hasta hace unos dos meses era un gusano y ahora es mi gusanito.— le recordó acariciando su estómago.—¿Y tú cómo sabes eso siquiera?

—...

—¿Minho?— insistió interesado.

—Compré un libro que explica todo sobre la paternidad, quiero creer que estoy preparado para ustedes dos.

—¿¡Qué!? ¿Tú–? ¡Pff! ¡Eres un abuelito!— se rió de él verdaderamente enternecido. Minho rodó los ojos pues era la reacción que había esperado del omega para ser honestos. Changbin se acercó hasta su lugar para abrazarlo mientras lagrimeaba de la risa, a lo que el alfa lo aceptó sobre sus piernas y como venganza empezó a cosquillearlo.—¿Y todos los omegas pasan por eso de la cuarentena? ¿Qué hay de sus empleos por ejemplo?

Kerosene [MinBin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora