Capítulo #2

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Marcia

Mi padre fundó la empresa cuatro años antes de yo nacer, luego, nueve años después, se asoció junto a William Lombardo, un viejo amigo que también trabajaba en las mismas ramas que mi padre. Es así como de aquella asociación se formó un nuevo vínculo, una nueva empresa surgió, Alpha, fundada hace aproximadamente veintidós años. Es así como desde mis seis años, mi familia ha estado asociada con ese apellido.

Ángeles y William tenía solo un hijo, nos conocimos casi al instante de que nuestras familias se unieran, tan solo me llevaba dos años, así que nuestras madres se empeñaban en que nos lleváramos bien y conviviéramos.

A pesar del tiempo, los recuerdos de nuestra infancia siguen estando muy vívidos en mi mente. Era un niño muy molesto, y no en el sentido de que un niño sea molesto de forma natural, sentía que era como si se hubiera empeñado en molestarme a cada instante que me veía y que estaba a su lado. De mi parte, de niña siempre fui muy amistosa y extrovertida, se me facilitaba hacer amigos con rapidez. Al principio, lo veía como un niño muy tímido, así que yo era quien daba los primeros pasos para nuestra nueva "amistad". Claro que decidí descartar aquello luego de que por "accidente" terminara siendo una víctima suya.

Nuestros padres hacían lo que cualquier adulto, tener pláticas aburridas mientras tomaban algo. Mi yo de seis años estaba ahí, observando aquel niño de la esquina jugar en solitario, y eso despertó la curiosidad de mi pequeña cabecita.

Recuerdo acercarme a él, las primeras veces ni siquiera me miraba, pero luego de dignarse a mirarme, igual me ignoraba.

__¿Quieres jugar conmigo? Sé correr rápido.
El niño frente a mí parecía no notar ni un poco mi existencia.

__¿Quieres jugar conmigo?__Volví a preguntarle, y otra vez había decidido hacer caso omiso.__ ¿Por qué no quieres jugar conmigo?__ A mi corta edad, y a este punto, recuerdo como me era imposible no agüitarme por algo tan tonto, pero que en su momento, me parecía una situación de lo más horrible.

__Está bien, juguemos un juego.__ Respondió. Nunca olvidaré sus primeras palabras hacia mí. "Está bien, juguemos un juego" lo que por un momento era alegría, se convirtió en un tormento.

El juego se llamaba "El monstruo que atrapa" vaya nombre. Él era el monstruo, yo era su presa. Corría tan rápido como podía, y en un principio fue divertido, pero luego, al parecer había decidido cambiar las reglas del juego sin consultarme antes. Estaba subiendo por la pequeña escalera de la resbaladilla, hasta que sentí como me empujaba duramente. Para mi poca suerte, había caído justo del lado del concreto, raspando fuertemente mis rodillas.

Lloraba desconsolada y tan fuerte como podía, viendo la sangre salir de mi piel, lo que me causó aún más pánico. Sin embargo, aquel niño seguía ahí, sin intención de ayudarme o mínimo disculparse por lo que había hecho, en vez de eso, se reía fuertemente de mí como si de un psicópata se tratase, como si estuviera encantado de ver la catastrófica obra que había realizado.

Me observaba con una mirada que en un principio no sabía interpretar, pero definitivamente no había nada bueno en esa mirada. Mi yo de seis años estaba confundida, me había acercado amablemente a ese niño, le había invitado a jugar conmigo, y este me había lastimado sin razón aparente.

Momentos después, mi madre se apuró en acercarse tan rápido escuchó mi llanto. Y el niño que estaba parado a mi lado burlándose, se esfumó tan rápido escuchó los pasos de los demás venir. Ese momento se había convertido en mi primera experiencia traumática.

InfielesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora