Capítulo 2 - Despierto

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"Qué mártir es el reloj... No da tregua Lo que ayer floreció Hoy no es más que un suspiro de la vida. Las anécdotas ya casi irreconocibles son cada vez más lejanas Que mártir es el reloj Tiene toda la vida cuál lago Y aunque yo espere sentado El tiempo sigue pasando"

Aarón Ch. Alegría El Poeta Perdido·



Aemond lo siente, él lo siente, siente el desgarrador dolor en sus entrañas

lo único que siente es dolor, un dolor infernal consumiéndole como veneno, en lo profundo de su mente, siente a Vhagar, siente como su conexión se rompe, siente el rugido de dolor que abandona a su dragón, la siente morir, siente como su vida se consume, siente la frialdad del mar cubre sus cuerpos



Aemond Targaryen muere a manos de su tío Daemon Targaryen




Un agudo dolor despierta a Aemond, con la vista nublada por las lágrimas que caían de su rostro, grita con todas sus fuerzas, se retuerce de dolor.

Su cuerpo, siendo consumido por el fuego que corre como veneno por sus venas, vuelve a gritar más y más fuerte, siente el balanceo del mar envolviendo su cuerpo, brazos lo envuelven, el dolor peor, sus gritos desgarran su garganta, manos preocupadas recorren su cuerpo en busca de alguna herida, Aemond vuelve a gritar.

Con esfuerzo abre sus ojos para ver el rostro de la persona que lo sostiene.

Ve su madre, pero no a la madre que había envejecido por culpa de la guerra y las muertes, ve a la madre que lo abrazaba durante los peores momentos, la madre que trató de vengar su ojo

no a la madre que le tenía miedo por ser un mata sangre , en sus ojos no estaba la mirada de miedo y resentimiento que le dedicaba siempre que lo veía, la preocupación brillaba como gemas preciosas en los ojos de su madre.

A su lado estaban sus hermanos, unos hermanos no envejecidos por la guerra.

Ve a su hermana Helaena, oh dulce Helaena, su dulce hermana que se había vuelto loca por la muerte de su hijo

una muerte que había sido su culpa, sus ojos brillaban con inocencia y preocupación, como había extrañado la inocencia en la mirada de su hermana, las noches que se culpaba por haber hecho de la dulce Helaena una mujer sin vida y completamente rota.

Aegon completamente sobrio, lo miraba con preocupación en sus violetas iris, en su joven rostro no había rastro del dolor que sufrió por culpa de la guerra, no estaba envuelto en la leche de amapola como la última vez que lo vio

las lágrimas pican en sus ojos enrojecidos por las lágrimas, su familia, ellos estaban bien, lo estaban mirando a él y no al monstruo en que se había convertido, estaban viendo a Aemond, no al príncipe tuerto, él mata parientes, lo estaban viendo a él.

Llora con fuerza en los brazos de su madre, sus hermanos se unen, abrazándolo, consolándolo, su cuerpo tiembla

se vuelve a retorcer en los brazos de su familia cuando el dolor vuelve con más fuerza a él, su ojo en donde Daemon Targaryen clava su espada, le dolía como los mil infiernos, podía sentir el metal atravesando su ojo hasta su cabeza

Lucerys Velarys y Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora