Furia

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Era una mañana tranquila en Atlantic Enterprise. Ya habían pasado dos días desde la firma del contrato, desde ese pequeño altercado que Percy y Annabeth habían tenido.

Esa mañana un deportivo amarillo se estaciono frente a la empresa y de el bajo una mujer pelirroja muy hermosa. Entró al edificio haciendo sonar fuertemente sus altísimos tacones Prada y subió hasta la oficina de Percy.

Estaba por entrar a la oficina del ojiverde cuando alguien la llamó.

—Rachel, cuanto tiempo sin vernos —comentó Annabeth con una sonrisa ladina.

El rostro de la pelirroja se volvió pálido al escuchar su voz y lentamente se giró para encontrarse con quien se convertiría en su peor pesadilla.

—¡Tú! —dijo muy sorprendida— ¿Qué haces aquí?

—Por lo que veo no sabías de mi regreso ¿Acaso Percy no te había dicho nada?

Rachel la miró con rabia.

—No, MI esposo no me había comentado nada. Debe ser porque no le interesa que estés aquí.

—Si, tal vez no le interesa... que tú te enteres, así él podría verme sin preocuparse por ti.

—Eres una cínica, una Zorra roba maridos.

Annabeth solo rio por la evidente rabia que Rachel sentía.

—Bueno, eso no lo puedo negar —dijo acomodando su cabello distraídamente—, después de todo te quite a Percy.

—Tú no me lo has quitado, Percy sigue siendo mi esposo.

—Solo porque yo lo deje sino fuera por ello a estas alturas ya estaríamos casados y tal vez ya tendríamos unos tres hijos o no... sabes —dijo sujetando su barbilla— creo que tendríamos cinco, con lo fogoso que es conmigo.

Rachel no pudo evitar el arranque de ira que la arrolló y se abalanzó contra la rubia dispuesta a abofetearla.

—Ni siquiera lo pienses —dijo Annabeth lentamente sujetando su brazo.

La ojiverde apartó su brazo con brusquedad.

—Esta me la vas a pagar Annabeth, te juro que te vas a arrepentir por haber destruido mi matrimonio —dijo dándole la espalda mientras comenzaba a caminar en dirección contraria.

—Cuando conocí a Percy tu matrimonio ya estaba destruido, no me culpes a mi por no haber podido retener a tu marido... Ni siquiera fuiste capaz de darle el hijo que tanto quería.

Rachel se detuvo y giró para verla.

—No, por eso te quite el tuyo —le respondió sintiendo que al fin podía herirla.

Annabeth sabía lo perversa y cruel que era Rachel, pero jamás esperó que fuese tan desvergonzada como para admitirlo.

—Y lo dices así... tan fácil. No sabes cuánto sufrí creyendo que mi hijo estaba muerto.

—Y no sabes cuánto me alegro verte sufrir, lo único malo en todo ello fue que tuve que soportar al insoportable mocoso de tu hijo, pero ya sabes —dijo de manera tranquila— son sacrificios que se tienen que hacer por amor, Percy quería a ese niño así que tuve que hacerme a la idea de tenerlo.

—Percy y tu son unos malditos, pero te juro que se van arrepentir por haberme alejado de mi hijo. Te prometo que voy a hacer de tu vida un infierno.

Después de eso Rachel vio a Annabeth alejarse. Ella se quedó en ese mismo lugar pensando en las palabras de la rubia.

Unos minutos después Percy apareció en el pasillo.

—Rachel ¿Qué haces aquí?

—¿Por qué no me habías dicho que esa mujer estaba viva y que estaba aquí?

—Porque no creí que fuese importante —dijo mientras la esquivaba para entrar a la oficina.

—¡Qué no es importante! Esa mujer era tu amante, es una cualquiera... Ahora está aquí.

—El que ella esté aquí no importa, por si no lo sabías ella está casada con Luke uno de mis nuevos socios.

—¡Ah, está casada! Y dime cuando les ha importado a ustedes dos el matrimonio.

—Rachel, en serio—dijo revolviendo su cabello— no tengo ánimos de discutir.

—Yo tampoco quiero discutir solo quiere que te quede claro una cosa, No te quiero cerca de ella.

Rachel camino a la salida.

—Lo que en verdad te debería de importar es que si Annabeth está viva Dorian también lo está.

—Entonces —dijo deteniéndose— quiero que recuperes a Dorian y que no dejes que se acerque nunca más a él.

—Eso es exactamente lo que voy a hacer —le prometió Percy mirándola a los ojos. 

Lo único que me quedaba de ti | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora