Capítulo 11.

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El reloj marcaba las 5:40 am cuando Harry despertó, con el dorso de sus manos tallaba un poco sus ojos mientras se incorporaba en el sofá, sintiendo al instante su cuello adolorido.

No pasó mucho tiempo cuando notó la presencia de Louis, este estaba a su lado con su cuerpo inclinado hacia el mayor, con su mejilla descansando en su hombro. Respiraba con tranquilidad, tenía sus labios ligeramente entreabiertos dejando salir pequeños y suaves suspiros, Harry sonrió inconscientemente.

Con cuidado se puso de pie sin dejar caer al menor y con la misma delicadeza lo recostó dejando una almohada debajo de su cabeza, quería evitarle el mismo dolor que recién experimentó. Lo arropó con una manta caliente y luego de algún rato se encaminó a su habitación, quería asegurarse de que su gato se encontrara bien.

El mayor se acurrucó en su cama y deseó dormir por un rato más pero no lo consiguió, por ello encendió la televisión y colocó su serie favorita. Seis capítulos fueron suficientes cuando tocaron la puerta de su habitación, no dudó en ponerse de pie y dirigirse hasta aquella para abrirla.

—Hey, ¿dormiste bien? —cuestionó Harry luego de encontrarse al menor del otro lado del marco, rápidamente salió cerrando la puerta detrás de él.

Louis retrocedió unos pasos mientras asentía con su cabeza un par de veces.

—¿Tienes hambre? —preguntó Harry en un tono relajado mientras se encaminaba hasta la cocina.— ¿Quisieras comer cereal? —cuestionó mientras se acomodaba pequeños mechones de cabello detrás de sus orejas.

—No quiero cereal, quiero que hablemos de lo que sucedió anoche. —mencionó manteniéndose cruzado de brazos, con su cuerpo recargado en la pared.

—¿Y qué sucedió? —preguntó en un tono tranquilo mientras servía cereal de colores en un plato.

—El beso, Harry. No puedes no recordarlo. —frunció ligeramente el ceño mientras se dirigía hacia el contrario, quedando justo detrás de él.— Anoche me besaste.

—Estás loco, no digas estupideces. —negó un par de veces mientras ahora se dedicaba a servir la leche en el platillo, ignorando por completo que Louis se encontraba detrás de él.

—¿Estás jugando? —preguntó elevando sus cejas un tanto inconforme.— Incluso mencionaste que fue el beso más encantador...

—No lo recuerdo y dudo muchísimo que haya sucedido así, yo no me enredo con chicos, no soy esa clase de tipo, te lo dije aquel día, no soy un puto homosexual. —tragó saliva antes de darse media vuelta y encontrarse con un Louis decepcionado.

Este tenía sus ojos ligeramente cristalizados, Harry eligió las peores palabras.

—Eso no fue lo que dijiste anoche. —dijo en un tono bajo mientras jugaba con las cordones de su suéter.— Pero tampoco estoy aquí para rogarte, si quieres engañarte con tu mierda esa, hazlo. Yo no tengo nada más que hacer aquí.

Louis terminó abandonando la cocina tan pronto como pudo, no esperó a que Harry hablara pues le parecía un cobarde por no aceptar algo que él mismo provocó.

Por otro lado, Harry permaneció en su lugar observando a la nada, se sentía tan confundido y estúpido por no aceptar lo que sucedió, por no reconocer que ese beso lo había esperado durante varios días o quizá desde que conoció al menor aquella noche tan escandalosa, debió aceptar que ese beso le encantó.

Pensó en que tenía que enfrentarse a los sentimientos que el chico había despertado y fue entonces cuando lo siguió.

—Louis, esto es muy nuevo para mí. —dijo algo angustiado mientras buscaba la mirada del menor.

—¿Tanto te cuesta aceptarte? —cuestionó Louis mientras se daba media vuelta para observar al mayor.

—No es una mierda de esas, juro que no se trata de algo así. —mencionó mientras se encaminaba hasta el menor ahora con la mirada en el suelo.— Quizás me pareces lindo y tal vez me gustó ese beso, claramente estoy siendo un estúpido al decir que no lo recuerdo. No me gusta cualquier chico en el mundo, no hay posibilidad de que eso suceda, solamente...

Iba a seguir hablando pero negó un poco con su cabeza mientras retrocedía un par de pasos.

—Solamente... —agregó Louis.

—Me gustan las arruguitas que se forman a los costados de tus ojos cuando sonríes, eso es todo. —mordió suavemente su labio inferior mientras desviaba su mirada.

Louis sintió un cosquilleo en su estómago ante las palabras del chico pero también podía notar lo difícil que estaba siendo para Harry aceptar lo que estaba pasando por su cabeza, tampoco quería presionarlo más.

—¿Te gustaría descubrir qué es lo que estás sintiendo, Harry? —preguntó el ojiazul mientras daba algunos pasos hacia adelante, quedando frente al mayor.

—Me gustaría mucho. —asintió un par de veces con su cabeza mientras hacía su mayor esfuerzo por no ver directamente a los ojos de Louis.

—Y si al final descubres que no sientes nada especial, lo aceptaré. —aseguró el castaño luego de que dejó salir un suspiro.

—¿Eso significa que tú sientes algo especial? —cuestionó con curiosidad.

—No quiero que mi respuesta influya en lo que tú puedas sentir, Harry. —aseguró mientras metía sus manos en sus bolsillos.

Ambos se mantuvieron callados por un rato, no hacían más que verse el uno al otro, justamente en ese momento todo se sentía tranquilo.

Terminaron desayunando cereal en la sala del mayor y compartían risas mientras veían televisión, ese día fue divertido para los dos pues no hicieron más que ver películas sin ningún afán de despedirse. Fue hasta la tarde cuando Louis finalmente decidió irse de la casa del rizado, había mencionado tener pendientes por resolver y Harry no quiso cuestionarlo en absoluto.

Louis se despidió con un gesto de mano mientras Harry lo veía alejarse, había sido un día tan divertido que incluso las mejillas del rizado dolían de tanto sonreír.

El que Louis llegara a su vida pudo ser nada más que simple coincidencia y Harry estaba tan agradecido por ello.

Escenas borrosas. (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora