Transiciones

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Los maestres atendían la herida de Aemond con mucha delicadeza, sentían que el príncipe Lucerys podría cortarles la cabeza si hacían sufrir a su marido, mientras el platinado estaba más preocupado por como se sentía su pareja y sentía que de cierta forma todo lo que pasó lo tenia demasiado alterado, veía la furia en sus ojos y como iba creciendo poco a poco, pero no quería hablar con él hasta que los maestres terminaran de curarlo, era un corte profundo en su pierna, pero realmente no le había afectado mucho. Lucerys, comenzó a liberar feromonas para llenar la habitación, mareando ligeramente a Aemond, porque no eran ese olor dulzón a pastel recién horneado, era como si estuviera metido en la masa y en el horno, asfixiante. Los Maestres tardaron unos minutos más en limpiar y suturar la herida, terminaron y rápidamente salieron de la habitación dejando a la pareja en una situación un tanto complicado.

- No puedo creer que esto haya pasado en nuestra boda- gritó Luke – ¿acaso siempre tengo que ser el hermano que le pasan cosas?

- Amor... tienes que estar tranquilo – se acercó a abrazarlo- no pasó realmente nada.

- ¿NADA? Mira tu pierna, mira mi traje, míranos a nosotros, deberíamos de estar cogiendo no viendo como se desangra tu pierna- recorrió la habitación con pasitos apresurados – además te dejaste morder por un desconocido...

Sus ojos se llenaron de lágrimas, Aemond sabía que la había cagado, sabía que de cierta forma no podía negar que lo habían tomado por sorpresa y se había convertido en un blanco fácil al verse preocupado por su pareja, pero sentía que las cosas se estaban saliendo de control, la mordida no había tenido efecto gracias a los 7 pero sabía que Lucerys no lo iba a tomar así.

- No lo hice, no dejaría que alguien me marcara si no fueras tú, tienes que entender que no importa lo que haya pasado hoy, yo te amo y ya estamos casados bajo la mirada de todo el reino – lee dio un pequeño beso en la frente - vamos a darnos un baño.

- Suéltame, estoy enojado contigo.

- ¿Por qué estás enojado? Yo soy el que tiene una herida y al que mordieron violentamente - señaló sus heridas – no me vengas con que estás enojado.

- Tengo derecho a estar enojado porque permitiste que alguien se acercara lo suficiente para morderte y marcarte – gritó – sino nos hubiéramos vinculado ayer ahorita estarías con ese bastardo.

Los ojos de Lucerys se habían oscurecido, y se notaban rojos por el llanto enfurecido que llevaba ya rato saliendo ellos, Aemond notó que esa molestia no sería fácil de calmar, mucho menos explicar o tratar de hacerlo comprender que nada había pasado. Así que optó por no decir nada, no replicar, Luke tenía razón, fue una acción arriesgada, si Maekar fuera un poco más hábil y lo hubiera mordido mejor, no sabía que hubiera pasado, nunca se había presentado la situación de que dos omegas mordieran al mismo alfa, pero le daba a que no tenia un buen desenlace. Así que para solucionar las cosas hizo el movimiento más arriesgado que se lo podría ocurrir en ese momento, jalo al menor, evitando sus manotazos y jaloneos para alejarse de él, hasta una cachetada furiosa. El alfa, empezó a liberar también sus feromonas sofocando el olor dulzón y empalagoso, con el olor de la madera quemada, pero se volvió agrio por el enojo, tomando más la sensación de olor a ceniza.

- Estamos a mano con la cachetada- le dijo sosteniendo sus manos.

- No.

- Si – y lo levantó como costal de arena, llevándolo a su habitación de baño.

Ni siquiera habían podido hablar de como su habitación de casados era una mezcla de la familia Targaryen – Velaryon, con tonalidades rojas por todas partes, pero adornada con temática marina con dragones, hasta tenia un pequeño modelo del barco de Lucerys con un Arrax a su lado, definitivamente eso se lo iban a llevar a Driftmark. Pero el cuarto de baño era excesivamente grande, tenía una bañera enorme. Desvistió a Lucerys con mucho cuidado, notando como se iba desvaneciendo poco a poco el enojo, lo limpió cariñosamente limpiando toda la sangre seca que quedaba, mientras Lucerys limpiaba en donde lo habían mordido como si tratara de quitar esa acción del cuerpo de su pareja, se volvió un proceso tan íntimo que ambos se enajenaron del mundo, se volvieron a vincular con cariño y desesperación por sólo pertenecer al otro. Los olores de ambos se mezclaron, calmado el uno al otro.

Amor de Dragones | Lucemond Donde viven las historias. Descúbrelo ahora