31

1.1K 172 9
                                    

Yibo era muy diferente a su delicado e inocente Zhan, pero también lo opuesto a su padre, tal vez no sería un buen ejemplo para muchos en un futuro, pero de algo estaba convencido, no sería un mal padre, jamás dejaría a un hijo abandonado, todas las razones del mundo que fueron contadas por el esposo del señor Lee Feng, ninguna terminaba de convencerlo, sus padres ahora mismos podrían ganarse el premio a peores padres del mundo en primer lugar cada uno, uno que nunca tomó responsabilidad y otra omnisciente completamente, como si no existiera, por ese mismo tema tan difícil, Wang no hablaba de su familia con nadie, a penas con el pobre Zhan que siempre quedaba a la espertativa de su sombra. 

Zhan había comenzado a empacar la poca ropa que se había llevado para aquel repentino viaje a Louyang, cada pareja se iría por su cuenta, ya que Yibo le había prometido visitar a su madre y por fin se lo cumpliría. Por eso, su próxima parada sería la casa de su niñez, en donde creció, dio sus primeros pasos, dijo sus primeras palabras, todos aquellos lindos recuerdos junto a sus seres amados que de a poco volvían a sus memoria, cuando el coche se detuvo ante la pequeña casa pesquera, Wang fue el primero en bajarse, Zhan parecía un pequeño niño desesperado por correr a los brazos de su madre luego de llegar del colegio, la señora Xiao que esperaba en las afueras se encontraba incluso más nerviosa aún, hace mucho tiempo que no veía a su pequeño hijo, así que en cuanto este salió corriendo a sus brazos rompieron en un llanto cargado de miles de emociones, entonces, aquella escena hizo un clic en la cabeza del castaño, sería el mejor marido para Zhan y sin dudas, el mejor padre del mundo. 

—  ¡Hijito, te extrañé tanto!

Exclamó la mujer aún sosteniendolo entre sus brazos, Zhan se apegó un poco, sintiéndo el dulce aroma a vainilla que su madre siempre solía llevar, los padres de Xiao crearon un negocio juntos cuando él era muy pequeño, el cual estaba bastante relacionado con los dulces, en ocasiones, Zhan solía llegar del colegio e inflarse a pasteles, por eso terminaba siendo la burla de medio pueblo porque parecía un balón de fútbol, tenía dificultades para caminar debido a su sobrepeso, pero cuando comenzó a crecer, se fue convirtiendo en un adolescente guapo y bastante deseado entre los chicos del pueblo, a los que ni miraba, sus estándares siempre fueron elevados. 

— Yo también mamá. 

Cuando por fin se separaron, se dirigió a Yibo, una vez a su lado lo tomó de la mano. 

— Hola, señora Xiao.

Saludó Yibo un poco nervioso. 

— Mamá, él es Wang Yibo, mi novio, el padre de mi bebé. 

Dijo con mucho orgullo tocando su pancita que podía notarse un poco pero no lo suficiente ya que solo habían pasado dos meses.

— Bienvenido a casa hijo, vamos a entrar.

Anunció la señora caminando antes que ellos. Abrió la puerta de su casa y aquel aroma de pasteles golpeó la nariz de ambos chicos. 

— ¿Es pastel de chocolate?

Preguntó Zhan.

— Tú favorito. 

— ¿Mamá dónde está el señor Lee?

El pelinegro se percató de que su padrastro no estaba por toda la casa, extraño para él ya que todas las mañanas cuando su madre comenzaba hacer los pasteles, él ya estaba sentado en la mesa ayudándola a separar los ingredientes. 

— Ha ido a la tienda a comprar más harina, con tantos pedidos me he gastado la del mes.

— ¿Tantos pedidos tienes? No digo que tus pasteles no sean los mejores del mundo, pero en esta zona pesquera donde la gente es puro pescado.

Yibo dejó a Zhan hablando con su madre en la cocina mientras que él caminaba por la pequeña sala, aquel hogar tan acogedor estaba lleno de fotos colgadas por toda la pared, se echó a reír débilmente cuando vio a su regordete novio con las mejillas llenas de chocolate, habían tantas de él que lo llenaban de ternura, su rostro cambió de seriedad, eso que llamaban hogar, que nunca había tenido, le estaba faltando factura, pensó en la posibilidad de acercarse a su padre biológico, pasar los años que le quedaban junto a él, pero por otro lado estaba tan lleno de rencor, sus pensamientos fueron borrados cuando sintió las cálidas manos de su novio tocar su espalda. 

— ¿Estás bien, amor?

— Estaba pensando, tienes una familia hermosa. 

— Sí, pero nuestra familia también será hermosa y muy numerosa. 

— ¿Ah sí?

Indagó un Yibo risueño volteando y quedando frente a frente. 

— Quiero darte muchos pero muchos hijos, entonces seremos muy felices, en nuestra casa del campo con un perro.

Yibo no pudo aguantar las ganas de volver a reír. El dulce Zhan hacía honores al negocio de sus padres, su idea de una familia perfecta era lo que más anhelaba Yibo, y estaba dispuesto a dárselo. 

— Te llenaré de hijos entonces. 

— Pues sí. 

Sostuvo su rostro entre sus manos para luego besarlo con todo ese amor que siempre tenía para él. 

— ZhanZhan.

Zhan pegó un ligero brinco cuando escuchó la voz del señor Lee, tal vez los había sorprendido besándose, pero no tenía nada que ocultar, fue hasta él y lo abrazó. 

— ¿Cuanto tiempo señor Lee? Mire, este es mi novio, Wang Yibo.

Ambos hombres estrecharon sus manos en un armonioso saludo que luego fue interrumpido por la señora Xiao que llamaba a la mesa. Ya estaba listo el pastel de chocolate, Zhan tenía esa extraña manía de comerlo aún tibio cuando el chocolate a penas se desbordaba de lo caliente que podía estar, si delicioso sería frío pues también un poco caliente. 

— ¿Y cuando se casarán?

La pregunta de la señora Xiao hizo que ambos chicos se adoraran con el pedazo de pastel.

— Mamá, pensamos en una boda, pero aun no tenemos fecha, solo llevamos saliendo mínimo 4 meses.

— Sí, pero te ha rellenado como un pavo.

El señor Lee y sus bromas que no perdían mérito. 

— Pienso casarme con Zhan, en cuanto regresemos a Seúl crearé las condiciones para una pequeña boda.

— ¿En serio?

Preguntó Zhan completamente desencajado, pero para bien.

— ¿A qué vamos a esperar? ¿A qué nuestro pavito nazca?

Bromeó Yibo siguiendo el chiste del señor Lee, todos se echaron a reír ante su sentido del humor tan hobial. 

— Entonces nos casamos.

Zhan se abrazó con fuerza al brazo de Yibo, sus ojos brillaban, su felicidad no podía ser mayor, si aquello era un sueño, sería mejor que no despertara jamás. 

𝑻𝒖𝒓𝒃𝒖𝒍𝒆𝒏𝒄𝒆 [𝒀𝒊𝒛𝒉𝒂𝒏] 𝑴𝒑𝒓𝒆𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora