La pareja busco un lugar no lejos de la frontera para alojarse. Con el poco o mucho dinero que tenían, el pelirrojo alquiló a un par de ancianos una habitación para poder descansar. Pará poder ganar un sustento, el de ojos avellana decidió poner un pequeño consultorio médico, en aquella ciudad donde no había un gran hospital, sólo algunos doctores. La chica buscó en un taller de costura trabajo para poder cubrir sus gastos. Pronto encontró un sitio, así los dos tenían su propio ingreso.
En la pequeña habitación que compartían, mejor dicho el espacio, estaba dividido en dos alcobas individuales y una sala, donde adaptaron una estufa para calentarse y cocinar. Pero el ex militar no se conformó con eso. Empezó a reunir dinero con el que compró un terreno bastante grande, en secreto con ayuda de los vecinos limpió para empezar la construcción. En ocasiones tuvo dificultades por lo que pidió dinero prestado a la pelirroja, quien por tristeza y siendo Ichigo el único en el que podía confiar.
Día a día trabajaba el pelirrojo unas horas en el consultorio y otras en el terreno antes de regresar a dormir. Mientras que la chica con la única foto que tenía en un marco oval recordaba a su difunto prometido en el mueble junto a su ventana, a la cual cada día una pequeña veladora; iba con melancolía siempre vestida de negro asistía al trabajo.

Inoue muchas veces sujetaba con fuerza las horquillas en su cabello o tocaba el anillo en su mano. En ciertos momentos recordaba las promesas que su prometido le decía cuando viajaban por Alemania, siempre que no encontraban donde dormir se acomodaban abrazados bajo el carruaje; amable el ojiverde la cubría y le decía que un día tendrían una gran casa, con muchos niños y él los iba a consentir con dulces postres.
El pelirrojo constantemente la veía llorando, pero no quería ser insensible pidiendo que olvidará a Ulquiorra. Por lo que mejor cuando la notaba triste la invitaba a comer algo para distraerla, le regalaba flores o algún recuerdo. Así pasaron los meses, tiempo en el que la dama no se quitó su luto. Sino hasta ese día temprano en la mañana, cuando antes de ir al trabajo el médico la interceptó.
- ¡Oye Inoue...! - exclamó nervioso el hombre
Con el paso de los días y habiendo ganado confianza ya no le decía por un adjetivo "señorita", simplemente le llamaba por su apellido. Sin embargo, Orihime mantuvo cierto recelo, cierta distancia, por lo que aún le hablaba con un adjetivo.
- ¡Buen día joven Kurosaki! - dijo la chica
- Te tengo una sorpresa, ¿puedes venir conmigo...? - preguntó el de ojos avellana rascándose la cabeza apenas sonrojado
- De acuerdo joven Kurosaki, aún llegó a tiempo al trabajo... - dijo la dama
- Pero confía en mí y cierra los ojos, te pondré una venda... - dijo emocionado el hombre
La mujer solo parpadeó un par de veces sorprendida.
- Está bien... - dijo apenas avergonzada la de ojos grises
Ella hizo lo que el doctor le pidió, este amable le puso la venda, la tomó de las manos y la guió por pueblo hasta donde muchos de los habitantes ya los esperaban con letreros, flores, petalos y serpentinas. Entonces la puso frente a una gran estructura, reluciente de color blanco. Con cuidado le quitó la tela que cubría sus ojos de la dama.

- Ya puedes abrirlos Inoue... - dijo el caballero
Al hacerlo todos los vecinos empezaron a lanzar serpentina y pétalos. Orihime no entendía algo en absoluto.
- ¡Sorpresa...! - dijeron los presentes al unísono
El pelirrojo entonces se puso frente a ella e hizo una reverencia.
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Mi querido íncubo
FanfictionUlquiorra y Orihime son una dulce pareja de novios que están próximos a casarse. Sin embargo la amargura llega a sus vidas por culpa de la guerra. Intentando proteger a su prometida Ciffer muere. Pero ahí no termina su historia del ojiverde sino que...