No sabía que ir sobre hielo con tu persona favorita podría llegar a ser tan divertido.
De un plan magnífico salió uno inolvidable. Todo comenzaba cuando íbamos de camino a Francia. Íbamos a bañarnos en aguas termales pero al llegar a causa de la pandemia necesitábamos imprimido la certificación, solo lo llevaba yo. Al quedarnos sin plan y ya tarde, nos pusimos a pensar que podíamos hacer, ya que íbamos con mucha ilusión y no pudo ser. Al cabo del rato, se le ocurrió ir a patinar sobre hielo, ya que es su mayor hobby y lo hace muy poco. Así que a raíz de su idea cogimos el coche y fuimos a mirar en Andorra. Fuimos al Palacio de hielo, pero eran precios muy altos y no nos convenció, seguimos bajando y había una pista de hielo en Puigcerda. Aparcamos y miramos los precios y nos pareció genial. Nos dieron botas y cogimos guantes del coche que por suerte ya teníamos. No sabía como andar con ellos, parecía un pato mareado. Al entrar, notaba como mis pies se deslizaban sobre el hielo, y conmigo el miedo de caerme de culo. Iba de la mano de mi novia, iba súper feliz patinando por el hielo, hasta que decidí soltarme y empezar a deslizarme solo. Hicimos vídeos y fotos. Después de una hora sin caerme, de la gran seguridad que tenía sobre mi empecé a ir más y más rápido y de golpe me fui al suelo, miré a mi novia y se empezó a reír, luego me uní. Después de otra hora, me empezaba a quemar una parte de la pierna, y pensé que era el roce del pantalón y la bota, le dije que me salía ya y que no podía seguir, me quite la bota y tenía una gran herida en carne viva, por la cremallera que tenía en el pantalón. Al final me hice una cicatriz para recordar ese día tan maravilloso. Los mejores planes nunca se planean, salen espontáneamente.
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Amor ambicioso
RomanceNo hay cosa más ambiciosa que obtener un amor. Aquí os cuento nuestras pequeñas aventuras en nuestra relación,