Capítulo 6.

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La mañana fluyó hasta que Harry decidió levantarse de la cama, había pasado las últimas horas viendo The Walking Dead, estaba seguro de que ya había sido demasiado para su cabeza. Decidido se dirigió a la sala, realmente quería charlar con el chico que descansaba en su sofá, podía jurar que algo andaba muy mal pues en su cabeza no encontraba una buena razón para que el menor decidiera que era una buena idea dormir en la entrada, sin mencionar la lluvia y el frío.

Al llegar a la sala se percató que Louis aún seguía dormido, estaba acurrucado abrazando una de las almohadas, realmente parecía estar descansado cómodamente, lo merecía luego de la noche pasada.

Harry se quedó observándolo unos minutos, no estaba seguro de despertarlo, por ello decidió regresar a su habitación no sin antes ir a la cocina por un poco de agua.

De regreso se encontró a Louis tallando sus ojos, seguro despertó por el ruido que provocó el vaso que cayó de las manos de Harry por accidente, maldición.

—Hola, Lucas. ¿Dormiste bien? —cuestionó mientras elevaba ligeramente sus hombros, con sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

—Al parecer tengo veinte nombres distintos. —suspiró rodando sus ojos, en realidad le daba complemente igual y no podía negar que era algo gracioso que Harry no pueda memorizar su nombre.— Y, sí, siento que descansé muchísimo, gracias por dejarme quedarme aquí, tampoco quiero dar más molestias, así que, estaba por irme.

—Antes de que te vayas, me gustaría que habláramos. ¿Por qué mierda dormiste afuera? —preguntó en un tono simple mientras tomaba asiento en el sillón frente al chico.

Louis rascó su cabeza y se encogió en hombros, Harry realmente podía intimidarlo con la más mínima palabra.

—No lo sé, quería pensar un poco antes de ir a casa, luego me senté en la entrada y, no recuerdo más. —mintió, jamás tuvo intención alguna de volver a su hogar.

—Claro y por eso pasaste frío durante toda la madrugada, por supuesto. —dijo fingiendo creer en las palabras del menor, no lo quería cuestionar más pues ya había pasado tanto como para todavía tener que lidiar con un Harry curioso.

Ambos se quedaron un rato en silencio, Harry observando los tatuajes que se asomaban en las mangas de Louis.

—Bueno, es hora de que me vaya, gracias por defenderme anoche y por dejar que me quedara a dormir aquí, realmente no sé cómo pagártelo. —habló bajo mientras observaba directamente los ojos de Harry, por primera vez.— Y, discúlpame por ver esa libreta, no debí.

—Ya pasó, agradece que no te rompí un hueso. —sonrió marcando los hoyuelos en sus mejillas mientras jugaba con los anillos en sus dedos.— ¿Tienes prisa por irte?

No.

—Sí, algo así. —asintió mientras se ponía de pie y buscaba por su ropa, aquella que se mojó durante la madrugada.— Pasaré a tu baño para vestirme.

Harry asintió antes de señalarle en dónde se encontraba el baño y esperó por el contrario.

Finalmente se despidieron cuando Louis salió del baño ya vestido, Harry estaba seguro de que ese chico enfermaría por lo roja que estaba su nariz o por lo húmeda que aún seguía su ropa, seguro tendría alguna gripe pero no quería entrometerse más.

Louis salió de la casa agradeciendo por última vez y Harry volvió a su habitación cabizbajo, aún seguía sintiendo pena por el contrario.

...

Los días pasaron y Harry seguía manteniendo la misma aburrida rutina, lo único interesante que le había sucedido fue adoptar a un pequeño gato que casualmente encontró rondando la ventana de su habitación, le había parecido curioso que el felino fuese tan insistente, por lo que decidió brindarle un hogar. Lo había llamado Lú, claro que eso no tenía nada que ver con el chico que había conocido hace unos días.

Sí.

Y es que aquel pequeño felino le había causado la misma pena que le provocó Louis. Quería convencerse a sí mismo que no era nada más que lástima.

El gatito se encontraba sobre el pecho de Harry y ronroneaba mientras el mayor le proporcionaba pequeñas caricias en su pelaje con ayuda de sus yemas.

Todo era paz hasta que escuchó los fuertes golpes en la madera de su puerta, ¿quién carajos querría visitar a Harry un sábado por la tarde?

Se encaminó a la puerta principal y soltando un suspiro decidió girar la manija para ver de quién se trataba, pronto quedando congelado en su lugar.

No podía mencionar palabra alguna, se había quedado completamente inmóvil.

Esto tenía que ser una broma de mal gusto, por el bien de todos.

Escenas borrosas. (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora