Era viernes por la noche y sus manos abrazaban un helado de menta y chocolate, metía cada cucharada mientras dejaba que las lágrimas se resbalaran de su rostro. Eran pasadas las doce y Minho seguía sin hablarle, de hecho era menos el contacto que tenía con él.
Para la hora de levantarse y alistarse Minho lo hacía primero, ya no lo despertaba y tampoco se quedaba para desayunar con él.
En la hora de almuerzo en la escuela Minho ya no se sentaba con ellos y solo hoy lo había hecho; pero en cuanto Chan se sentó, Minho se paró y se fue murmurando la excusa que se le haría tarde si no se marchaba ahora. Esa había sido la gota que había terminado con su paciencia, sin esperar a que alguien respondiera su despedida se giró sobre sus talones y quiso huir de ahí pero la mano de Chan se lo impidió, la seriedad de su rostro y la mirada gélida lo hicieron sentirse pequeño.
—Tenemos que hablar. — su tono había sido tan grave que las mejillas del chico se encendieron.
El no quería alejarse de Chan y estaba sufriendo. Pero, ¿qué podía hacer para callar esos pensamientos que salían en situaciones tan simples como ahora que el mayor lo sostenía con fuerza y le hablaba con esa bendita voz que le carcomía las entrañas?.
—Llegaré tarde Chan, hablemos en casa — propuso débilmente logrando zafarse del agarre y sin darle la cara.
Chan suspiro y él entendió que era su pase de salida. Una vez más huía de su mejor amigo.
Chan volvió a comer una cucharada de helado, sabía horrible pero era un hecho científico que lo dulce eludia la tristeza y eso era lo que buscaba, ya no sentirse triste.
—¿Chan qué haces despierto? — pronunció Minho tallando sus ojos sin notar la mirada triste y las lágrimas del chico. No respondió y tampoco lo miro. Era obvia la respuesta del por qué no dormía y era claro por quien. —Vamos Chan, ven a la cama. Mañana tenemos escuela.
El mayor trago las ganas de levantarse del sofá y correr a abrazarlo por el sencillo hecho de dirigirle la palabra más de dos segundo pero en su lugar metió una cuchara más grande a su boca. No quería tocar el tema de pintar pero tenia que hacerlo, se había retrasado. La semana anterior su maestra ya lo había regañado y mañana tenía que volver a presentar algún avance.
—Te pintaré mañana, serán las piernas y el trasero. Si no quieres dimelo ahora, ya no quiero mas peleas de niños, además no tienes que sentirte con culpa por no querer. Te dije desde un principio que solo nos traería problemas — su voz firme y autoritaria lo hicieron sonreír.
Las lágrimas cayendo por sus mejillas eran cubiertas por su melena negra y su sonrisa era disfrazada por la boca llena de helado. Estaba ganando esa pequeña discusión.
Por otra parte Minho estaba paralizado, solo podía pensar en su mejor amigo casi hermano verle el trasero y sus pálidas piernas.
Se sintió desfallecer de solo imaginarlo.
No podía retractarse pero esa noche estuvo a nada de renunciar tan fácilmente de no ser por lo siguiente que escuchó cuando dijo:
—Aunque quiera hacerlo no puedo, te quedarás sin musa. — pronunció jugando con sus manos.
—No me quedaré sin musa, si tu te sales siempre está el de respaldo. — lo dijo sin importancia en un tono que hirió al joven de mejillas coloradas.
—Lo haré, lo haré — repitió y espero alguna afirmativa alegre del joven o un regreso a la cama pero Chan no se despidió o le comentó algo más.
Lo trató exactamente como él lo había hecho y Minho sólo concluia a que no se lo merecía, no se lo merecía por que tenía suficiente tortura recordando el tacto de su mejor amigo por su piel, la forma tan especial en la que trazo aquella línea y no lo merecía por que no podía dejar de soñar con él aún despierto de una manera más íntima.
Chan escuchó la puerta de la habitación que compartían cerrarse y con un nuevo sentimiento instalado en su pecho terminó aquel helado hasta quedarse dormido en la sala.
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Son tan cortitos los capítulos que tratare de subir minimo de a dos, así que este es el 2/2 por hoy♡♡
