Daylan o Dorian

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─NO, escúchame bien Perseus —dijo mientras seguía al azabache— nunca te voy a dar el divorcio, ¿me escuchaste?

─Rachel —intentó razón mientras detenía su paso—, nuestra vida juntos es un infierno ¿esto es lo que realmente quieres para nosotros?

La verde mirada de Rachel lo observó con coraje mientras hablaba.

─Es un infierno por tu culpa —respondió con amargura—, tú lo destruiste todo con tu maldita indiferencia —desvió su mirada en medio de la resignación y el despecho—, pero sabes que eso ya no importa, lo único que me interesa es que, así como soy infeliz a tu lado, tú también lo serás por el resto de tu vida.

─Solo escúchate, Rachel, date cuenta de que quieres condenarnos a vivir en un infierno —suspiró con frustración— ¿quieres que Dorian crezca entre nuestras discusiones? Piensa en tu hijo.

─Ese niño no...

Percy la miró interrogante.

─No ¿qué?

─No... no —se interrumpió—, no me importa que vea nuestras peleas, así aprenderá pronto lo mal padre que eres.

─¿Mal padre? ─la miró con indignación─ Puedes echarme en cara todo lo que quieras menos eso, porque soy el único de los dos que realmente se preocupa por él. Nunca te has hecho cargo de Dorian si no fuera por mí no sé qué es lo que sería él —le reclamó—, le tienes tanta indiferencia que pareciera que no es tu hijo.

Rachel lo miró llena de furia y antes de que Percy siguiera reclamándole más cosas salió de la casa mientras sus tacones resonaban en el piso de mármol.

Percy suspiró inhalando la tranquilidad que emanaba la casa con la salida de Rachel. Después de ello comenzó a subir las escaleras en dirección a la habitación de Dorian. Al llegar encontró al bebé jugando dentro de la cuna mientras balbuceaba sonidos extraños.

Percy sonrió al verlo. Sin dudar él era lo único bueno que podía rescatar de su matrimonio.

─Hola Dorian ─le dijo al bebé mientras lo sacaba de la cuna.

El pequeño sonriente lo observó con sus intensos ojos verde mar iguales a los suyos. Si había algo que nadie podía negar era que Dorian era idéntico a él, casi como una mini versión suya.

─Estoy seguro de que si tu hermanito Daylan estuviera aquí —murmuró mientras lo sostenía— sería tan lindo como tú.

De pronto una extraña idea comenzó a formarse en su mente mientras sonreía.

─¿Dorian te gustaría conocer a alguien? —dijo y el bebé solo balbuceo en respuesta.

[***]

Percy salió de la casa con el pequeño Dorian en brazos y 20 minutos después llegó hasta el departamento con el bebé en brazos, abrió la puerta con sus llaves las cuales aún conservaba para pasar de vez en cuando solo para asegurarse de que ella estuviera bien.

Al entrar noto inmediatamente lo impecable que estaba todo como siempre, pero no la vio por ningún lado, aunque él sabía que estaba ahí.

Entonces se dirigió hasta el cuarto de Daylan y efectivamente ella estaba ahí como espero.

Annabeth estaba en completo silencio observando la cuna vacía. Ella no estaba usando ni una sola gota de maquillaje, pero a él nunca le había resultado más hermosa.

Percy iba a llamarla justo cuando Dorian comenzó a reír y balbucear lo que provocó que Annabeth se percatara de su presencia. Ella los miró y unas lágrimas traicioneras descendieron por sus mejillas rápidamente las limpio con el dorso de su mano y se acercó hasta ellos.

Percy la observó acercarse en silencio mientras le sonreía a Dorian y por su parte su hijo lucha entre sus brazos por intentar salir de ellos mientras extendía sus bracitos hacia Annabeth con la clara intención de que ella lo cargara.

Annabeth lo tomó entre sus brazos e inmediatamente Dorian se acurruco en su pecho formando una tierna escena.

A Percy ese gesto le pareció tan extraño, pues Dorian era algo tímido con los desconocidos y nunca se había comportado así de cariñoso con nadie, ni siquiera en las pocas ocasiones en las que Rachel lo había cargado.

Annabeth besó la cabecita del bebé. Ella se sentía extraña era como si de pronto ese vacío hubiese sido llenado, aunque sabía que él no era Daylan.

─¿Cómo se llama? ─le pregunto mientras acariciaba con ternura el rostro del bebé.

─Dorian ─respondió Percy algo nervioso─. Parece que le agradas mucho.

─Si, se parece mucho a ti ─le dijo observándolos a ambos.

─Rachel debe estar muy feliz con este príncipe —dijo mientras ambos salían de la habitación de Daylan.

Percy rodó los ojos ante lo dicho por Annabeth.

─Te equivocas, ella es la persona menos maternal que conozco.

─Bueno, pero tú debes de estar muy feliz con él, es tan lindo —lo abrazó con ternura —, es justo como imaginé que sería Daylan.

—Tienes razón.

El tiempo pasó mientras ellos continuaban conversaban y mientras el pequeño Dorian se quedaba dormido en los brazos de Annabeth.

Entonces por un segundo Percy se permitió imaginar lo que sería su vida si Annabeth fuera la madre de Dorian y su esposa. Fue entonces cuando se arrepintió de algunas de sus decisiones pasadas, de no haberle dado el lugar que ella se merecía desde el principio, de haberla convertido en su amante cuando ella pudo haber sido su esposa. 

Lo único que me quedaba de ti | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora