Risas en la obscuridad

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Tamaki respiró agitado, apretando a su novio a su pecho con tanta fuerza como le era permitido.

—Le di en un punto poco crítico, no morirá pero deben cubrir su herida, rápido —Indicó, relajándose al ver que todos parecían estar conscientes ahora. Tenían que llamar a una ambulancia, a su Sensei.

—Lo vendaré —Murmuró Shinsou, caminando con el dolor intenso de su tobillo ahora existiendo. En verdad lo había roto y lo había forzado demasiado.

—Yo cubriré al nerd y tu cubre tu tobillo, te rasgarás más si lo sigues forzando —Katsuki habló, recibiendo un poco de las vendas del pelimorado quien procedia a sentarse, respirando de manera irregular mientras su cabeza dejaba de dar vueltas.

El cenizo no perdió el tiempo, inclinándose hasta estar en el pecho del peliverde, comenzando a envolver la venda con fuerza, arrancando tela de la misma camisa del chico para poder apretar y evitar que la sangre saliera.

—... Mierda —Shoto llegó al lado de Katsuki aún de pie y tras verlo controlar la situación fue con Shinsou, creando un poco de hielo para desinflamar y adormecer mejor la zona— Se ve mal, pero seguro que Recovery podrá ayudarte —Murmuró, envolviendo las vendas en el tobillo, solo recibiendo algunas quejas de parte de su amigo.

—Llamaré a Fat gum —Tamaki empezó a buscar su celular, optando por buscar en Mirio el teléfono contrario tras no tener el suyo. Bueno, ahi estaba el suyo. Tal vez lo había tirado en algún momento de la batalla y Mirio había aprovechado.

—Aún no encontramos a Yuudai, tenemos que buscarlo..—Susurró el bicolor, escuchándo de fondo la voz de Tamaki quien trataba de comunicarse

—... esa bastarda loca lo tiene, tenemos que ir a buscarlo, estaba inconsciente la última vez que lo vi—

—Esperemos a que llegue alguien para subir a los heridos y.. —Unas risas se escucharon resonar desde el fondo del pasillo superior. Las cabezas de todos se alzaron, dichas risas se movían por todo el pasillo, subían de tono, bajaban. Como si hicieran eco y golpearan en todas direcciones

—¡¿Yuudai?! —Gritó Katsuki, dudoso de que fuera su hijo. La risa sonaba muy femenina pero junto a ella podía percibir una risa infantil, reconocería la de su hijo aún con aquel eco fantasmagórico que portaba.

—No es él —Murmuró Shinsou, observando a Shoto ya de pie, prearado para lo que pudiera pasar. Las risas se intensificaron, haciendo a Tamaki encogerse en su lugar presa del terror, abrazando a Mirio con fuerza, sosteniéndolo a su pecho.

—Papi.. —La voz de Yuudai llegó a sus oídos al tiempo que toda la casa se silenciaba.

Ambos padres giraron la cabeza con rapidez, no esperaban sentir su voz tan repentina y tan cerca. Su hijo venía del sótano tallando sus ojos como si acabara de salir de un letargo, su rostro estaba oculto por ambas manitas hechas puño.

—Yuudai.. —Shoto fue el primero en reaccionar, aliviado de porfin ver a su pequeño. Estaba ahí, casi como si nada. Había estado tan preocupado, necesitaba saber que estaba bien, sostenerlo firme contra su cuerpo para sentir que lo estaba recuperando

Estiró sus brazos hacia él, impulsado a caminar para acortar la distancia que había entre ellos. El pequeño avanzó a su padre aún distraído, solo guiado por el sonido de su voz, sin lograr percibir todo alrededor. Caminó sigiloso, estirando su mano para tomar la de su padre, dos pasos, tres pasos.

Katsuki se puso frente a Shoto, interponiéndose entre ambos. Miró fijamente a su pequeño. El niño no abría los ojos, parecía aún bastante ido, cansado, casi mudo o...

—Yuudai —Llamó con voz dura, como cuando lo regañaba por alguna travesura, no tendiendo su mano por temor a que esa cosa fuera la que controlaba a su hijo, era su última arma, sabía que si se apoderaba de Yuu, Katsuki y Shoto estarían destruídos. El pequeño cambió la dirección de su mano, estirándose hacia arriba pero bajando más la cabeza.

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