Maekar

863 74 4
                                    


Los dirigentes de las islas no estaban tan convencidos del plan de Maekar, se presentaba como una idea innovadora y de posibilidades maravillosas, pero todos sabían el riesgo que podrían correr al enfrentarse a Lucerys como hijo de la reina y esposo del jinete del dragón más grande de Westeros, les causaba un terror, si antes había sido algo complicado con solo unos cuantos dragones, ahora con todas las posibilidades. Además de que parecía que el bastardo de Daemond quería desesperadamente demostrar que no era un cualquiera y que podía ofrecer los mismos beneficios que sus supuestos medios hermanos.

Todos comenzaron a sospechar, cuando el heredero de Tyrosh y Maekar regresaron de su misión de robar el huevo, se querían casar inmediatamente, saltándose la mayoría de las costumbres y exigiendo que a el extranjero se le dieran beneficios que no se le deberían de otorgar, ni siquiera por ser el prometido de Aelquo, todos creían que con la ayuda de su aliada Alys Rivers, una bastarda de la casa Strong, había hechizado a Aelquo para hacer lo que él quisiera.

Lo que tenía a todos con temor, sospechas y sin ganas de unirse a su absurda causa, y Maekar lo sentía, lo notaba en sus miradas, y rechazos cuando quería si quiera platicar con alguno sobre su trabajo o tierras, y eso lo estaba hundiendo completamente.

Y sin pasar más que unas semanas en territorio extraño, Maekar había empezado a pensar que tal vez había sido un error todo ese asunto, hasta comenzaba a arrepentirse de su horrible decisión de haber intentando marcar a la fuerza a Aemond, tal vez, si hubiera hecho las cosas diferentes, podría haber cambiado la opinión de su padre. Su padre... el maldito Daemond, si tan solo lo hubiera reconocido, y le hubiera dado un dragón y su protección, sería un omega feliz en las tierras de su madre. Pero decidió abandonarlo, todo por seguir a la corona y seguir siendo relevante para la familia Targaryen. Se hizo bolita sobre su cama, sintiendo las telas raras de Tyrosh, siendo más frescas que las de su hogar. Extrañaba su hogar, el fresco y el sonido de la lluvia, alejado del desierto mezclado con el mar caluroso, se sentía completamente perdido. Soltó un largo suspiró y tomó el libro de historia Valyria que le había regalado Aelquo, tratando de comprender algo de lo que decía, ya que le había mentido a su prometido diciéndole que sabía hablar alto valiryo, pero sólo sabía unas cuantas palabras.

- Sabía que te gustaría el libro- habló su prometido al tiempo que entraba en la habitación.

El omega ni siquiera se inmuto o volteo a mirarlo, simplemente fingió leer.

- ¿Quién te dijo que podías entrar a mi habitación?

- Nuestra...

Se sentía en el aire el leve aroma del jengibre, pero era jengibre picante, y no el jengibre desde los tés que le agradaba al alfa, después de pasar cuatro semanas a lado de Maekar había aprendido a apreciar sus cambios de humor y deseos, le gustaba lo fiel a sus convicciones que era, además de siempre pensar en ellos dos como un dúo desde que acepto apoyarlo en su venganza, pero últimamente notaba que no estaba tan acomedido a su meta, desde que se le había cuestionado su origen y toda su historia, se notaba ido y sin ganas de justificarse, de cierta forma lo agobiaba un poco, porque había empezado a sentir cariño y si Maekar por un arranque de ya no querer el apoyo de Tyrosh, se marcharía, y probablemente se le rompería el corazón. No entendía completamente por que se había encariñado tanto, en un punto si le preocupaba que Maekar le hubiera hechizado, pero no creía que fuera capaz de eso, tampoco creía que Alys, pudiera hechizar personas, no era bruja o algo así, simplemente era lo suficientemente astuta para dejar que las personas creyeran que si para asustarlos y mantenerlos a su margen de exigencias y necesidades. También creía que Maekar cayó en ese engaño, y ahora cree que Alys podría hacer algo para justiciarlo, hasta le había permitido cuidar al huevo que había robado. Pero lo que más le preocupaba, es que realmente de Alys, no sabía nada, no tenía ni idea de cuáles eran sus planes o necesidades para aliarse con ellos, era una simple bastarda, sin conexiones al reino o algo, pero notaba la necesidad de atención y lujos por parte de ella, lo que también le levantaba una ligera sospecha, de que en cualquier oportunidad podía cambiar de bando por un pago más alto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 20, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Amor de Dragones | Lucemond Donde viven las historias. Descúbrelo ahora