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Xiao Zhan. 

Me duele la cabeza de tanto pensar, por más que intente dejar de hacerlo no lo consigue, a veces siento que vivo todo el tiempo perdido en algún lugar, pero aún sigo sin encontrarme, este vacío que siento me consume poco a poco, pienso en mis bebés, en sus bienestares y que debo estar mentalmente bien por ellos, también por mi claro, pero más por ellos, son lo único hermoso que tengo de mi amor, si los termino perdiendo a todos no me quedaría nada, terminaría cayendo a ese abismo negro en donde creo que estoy a punto de resbalar y caer.

Ya pasó un mes, sí, un mes, Yibo sigue sin despertar, tampoco hay señales de que mejore, cada vez se le hace más difícil respirar por sus propios medios y tengo miedo, más bien terror, me aterra que sus pulmones dejen de funcionar así como todos sus órganos vitales, el doctor sigue diciendo que debo tener paciencia, que va a despertar y que solo es cuestión del maldito tiempo que sigue pasando sin dejarme respuestas, no puedo rendirme, él no lo haría jamás, lo amo tanto que seguir luchando por él me mantiene vivo, evito recurrir a la locura, llega el momento en que ya no puedo más. 

Mi madre se mudó a Taiwan para ayudarme, pero yo vivo en el hospital, literalmente me mudé a su habitación, no tengo la intención de despegarme de su lado ni un segundo, puede despertar en cualquier momento y quiero que sostenga mi mano cuando lo haga, que lo primero que vean sus ojos sea a mí, nuestros amigos me obligan a ir a casa, quieren que me alimente, que descanse, en mi estado no debería llevar esta vida, ¿Pero como dejar al hombre que amo? Son tantas las cosas que me obligan a realizar aún sabiendo que no puedo salirme de su lado. Nuestros pequeños y yo queremos estar junto a él todos los días hasta que por fin mejore.

—  Entonces, hoy tampoco piensas irte a casa.

Me sobresaltó las palabras del doctor de cabecera de Yibo, ese chico se comportaba como un verdadero médico, en ocasiones lo cuidaba cuando yo necesitaba dormir para recomponer fuerzas, se había convertido en un apoyo incondicional, más que todo eso, un buen amigo. También. Estaba el doctor Lee, su esposo y mi ginecólogo, a cada rato me regañaba por lo mal que me estaba comportando, dice que no estoy cuidando de mi estado, pero creo que aun siguen sin comprender del todo lo que me ata a Yibo. 

— No estoy cansado.

Respondí con desgano. 

— No se trata de estar cansado Zhan, tienes 8 meses, ya no puedes soportar tanto peso, tienes que descansar, esos bebés pueden nacer en cualquier momento. 

— Estoy cansado si, pero de tener que escuchar este tema todos los días, eres un hombre enamorado Jung, es mi pareja el que yace postrado en esa maldita cama, pero pudo a ver sido Lee.

Lo sentí enojarse, fue ese bufido incómodo que me demostró que mi ejemplo lo había molestado, y como no, desde que estoy en esto, no me canso de decirle a todos que si sus parejas estuviesen en lugar de Yibo me entenderían, pero no es cierto, al final no pueden comprender del todo ese dolor por el que estoy pasando por más que se pongan en mi lugar, como está siendo muy cruel de mi parte obligarles a pensar en una posibilidad de esas cuando por mi parte no quiero estar en este lugar, es doloroso ver como el amor de tu vida comience a deteriorarse porque no despierta en días, semanas o meses o peor aún, tener ese vacío enorme clavado en tu pecho una vez que lo oierdes, y no, ya no quiero pensar en eso de nuevo. 

Duele, lastima. Ya no puedo más. Esta pesadilla debe acabar pronto. 

— Seguiré pendiente a Yibo, ahora debo atender a otros pacientes. 

Lo escuché frío. Distante. 

— Lo siento Jung, no quise decir eso, estoy desesperado, por favor, perdóname. 

— Zhan, te entiendo perfectamente, he visto pasar a tantas personas por la misma situación en la que hoy te encuentras. Y es cierto que muchos no logran sobrevivir, para que te mentiría; pero no es el caso de Yibo; va a despertar; su condición al llegar aquí no fue nada buena; por eso aún no despierta está demorando en recuperarse; si; demora; pero lo hará. Ahora por favor. Ve a descansar. 

Sin decir nada más se marchó cerrando con suavidad la puerta al salir. Él tenía mucha razón en todo, sobre todo cuando me repetía que debía tener fe, mucha paciencia y sobre todo descansar, tantos días sin pegar ojo no me estaban haciendo bien. Besé la frente de Yibo antes de salir de la habitación, se iría una corta despedida, nos veríamos una vez de que yo estuviese descansado, con las ideas claras, agarré mi bolsa y salí, en el pasillo lateral a su habitación hay una máquina de dulces, siempre me apetecía uno cuando terminaba el día hecho un manojo de nervios, esta vez contaba con la necesidad de querer comer más de la cuenta, mi cuerpo y mis hijos estaban pidiendo azúcar. En cuanto me incliné para poner el billete en la ranura un fuerte dolor se alojó bajo mi vientre, intenté mantener la calma y respirar muchas veces, pero otro dolor aún más fuerte que el anterior me atacó, sentí todo mi pantalón mojarse, por un instante sentí vergüenza creyendo que me había hecho pis, pero era agua, simplemente agua, y otra vez, otro dolor.

— ¡Señor Xiao! ¿Está bien?

La enfermera que se ocupaba de Yibo, corrió hasta a mí y me sostuvo por la espalda.  Puso su mano en mi vientre con cautela hasta que ella también lo sintió, yo ya no podía ni hablar. 

— Señor, acaba de entrar en trabajo de pacto. Debo llamar al doctor Lee, por favor soporte un poco más. 

Tragué con dificultades. Mis bebés estaban a punto de nacer. Ahora, no estaba preparado, no lo estaba, como era posible que esto estuviese sucediendo ahora. Solté un fuerte grito cuando otro dolor atacó nuevamente mi vientre, iba a morir, dolía, dolía mucho. 

𝑻𝒖𝒓𝒃𝒖𝒍𝒆𝒏𝒄𝒆 [𝒀𝒊𝒛𝒉𝒂𝒏] 𝑴𝒑𝒓𝒆𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora