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Pasar la mañana con mi jefe no fue malo, incluso me ayudo a olvidar lo ocurrido anoche, después de sus palabras de aliento y el beso que me dio, desayunamos en silencio uno muy cómodo en el que me di cuenta de que mi jefe no es un ogro como todos lo pintan.

Quería quedarme ahí en paz, encerrado en el despacho, trabajando perdido en los documentos, pero era momento de enfrentarme a la realidad y a mi supuesto novio que no para de llamarme, dejando inútil mi celular.

Tomo una bocanada de aire antes de cruzar la puerta, se supone que estaría en el hospital, pero no, está en la sala con la misma ropa de anoche y una botella whisky vacía en su mano. Jamás había consumido más de dos copas de alcohol, siempre decía que la bebida limita tu capacidad de tomar buenas decisiones, es irónico.

Apenas me escucho entrar, se dirigió hacia mí, sus ojos estaban rojos, casi desorbitados, su ropa desaliñada, pero lo que más me aterro fue su mirada, nunca pensé que le temería y eso es lo que estoy sintiendo ahora.

—¡Amor, no sabes lo preocupado que estaba! —revisa mi cuerpo— Sé que lo que viste anoche, te sorprendió mucho, pero todo tiene una explicación.

Doy un paso hacia atrás y pego unos manotazos para que me suelte.

— ¿Que me explicaras? —suelto una risa sin ánimo— Si estaba todo claro, te vas a casar con ella y anoche fue su cena de compromiso, te felicito que buen res...

Me quedo a la mitad cuando lo noto, tan idiota he sido, es tan claro. Tantas veces escuché que el amor nos deja ciego, yo pensé que lo conocía bien, ahora sé que no es así.

—Para tener una reservación de ese lugar debes hacerlo con meses de anticipación.

En este momento siento una mezcla de emociones y todas son negativas, confíe tanto en alguien que solo jugo conmigo.

—No, no deja que te explique.

Intenta tocarme, pero me alejo, mis ojos comienzan a arder, creí que había secado mis lágrimas en el regazo de mi jefe.

—Entonces esto no es nuevo, ya tenías planeado todo —por una estúpida razón, pensé que se negaría— fui un idiota al creerte. ¿Tan ciego estaba?

—Mark amor, créeme jamás te engañé, solo que la situación con mi familia es complicada.

—Llevo años escuchando lo mismo, tú crees que soy idiota —limpio la primera lágrima que rueda por mi mejilla—. Te di todo mi amor, confíe en ti, se supone que teníamos planes, recuerdas.

Él agacha la cabeza y lo que dice parte mi corazón.

—Esos eran tus planes —susurra— nunca dije que eran los míos.

Como tu perspectiva de alguien cambia de un solo golpe, siento que lo conozco.

—Ya veo que si, por eso decías que cuando nos casáramos y viviríamos en una linda casa con nuestros hijos.

Siento que mi voz se atasca en mi garganta, lágrimas ruedan por mis mejillas, no sé qué le paso al amor de mi vida porque este no es o he estado tan ciego.

—Solo quería que fueras feliz —mira hacia al piso— sabes que haría todo para que seas feliz, daría mi vida para que lo seas.

Aquella declaración me estremeció, por alguna razón eso se escuchó muy diferente a las otras veces que me lo había dicho.

—No quiero más de tus mentiras, Andrew. Tampoco que me des escusas, ya rompiste mi corazón y siento que no te conozco.

Respiro hondo, dejando que el aire llene mis pulmones para así poder hablar más claro sin que la voz me falle.

El sueño de MarkWhere stories live. Discover now