Compromisos

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Esos preciosos ojos cafés azulados se encontraron con la mirada de Aemond sobre él, ambos se sintieron tensos al sentir como sus miradas se encontraban, entre odio y tentación sobre saber que estaba pensando el otro, con mucho cuidado logran apartar la miradas.  Después de tantos años de guerra por fin lograban volver a verse sin tener que luchar, sin la pronta necesidad de matarse entre si, aunque nunca lo habían logrado, siempre se quedaban al filo de la espada sobre el cuello del otro, pero no se mataban porque se deseaban, hasta el grado de que en una ocasión, el mayor pensó en secuestrarlo y huir lejos de toda esa tonta pelea, y ahora por fin lograba estar en la misma habitación que él.

Todos los jóvenes estaban  atentos a lo que decían los adultos sobre el destino de las familias, Aegon quedaría preso dentro de la Fortaleza Roja, siendo el borracho que era, no sería difícil, ahora simplemente tendrían que traerle las putas a su habitación en lugar de que él duera a buscarlas. Mientras que Helaena tenía ciertas ventajas debido a su naturaleza de Dragón soñador, siempre sus predicciones habían sido acertadas y a la nueva reina le interesaba cuidar de alguien así para beneficio del reino. Pero el destino de Aemon destino era incierto. Con su madre muerta y el abuelo Otto encerrado, era posible que lo mandaran al muro por sus crímenes en la guerra, o eso pensaba él.

De pronto se hizo el silencio, y se notaron las miradas pesadas y sorprendidas de todos sobre el tuerto, con su mirada un poco confundida y claramente perdida debido a estar pensando en las posibilidades de su destino, se olvido de poner atención a lo que estaba ocurriendo a su alrededor,  así que la reina se dirige hacia él con determinación.
- Al ser un alfa no podemos desperdiciar tus genes- Lo mira como pidiendo una respuesta - ¿Estás de acuerdo con el compromiso? Siempre puedes elegir ir al muro.
- ¿Disculpa? – preguntó, dudando de a que se referia con compromiso, todos se quedaron en silencio, igual de confundidos, como si pensaran que era estupido, pero realmente no había estado escuchando, pensando que  cualquier cosa es mejor que ir al muro como un bastardo. Daemon sacó su espada y la apuntó hacia él.
- Si no estás escuchando mi querido sobrino, te podría cortar las orejas de una vez para evitarme problemas.
- ¡No! – gritó el pequeño pelinegro – Si me voy a casar con él, prefiero que esté completo.

De verdad no estaba escuchando, la propuesta era casarse con Lucerys, casarse con un omega, con ese omega específicamente, el que huele como pasteles de vainilla. Con ese cabello oscuro de bastardo Strong y con una mirada de perro perdido todo el tiempo, aunque con la guerra, se ha vuelto esbelto con los músculos marcados y una sonrisa socarrona que me gustaría borrar a besos, pero al parecer a él no le agradaba tanto la idea, esas palabras que había mencionado sonaban a desprecio pero las miradas que le dedicaba no parecía como eso, sino de deseo. 

- Acepto el compromiso- dijo con firmeza- cualquier cosa es mejor que terminar en el muro.

Notó como Luke ponía un rostro de tristeza al escuchar sus palabras. Después de todo lo que se habíamos dicho en el pasado, entendía que no le agradara pero no puedo dejar que note que desde sus 14 años, cuando empezó a oler como pasteles recién horneados, lo había atrapado, desde ahí no había podido olvidar ese olor y tampoco su rostro asustado en su primer celo, días antes de que comenzara la guerra, y como tuvo que resistir y controlar a su alfa para no devorarlo en ese instante, pero en ese momento supo que quería quedarse con ese niño que ahora era un hombre forjado por la guerra y el odio hacia mi familia. Ese recuerdo se albergaba en su memoria y se proyectaba cada vez que lo veía, ese recuerdo del olor tan fuerte y presente.


- Bueno entonces está hablado, en dos semanas se realizará la boda- Rhaenyra los miró a los dos como dándoles una advertencia – empiecen el cortejo y si me entero de cualquier cosa, una pelea, un moretón, algún grito entre los dos, cada uno sabe su consecuencia al romper el compromiso.

Ambos afirmaron con la cabeza, y en silencio todos salen de la habitación, y los dejandolos solos, como si esperaran que comenzarán inmediatamente con palabras de amor, pero lo que ocurre, sorprende. Lucerys toma la mano de Aemond  y con esa sonrisa socarrona comienza a liberar sus feromonas asfixiando a su alfa, ese empalagoso olor de omega, son mezclarse con su aroma de leña recién quemada, formaban una extraña combinación, cuando el mayor también buscando el poder de la situación, comienza a soltar también sus feromonas,  solo provocando que me ambos se quiera abalanzar sobre el otro, el mayor deseando cogerselo en el trono de hierro, tomarlo de una vez y ahorrase todo ese espantoso proceso de la boda, iba a tomar la iniciativa de la acción, pero el menor separa sus tiernos labios y le dice.

- Parece como si te costara aceptar el compromiso- suelta – pero yo sé que es lo que más pudiste haber deseado – susurra muy cerca de sus labios.
Se quedó paralizado por el tipo de provocación que estaba haciendo, sujeto su brazo con firmeza y tomo su cadera para acercarla a él, provocando un ligero roce excitante, y lo mira directamente a los ojos, aspirando su dulce aroma.

- Te vas a arrepentir de meterte en este juego- .

Amor de Dragones | Lucemond Donde viven las historias. Descúbrelo ahora