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—  Lee Feng, tienes visita.

—  ¿Quién es?

— Yo.

Yibo entró de golpe a la oficina del hombre, empujó con tanta fuerza a su secretario que casi lo tira al suelo, el señor Lee Feng alarmado ante la visita inesperada de su hijo, se levantó de su silla para enfrentarse a él solo con frías miradas. Era tan parecido a él que le daba orgullo, tenía sus ojos, la misma mirada aterradora que dedicaba cuando era joven, mencionando que se su postura era la misma, parecía como sacado de una impresora. Su misma imagen con 25 años menos, le hizo tanta ilusión tenerlo por fin frente a frente, que sacó su mejor botella de vino para ofrecerle un trago.

— ¿Qué es lo que quieres para que dejes de intimidarnos?

Preguntó sin rodeos. Lee Feng se echó a reír sin ninguna pizca de hipocresía, solo estaba siendo el mismo frente a su hijo, quería darle su mejor imagen pero no sabía como hacerlo, Yibo era su único enlace de sangre, ese muchacho era su primogénito, su hijo mayor, ahora que estaba viejo, quería tener una relación más íntima con él, fue tan estúpido hace años atrás, no debió perder ese contacto, era cierto que no estaba enamorado de su madre, nunca sintió nada importante por ella, ya que su preferencia sexual era otra muy diferente, en ese entonces era un chico joven, de la misma edad que poseía Yibo en estos momentos, inexperto, inmaduro, cobarde, temeroso de lo que su padre pudiese hacerle si descubría que era una aberración por proferir a un hombre antes que a una mujer, pero acostarse con Hana fue lo mejor que pasó en su vida. Ya que de esa absurda relación, nació su hijo. 

— Tuve que hacer muchas cosas para tenerte ahora aquí. 

— Habla de una vez, ¿Qué es lo que deseas? 

Lee Feng río a carcajadas, toda aquella risa hipócrita liberada desde sus entrañas, su mayor orgullo estaba presentándose en persona ante él, fue genial descubrir que no solo en aspecto se parecían, sino que poseía aquel crudo carácter que en ocasiones solía odiar, su padre lo golpeaba, despreciaba porque era cruel, y su hijo, su propia sangre era igual, sería capaz de proteger lo suyo con garras y dientes si era preciso, hasta ahora estaba tan lleno de orgullo que no se dio cuenta de que Yibo tenía una mano sobre la funda de su arma, claramente lo buscó para acabar de una vez con él, pero no lo haría, lo que estaba a punto de contarle cambiaría todo en un giro inesperado. 

— Toma asiento.

— No pienso hacerlo. — Vociferó furioso golpeando la cabecera de la silla frente a él. — Mandaste un matón a mi casa, a intimidarme, maltrató a mi novio, que está embarazado. ¡Habla de una maldita vez! ¿Qué carajo quieres?

— ¿Embarazado?

De todas las ofensas que Yibo había disparado contra él, lo único que hizo más atención fue a que el novio de su hijo estaba embarazado, por supuesto que ese fue el tema más importante, sería abuelo, y casi lo echa todo a perder por su estupidez. Tenía la oportunidad de ser un padre normal, encontrarse con su hijo, pero no, debía sacar el matón que llevaba dentro para pretender asustarlo y obligarlo a presentarse junto a él, todo tenía que resolverlo de esa manera tan vanal, Yibo tampoco estaba obligado a quererlo como un padre mucho menos a aceptarlo como uno. ¿Entonces porque hacía aquello? Era más simple contarle la verdad sin lastimar a sus seres queridos. 

— Y-yo, no sabía que tenias un novio, mucho menos que estaba embarazado. Solo quería verte.

— Tú tienes tu territorio, Yang y yo nos ocupamos del Sur de China, ¿Qué quieres? ¿Nuestro territorio? Si quieres acaparar todo, te lo sedo. No quiero que mi hijo crezca sin la presencia de su padre, te lo entrego todo, pero déjanos en paz.

Yibo se sintió liberado, hace tiempo que había pensado en abandonar ese negocio desde que Zhan gobernó todos sus pensamientos, ahora que sería padre era más fácil aún dejarlo todo atrás, al fin de cuentas tenía una empresa limpia, legal, con ella iba a mantener a su familia, se encargaría de que nada les faltara a sus seres queridos. No tenía nada de malo, exportar alimentos a otras partes de Asia. De echo era un trabajo bastante digno, daría alimentos a quienes lo necesitaran, así cuando su hijo fuera mayor. Pudiese obtener ese negocio como herencia y se sentiría muy orgulloso de él. Pero eso no era todo, en cuanto Yibo puso un pie en la salida, Lee Feng lo detuvo de la forma más cruel, confesando el motivo de su intimidación todo este tiempo. 

— Soy tu padre biológico. 

Yibo no giró la cabeza completamente, se quedó inmóvil en aquella puerta con la mano sobre el picaporte, una fuerza mayor le impedía moverse. Se sentía tan estafado en ese momento. Que tomó todo aquello como una broma.

— ¿Te burlas de mí? Te he dicho que te sedo todo nuestro territorio. 

— Te estoy diciendo la verdad. Soy tu padre biológico, si no me crees busca a tu madre, ella es la única que puede aclarar todo esto.

Wang no respondió, abrió la puerta con fuerza retirándose de la forma más bestial que pudo. Lanzó la puerta tras su espalda provocando un terrible estruendo. 

— El señor Lee Feng dice la verdad, eres su hijo.

Yibo se detuvo una vez más frente al elevador. Estuvo a nada de presionar el botón pero prefirió no hacerlo.

— Es sólo verte, eres su viva imagen cuando era joven. Me sorprendió tanto verte frente a frente, tu padre era exactamente igual que tú. 

Aun permanecía de espaldas a la persona que le hablaba, escuchó como el sonido de una billetera abriéndose. Y así fue, el hombre desconocido se acercó a él, ni siquiera lo rozó, simplemente le mostró la foto del señor Lee Feng cuando tenía unos 25 años, Yibo sintió como su corazón se detenía, agarró la billetera con fuerza para mirar con detenimiento aquel retrato que ya tenía un color amarillento por el paso de los años. Era realmente él pero en otra época. Wang casi cae al sueño sorprendido, pero el hombre a su lado logró sostenerlo en sus brazos. 

— ¿Cómo puede ser?

— Regresa. Solo deja que el te explique.

— No quiero verlo.

— Él es tu padre Yibo, Lee Feng se vio en la necesidad de juntarse con tu madre hace años, es cierto que la utilizó por su conveniencia, pero no le quedó más remedio que abandonarla.

— No sé de qué me hablas. Mi padre se llamaba Wang Jungwon, Lee Feng no es mi padre. 

Renegaba, era poco creíble. Y no estaba entendiendo nada.

— Lee Feng renegó de tu existencia porque estaba enamorado de otro hombre.

Yibo lo miró a los ojos por fin. Más atrás estaba Lee Feng con las manos dentro de sus bolsillos. 

— Escucha, si no quieres saber de Lee Feng lo entiendo, pero puedes escucharme solo a mí. 

— ¿Usted quien es?

Quiso saber a punto de perder la cabeza con todas esas absurdas cosas que escuchaba. 

— Su esposo. 





𝑻𝒖𝒓𝒃𝒖𝒍𝒆𝒏𝒄𝒆 [𝒀𝒊𝒛𝒉𝒂𝒏] 𝑴𝒑𝒓𝒆𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora