Amor de Dragones | Lucemond

Primeros deseos

    

 Nunca pensó que su sobrino, aquel que se veía tan débil y fácil de asustar, había crecido para volverse aquel que pudiera seducir de tal forma; su olor, sus movimientos y su mirada conformaban una seducción de enfrentamiento. No solo hacia él, sino a cualquiera que pasara por donde estaban. Entendía que podía ser una forma de defenderse y presentarse de cierta forma ante sus enemigos, era una forma fácil de distraer y poder colocar en un estado vulnerable a cualquier alfa que quisiera enfrentarlo.   Siente los latidos de su corazón ansioso, como queriendo más de la situación, tomando una decisión sobre como podían avanzar las cosas,  se aleja bruscamente de él y sostiene la mirada, esperando que el menos haga algo pero solo lo observa entre deseo y enojo. 

- Entiendo que esto también te apetecía ¿verdad, sobrino?- ambos respiran profundo, inhalando los olores que se esparcían por la enorme sala- ¿te apetece continuar la conversación en un espacio más privado?

- Por ahora no, creo que tendremos tiempo para eso después - Lucerys corta de un tajo el tono seductor de su tío- Tendremos un espacio privado cuando nos casemos... en dos semanas.

Aemond no entiende a dónde quiere ir su sobrino, pero comprende que tampoco el menor, siente la necesidad de abalanzarse sobre él y tomarlo antes de casarse, que su unión sea aún más prematura pero eso podría enfurecer a mucha gente. Controla sus impulsos y lo único que logra hacer es colocar un beso en su mejilla y un roce de manos, sencillo pero cargado de sentimientos. Lucerys lo mira sorprendido, como si no esperara un gesto tierno del alfa,   olfatea su mano, esperando que algo del olor de su prometido se quedará en ella, ese olor a madera quemada que tanto le encantaba.

-¿Te gustaría mañana ir a montar? - pregunta el mayor expectante, esperando una respuesta positiva - Te puedo mostrar lo cambiada que está la ciudad. 

-Mañana debo ir con el Maestre, para prepararme para nuestro compromiso, ser un Omega es más difícil que un alfa- chasquea la lengua- a nosotros se nos da el placer más no la fuerza.

Eso último lo dice con cierta tonalidad en su voz que solo puede llevar a Aemond a  tratar de controlar a su alfa más de lo que ya lo ha hecho, por lo tanto el mayor sólo se limita a observar como su sobrino lentamente desaparece detrás de la enorme puerta del salón.

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Toda la tensión del momento había dejado completamente indefenso al Luke, que siempre había mirado su tío desde una distancia apropiada para no sucumbir ante sus deseos y los de su omega, desde que su madre le había mencionado el compromiso había estado ansioso ya que desde los 14 años cuando tuvo su primer celo sabía perfectamente que tanto su cuerpo como su alma le pertenecían aquel hombre que siempre lo había torturado y molestado durante toda su infancia, pero aún así esperaba que esa relación funcionara y con lo que había hecho en ese momento simplemente había confirmado que su tío también sentía esa atracción tóxica hacia él. Siempre habían sido dependientes el uno del otro,  siempre habían estado cerca el uno del otro. 

Se dirigió paso rápido a su habitación, sabías que tenía que estar listo para enfrentarse a ésas dos semanas antes de la boda, ya que cualquier error o insignificante pelea significaba que no se realizaría de la boda. Pero para lograr todo esto se ve preparado por tres años, su madre no pensó mágicamente en comprometerse con su tío si no te durante tres años de puras insistencias, menciones, y pequeños comentarios sobre cómo estaría bien que él se comprometiera con un alfa fuerte que le brindar a esos genes a la familia y además que fueran Targaryen ayudaron a que de cierta forma su madre tomara una decisión en silencio creyendo que fue realmente suya pero en realidad era el Omega de Lucerys hablando por él.