<7>

181 19 3
                                    

Leandro

Estaba concentrado en mi ordenador, organizando los balances del mes para la próxima reunión, después de varios días al fin pude tener cabeza para revisarlos. Después de mi momento con mi asistente en los que ya no pude contenerme y si no fuera porque mi prima me llamo, hubiera devorado sus labios.

Eso me recuerda que tengo que visitar la universidad de Alexa, no dejaré que vuelvan a ignorarla, si el idiota de Tadeo se esconde tras su papito político. Yo puedo defenderla muy bien, otra vez intento meterse con ella y como otras veces mi prima se defendió haciendo que el idiota corra a llorarle a su papá.

Eso me mantuvo entretenido por algún tiempo, pero no dejo de sacarme a mi asistente de mi cabeza lo malo que desde ese día siento que él me evade, al principio pensé que era solo mi imaginación, pero con el pasar de los días apenas y me habla. Quise hablar con él sobre lo sucedido, incluso pedirle disculpas si lo incomode y estoy más que seguro que lo hice, fui un idiota al lanzarme así tan rápido, pero ya no aguantaba tenerlo tan cerca y no poder tocar sus labios.

Un ejemplo claro era este momento había tenido un momento de descanso y huyo de mí con la escusa que debía entregar unos documentos al área de marketing, no pude hablarle y eso me está carcomiendo, por dentro he descubierto que me encantan nuestras charlas así sean triviales. Me vuelvo a concentrar en mi computadora o no terminaré de hacer esto nunca.

Comencé a perderme en mi trabajo hasta que siento cómo unas manos suben por mi pierna, me sobresalto con el tacto, cuando bajo la mirada me encuentro con los ojos miel de mi asistente.

¿Qué hace ahí?

Fue la primera pregunta que vino a mí, pero no la hago, disfruto mucho de la mirada tan intensa que me da. Podría perderme en ella con tanta facilidad.

—Mark —atino a decir.

—shhh, no haga ruido.

No entendí lo que me dijo hasta que vi cómo bajaba el cierre de mi pantalón.

—¿Qué haces?

Su sonrisa coqueta me hace perder el hilo de mi pregunta. Sus manos son ágiles cuando desabrocha mi pantalón, se toma su tiempo para bajarlo junto a mi bóxer.

—Que no es claro, haré lo que usted y yo hemos querido desde que nos conocimos.

Como si de una paleta fuera comenzó a lamer mi la punta de mi pene, sentí cómo una fuerte descarga eléctrica recorría mi cuerpo. No podía hablar, mi garganta se había secado y mi cerebro se había fundido a tal vista.

—Relájese —susurro.

No pensé que podría sentirse mejor hasta que vi cómo metió mi falo a su boca, los sonidos que hacía con ella eran lascivos, tan glorioso, aferre mis manos a su cabello para que acelerara su ritmo, quería más; más rápido, pero a la vez que este momento jamás terminara. Quería hundirme tan mal dentro de él.

Perdido en mi éxtasis, veía el rostro de mi asistente, sus labios hinchados, sus ojos vidriosos y sus mejillas sonrojadas, era perfecto.

Me aferré tanto a este momento que olvide en donde estaba o siquiera la hora, solo quería estar así, unido a él y llenarlo con todo de mí. Estaba a punto de acabar en su boca...

—Leandro.

Escuché una voz lejana, pero la ignoré.

—Leandro —Max pasa sus manos delante de mi rostro para que lo mire.

Asustado miro hacia mis piernas con temor a que vea a Mark, pero este no se encuentra ahí, mi pantalón está bien acomodado con la diferencia que me aprieta, estaba duro por soñar despierto con mi asistente. La decepción hace mi pecho apretar, a qué punto he llegado, sé que lo que me pasa con mi asistente no es solo sexual, pero mi deseo por él va aumentando y eso me volverá loco.

El sueño de MarkWo Geschichten leben. Entdecke jetzt