Juramentos

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Lucerys estaba descansando en su cama, terminando de leer unos apuntes sobre las finanzas que se habían negociado ese día, estaba agotado, sus padres lo habían regañado por un rato por lo que había pasado en la entrada. Por ello mejor decidió cenar en su habitación y alejarse de las miradas del castillo.

Pero sintió un leve olor, ligeramente a madera quemada, pero no la de su chimenea sino... era ese olor, el olor de Aemond, lo notaba cerca, de pronto se escuchó como la puerta se abría ligeramente para asomarse su tío, con un rostro de preocupación. Lentamente entro a la habitación, al parecer no se había percatado que su sobrino había notado su entrada. En silencio se acerco hasta la división de la cama, hasta que se encontró con la mirada divertida del pelinegro, carraspeo un poco como pensando que decir.

-¿Cómo estás?- preguntó mientras se sentaba en la contra esquina de la cama - No te encontraba

- No quería que me encontraran...

- ¿Estás seguro? Apesta a pastelillos por todo el pasillo

- ¿Te molesta?- pregunto retador, no estaba de ánimos para que Aemond le reclamara algo.

- Si- le dio un ligero apretón en la mano y luego lo jalo para tomar su mentón y acercarlo lo suficiente a su rostro para que sus alientos se sintieran sobre la piel del otro- no me gusta que los demás puedan oler a mi omega y saborear lo que sería tener ese olor bajo de ellos.

El mayor dijo eso con tanta fuerza, que el interior de Lucerys se convirtió en pudín, nunca pensó que el alfa de su tío fuera tan fuerte y posesivo, y eso lo calentaba demasiado, pero quería ver hasta donde podía llegar esa conversación.

- Aún no estamos casados y al parecer a ti eso no te ha impedido también probar algunos olores antes...- le susurro con tono provocativo- además viste lo que pasó hoy en la plaza, yo me sé cuidar solo y no necesito un alfa.

- ¿A dónde estás llendo Lucerys?

- Solamente estoy recalcando puntos a mi futuro esposo - lentamente bajó su mano hasta encontrar el bulto del mayor, y comenzó a acariciarlo - En estos años... donde no nos hemos visto mucho, yo he aprendido cosas que tal vez puedan sorprenderte tío.

Solo recibió un leve gemido por parte de su tío, y eso lo incitó a mover la mano un poco más, hasta que sintió los labios del alfa sobre los suyos, y lentamente lo iba empujando hacia abajo para acostarlo en la cama, seguía moviendo su mano pero al mismo tiempo estaba buscando la forma de como desatar el pantalón y poder tocarlo directamente, pero Aemond quitó su mano, y la inmovilizó junto con la otra arriba de la cabeza de Lucerys, acercándose lentamente y oliendo cada parte te su torso, llenando sus narinas de ese maravilloso olor.

- Ayer parecías un niño virgen, que nunca se había tocado - deslizo una mano desde su ombligo hasta su cuello, aprentando ligeramente- y hoy pareces una puta descarada.

- ¿Cuál te gusta más? - ronroneo.

- Ninguna, me gustaría que fueras honesto conmigo, no necesitas actuar de una forma, quiero conocer que es lo que te gusta- acarició sus pezones por encima de la delgada ropa de dormir- que es lo que te calienta y provoca que quieras más-

Lucerys no podía ni hablar de los toques que le estaba proporcionando el alfa, sentía que se empezaba a derretir, sabía que si no empezaba también a provocarlo, iba a caer en la manipulación y no quería ser solo él que le recibiera atenciones, así que mientras el mayor se concentraba en quitarle la pijama lentamente, él optó por subir su cadera y comenzar a rozar sus caderas, sintiendo como ambos bultos comenzaban crecer.

Amor de Dragones | Lucemond Donde viven las historias. Descúbrelo ahora