Capítulo 2.

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Observó las flores marchitas que adornaban el pavoroso sepulcro, esas hermosas flores que hace unos días estaban tan llenas de vida. Lloriqueaba como un pequeño al cual le habían pinchado su globo favorito.

"Eres valiente y puedes conquistar el mundo si tú quieres, Harry. Deberías de creer en ti mismo porque yo confío en ti con ojos cerrados."

La voz de Hazel decidió colarse en sus pensamientos, el chico sonrió melancólico ante tan precioso recuerdo.

—Sé que prometí conquistar el mundo con una mano... —habló tan bajo como le fue posible, como si temiera que alguien más escuchara—. Pero sólo si tú estabas sosteniendo la otra. —agregó con su voz casi rota, su garganta ardía ante la más mínima palabra.

Las lágrimas no dejaban de correr por sus mejillas con fiereza, estaba seguro de que jamás se había sentido tan miserable.

—Recuerdo aquel primer beso, mencioné que quería ser el último pero no de esta manera, yo quería envejecer a tu lado. —murmuró entre hipidos mientras dejaba un pequeño y suave beso sobre la fría lápida.

La luz había desaparecido y la noche se hacía presente, tan fría y tan cruda. Era hora de irse a casa.

Sus manos temblorosas eran un claro ejemplo de miedo, aquel no estaba presente porque el mayor se encontrara a la mitad de un cementerio, mucho menos por estar en este en plena oscuridad. Temía lo que vendría a futuro, tenía miedo de sí mismo.

Mientras caminaba por el lugar sintió una feroz ola de frío golpearle el rostro, al instante una inhumana risa comenzó a taladrar los oídos de Styles. El chico lloraba de una forma escandalosa mientras sentía sus piernas debilitarse hasta caer al césped de rodillas, rápidamente tapando sus oídos con ayuda de sus palmas, aquello siendo en vano puesto que la risa se colaba desde su interior.

Escenas borrosas. (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora