Dos

3 1 0
                                    

Había una quietud muy diferente a la que siempre reina en la división, de hecho, la DAMJM es un lugar bastante tranquilo; sus paredes blancas en contraste con el verde de sus árboles y el fondo natural repleto de vegetación le daba un toque hermoso, desde que llegué por primera vez a la división pensé que era muy bonita, ese día tomé fotos porque la niebla le daba un nuevo matiz a la estructura de no más de siete años y la hacía parecer misteriosa y letal; quizás era la pasada experiencia que había activado todas mis alarmas, pero a pesar de que todo estaba bien, nada parecía estarlo, esta vez no presenté mi credencial, no había nadie en el portón, pensé que era raro, siempre hay alguien pero igual lo ignoré. Caminé por la plaza cívica y le eché una rápida mirada al busto de Benito Juárez, por un momento sentí que su mirada vacía con su cúprico revestimiento tenían algo que decirme, aún así deseché la idea al agitar mi cabeza de un lado a otro, como negándome mis propias tonterías pensado que yo misma me estaba saboteando, si forzaba mi vista hacia el cielo, podría ver el débil tremor de la luz de la mañana escondida entre las nubes y la neblina.

No fue sino hasta que entré al edificio C que pude notar lo que estaba mal en ese momento, no solamente no había nadie en la entrada sino que no había nadie en los alrededores, todo se encontraba completamente desocupado; en ese instante sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo de arriba abajo y de vuelta, mi estómago se contrajo hasta el punto de que me regaló una sensación muy incómoda, las paredes blancas se sentían frías, como comprimiendo el aire dentro de él y ahogándome en el proceso, empecé a sentir temor.

De la nada, me pareció escuchar un poco de ruido en el exterior, precisamente en las canchas de usos múltiples, fue como si de repente se reactivara el audio de un vídeo pausado y todo volviera nuevamente a la vida, mi mente dedujo inmediatamente que esa era la razón por la que no había nadie en los edificios y solo entonces pude relajarme un poco, salí y pude ver muchos estudiantes, la  mayoría sin uniforme pero otros igualmente uniformados, el murmullo era casi explosivo, ¿cómo podría no haber escuchado nada desde que entré a las instalaciones? Preferí cuidar mi estabilidad mental al no seguir queriendo encontrar la lógica, después de todo, ya estaba ahí, bien o mal, ya estaba ahí. Los alumnos se veían de alguna forma… raros, no era como que les faltara ánimos, de hecho, se veían entre ansiosos, felices y con prisas, todos hablaban de un mismo tema que yo no entendía.

Animabus Purgatorii Donde viven las historias. Descúbrelo ahora