Me encantan los finales felices ¿no lo creen? 😃😆
Percy despertó sobresaltado.
Una niña de 9 años saltaba sobre la cama intentando despertarlo.
—Papá, papá levántate —dijo la niña mientras comenzaba a golpearlo con una almohada.
—Avril, deja de molestar a papá —le pidió el pre adolescente ojiverde parado en la puerta.
—Ya voy princesa —dijo mientras se levantaba de la cama mientras lo veía salir.
Después se dirigió al baño y al salir observó la cama vacía mientras un recuerdo eclipsaba sus pensamientos.
—Cu... cuida a... los niños —le pidió mientras levantaba su mano manchada de sangre hasta su rostro, acariciándolo con ternura—. Te... amo —pronunció por última vez mientras sus tormentosos ojos se cerraban y su mano sin vida se deslizaban sobre su inmóvil cuerpo.
Percy suspiró fuertemente mientras se llevaba las manos al rostro.
Camino hasta la puerta y se dirigió al comedor donde Daylan y Avril ya se encontraban desayunando. Se sentó frente a la mesa mientras su hija le daba una sonrisa.
—Papá, no olvides que hoy tienes que llevarnos a casa de Sia y Lana.
—Claro que no se le va a olvidar —le dijo Daylan a su hermana—. Ya se lo has repetido como 1000 veces.
—¿Se puede saber que van a hacer? Porque tanta insistencia es sospechosa —le pregunto mirando a su muy traviesa hija.
—Nada papá ¿QUÉ PODRÍAMOS HACER NOSOTRAS?
—Tal vez planear una broma para el tío Will —comentó distraídamente el pequeño azabache—, pero ya verán cuando se entere el tío Nico.
—Eres un CHISMOSO, Daylan —le recrimino la pequeña rubia lanzándole un pedazo de pan, que comenzó una guerra de comida entre los dos.
Percy no podía creer que sus hijos se parecieran tanto a ellos, Avril era la copia exacta de Annabeth solo con su sentido del humor y Daylan era exactamente como él, pero con el carácter de Annabeth.
—Se puede saber qué están haciendo ustedes dos —los reprendió mientras bajaba por las escaleras.
Al escuchar su voz los niños pararon de discutir y Percy sintió que al fin la paz alcanzaba su alma, se giró a verla y ahí estaba ella, con su hermoso cabello rubio y sus tormentosos ojos grises observándolos.
—Papí, papí —dijo una pequeña nena de cabello rubio mientras corría hacia él.
—¿Qué pasa princesa?
—Halsey, tuvo una pesadilla —le respondió Annabeth caminando hasta ellos.
—En serio —la pequeña de 3 años asintió mientras lo abrazaba—. Te digo un secreto, papi también tuvo una pesadilla anoche.
—Y ¿tuviste miedo? —le pregunto con curiosidad la pequeña mientras lo miraba intensamente con sus ojos verde mar.
—Si —respondió observando a Annabeth—. No te imaginas cuánto miedo tuve.
—¿Y se puede saber qué soñaste? —le preguntó Annabeth sonriéndole.
—Es difícil de explicar, fue un sueño bastante loco.
Y sí que había sido loco, tan loco como para haber soñado que se había casado con la loca de su ex de la preparatoria o tan loco como para haber creído que Annabeth había sido su amante.
Le alegraba saber que todo había sido un simple y aterrador sueño y ahora era momento de recordar la realidad.
Había conocido a Annabeth en la universidad y al graduarse ambos se habían casado, casi dos años después los había sorprendido la noticia de que serían padres por primera vez. Ambos con mucho anhelo habían esperado la llegada de Daylan y cuando él había nacido ellos habían sido las personas más felices del mundo.
Annabeth siempre había estado con él incluso cuando había tomado el control de la empresa de su familia, ella había estado ahí para apoyarlo, aunque no de tiempo completo pues tan solo 3 años después del nacimiento de Daylan había llegado a sus vidas su hija Avril.
Su familia era perfecta, su vida era perfecta y no iba a dejar que una estúpida pesadilla le arruinara la mañana.
—Mami veldad que pol la talde ilemos a casa del tío Luke y la tía Thalia.
—Si cariño, tengo que ayudarle a Thalia a preparar la fiesta de cumpleaños de las mellizas, a la pobre el embarazo la tiene muy agotada.
Al terminar de desayunar los niños subieron a preparar sus cosas para irse al colegio.
—Te note muy distraído, ¿qué te pasa? —le preguntó rodeando su cuello con sus brazos.
—Nada —respondió tomándola de la cintura—, solo estoy un poco cansado.
—Y eso, no me digas que te canse mucho anoche —le dijo con una sonrisa coqueta.
—Por supuesto que no —le aseguró dándole un corto beso—, de hecho, estoy esperando la noche porque no tuve suficiente de ti.
Annabeth solo se rio de él y recostó su cabeza en su pecho.
—Te amo tanto, Percy.
—Y yo a ti —confesó dándole un suave beso en el cabello—. No sabes lo feliz que soy a tu lado, lo feliz que me haces.
—Yo también soy muy feliz a tu lado —dijo tomando una de sus manos— y siempre quiero que sea así.
—Lo será, te lo prometo.
Y así se quedaron abrazados disfrutando de la reconfortante presencia del otro, de la calidez de sus miradas y la dulce sensación de ser amados.
Porque se amaron, se amaban y se amarían por siempre.
Fin, este es el verdadero fin.
Gracias a todos los que leyeron esta historia.
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Lo único que me quedaba de ti | Completa
Hayran KurguEl amor y la traición a veces van de la mano.