Capítulo 6

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Luna cogió los dos cafés, los cuales le dio el camarero de la cafetería, y los llevó a la mesa donde la esperaba Usagi.

A pesar de ser bastante temprano, el salón del hotel estaba lleno de huéspedes, que no habían querido perderse otro estimulante día esquiando en el lago Louise.

Usagi apoyó la cabeza sobre sus antebrazos y miró hacia el gran ventanal. Nevaba. Lo hacía con fuerza y sin descanso, como lo había hecho desde el día que pisaron el hotel. En uno de los laterales del lago, varios niños jugaban a tirarse bolas de nieve y hacían un gran muñeco. Sonrió al recordar su infancia junto a Serena. Ellas también se lo pasaron en grande en el jardín trasero de su casa. Les encantaba la nieve, era una buena excusa para que su madre les permitiese salir más tiempo del habitual al exterior.

—¿Me habías dicho que querías un expreso, verdad? —le preguntó Luna tomando asiento a su lado, sonriéndole con amor.

—Sí. —Usagi cogió la pequeña tacita que su madre llevaba en la mano y le dio un sorbo. Quemaba.

—Hoy va a ser un día entretenido —continuó su madre—. Tu padre y el tío Zoycite han pensado en dar una clase de snowboard.

Usagi abrió mucho los ojos al escuchar tal noticia.

—Pobre del monitor que les asignen.

—Espero que sea paciente —comentó sin parar de reír—. Cuando a tu padre le da por hacer el tonto, hay que ser un santo para no desesperarse.

—Eso será si logra mantenerse en pie sobre la tabla más de dos segundos seguidos.

 Luna apuró su café y dejó la taza sobre la mesa.

—Querían que yo también me apuntase a la clase, pero no voy a hacerlo. No quiero que te quedes sola.

—¿No vas a hacerlo por mí? —Usagi se puso las manos sobre las caderas—. ¡Mamá, te ordeno que vayas ya mismo con los demás y te diviertas!

—Pero, hija, ¿y tú qué vas a hacer tanto tiempo sola? Tu pie...

—Solo es una torcedura de tobillo, puedo arreglármelas —comentó Usagi señalando la pierna que se lastimó cuando se tiró al agujero para ayudar a la niña que se cayó. Le dolía horrores, sin embargo, no quería quejarse delante de su familia, pues si lo hacía, eran capaces de cancelar esas vacaciones y regresar a Calgary a que la viese su médico. Habían estado ahorrando todo el pasado año para poder realizar ese viaje, y no iba a ser la aguafiestas que lo estropease.

—Qué valiente fuiste al saltar para coger a esa pobre criatura —dijo Luna muy orgullosa de su hija.

—No fue para tanto. Ni siquiera pensé que podría hacerme daño.

—Porque fue más importante ir a por la niña que tu propia seguridad —añadió Luna más hinchada de orgullo que un pavo relleno.

Usagi obvió el comentario de su madre y sacó su teléfono móvil del bolsillo, para mirar si tenía algún mensaje. Al no tenerlo, chasqueó la lengua y suspiró.

—Llevo varios días sin saber nada de Serena.

—Ya la conoces. Tu prima, cuando tiene algo que hacer, se olvida del resto del mundo. 

—Sí, mamá, pero es que ni llamó para decirnos que había llegado a casa.

Luna sonrió y se encogió de hombros.

—Las malas noticias llegan mucho antes que las buenas. Estará bien.

—Intento llamarla, pero nunca hay señal.

—Tendrá el teléfono apagado.

—Pues eso es muy raro en ella.

—Querrá descansar de nosotros —bromeó Luna—. Ahora que tiene lacasa para ella sola... estará disfrutando de lo lindo.

Corazón NevadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora