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Nunca había odiado tanto el sonido del teléfono de mi oficina.

Mi vista se enfoca otra vez en mi asistente, se encontraba concentrado en su trabajo, lo que se suponía que yo también estaría haciendo, pero tenerlo tan cerca me desconcentra mucho.

Espiarlo mientras teclea ha sido lo que más me ha distraído los últimos cinco días, es casi una obsesión. Cada vez que alza su mirada hacia mí, trato de parecer distraído en el trabajo, pero nada más alejado de la realidad, he pasado hipnotizado por su aroma, casi hechizado por el movimiento de sus labios cuando me habla, no sé que es lo que me sucede.

Hay momentos en los que nuestras miradas chocan y como si no pudiera moverme nos quedamos así frente a frente por segundos que parecen interminables y cada vez que pasa el aire se siente pesado casi no puedo respirar.

Todo el ambiente cambia cuando el teléfono suena y es otra vez Carla, mi secretaria, juro que le daré vacaciones a esa mujer, la he hecho trabajar mucho estos días.

Dime, Carla —le gano a mi asistente el teléfono.

El chico me sonríe por lo que hago, este juego de quien contesta más rápido el teléfono lo hemos estado asiendo desde el primer día, obvio voy ganando yo.

Señor, ya me voy, está todo listo para la junta de accionistas de mañana.

Claro —miro extrañado el reloj, se había pasado tan rápido el tiempo— no te preocupes acá nos encargamos de lo demás, ve a descansar.

Veo de reojo a mi asistente, he olvidado decirle que hoy habrá horas extras.

Muchas gracias, señor, que tengan buena noche.

Escucho a lo lejos a Carla, mi mente se volvió a perder en mi asistente, parezco un acosador. Solo que no me salen las palabras que no sean de trabajo, en estos días he probado distraer mi mente, pero no puedo, me rendí al segundo día de intentarlo.

He quedado inmerso en varios escenarios en los que lo beso y él me golpea o en los que lo invito a salir y me rechaza solo en uno, él sí acepta una cita. Trate de practicar con Max, pero no funciono, acabamos borrachos en un bar porque ninguno sabía como invitar a salir a un chico.

—Señor.

Casi termino en su casa, pero en mí poca lucidez recordé quien vivía ahí y preferí ahorrarme cualquier explicación o discusión.

—Señor.

Siento que mueven mi brazo, me perdí tanto en mi mente que había ignorado los llamados de mi asistente. Su mirada causa un revuelo en mi interior, es algo que nunca he sentido.

—Disculpa, ¿qué me decías?

—Le preguntaba que si pedía comida, ya que todavía falta bastante para terminar.

Aclaro mi garganta, creo que si le invito a una cita se asustará mucho.

—No, esto se encargará el vicepresidente, mejor... —es hora o nunca— vamos a cenar ya para poder conocernos mejor, pues estos últimos días no hemos podido hablar bien, ya que pasaras todo el tiempo a mi lado, debes saber algunas cosas sobre mí y...

Qué mierda estoy diciendo, espero que no piense que soy un idiota.

—Oh, claro —me mira ansioso— solo... haré una llamada.

Me alegra saber que no era el único nervioso, al parecer mi presencia también le afecta y espero que sea de manera positiva. Respiro hondo antes de sacar mi celular para marcar a Max, no pasa mucho cuando responde.

No hemos estado tanto tiempo separados y ya me extrañas.

Ruedo los ojos al escucharlo.

Escúchame, te enviaré unos contratos, léelos y me dices mañana cuáles son los que debemos presentar.

El sueño de MarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora