Capítulo 15.

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Harry veía borroso, no podía creer lo que acababa de escuchar, tenía que ser una maldita broma de mal gusto. Se sentía aturdido y muy mareado, no podía terminar de procesarlo.

La chica pelirroja lo tomó de uno de sus brazos y lo ayudó a adentrarse en el hogar del mayor, sería mejor buscar un lugar en donde sentarse, así que, se dirigieron al sofá.

—Harry... —susurró la chica luego de que ambos tomaron asiento, ella sostenía la cara del chico entre sus manos mientras buscaba su mirada.

El mayor, por otro lado, se encontraba completamente ido, parecía que lo habían desconectado de algún tipo de corriente, tenía su mirada perdida. —Louis... —murmuró mientras cerraba sus ojitos.— ¿Todo este tiempo estuve alucinando? —cuestionó el chico mientras dejaba que las lagrimas siguieran corriendo por sus mejillas.— Ha sido una maldita mentira. —dijo mientras alejaba las manos de la chica de su rostro.

—Entiendo lo que estás pasand...

La rubia iba a seguir hablando pero fue interrumpida por el rizado. —Tú no puedes entender una puta mierda, estuve creyendo que me enamoraba de un chico que realmente no existe, salí con absolutamente nadie, comí y compartí risas con una persona que no existe, maldita sea. Es tan difícil porque ni siquiera yo lo puedo entender así que no me vengas con esa mierda de que comprendes mi miserable situación. —finalizó poniéndose de pie para alejarse algunos metros de la chica.

—Quizá no lo entiendo del todo pero... —murmuró ella entre llanto.— Yo lo lamento tanto, Harry, lamento que estés pasando por esto pero tienes que superarlo. —se acercó al contrario para intentar abrazarlo pero este la apartó de su cuerpo sin pensarlo.

—¿Superarlo? ¿Cómo mierda se supera a alguien que ni siquiera existe? —cuestionó mientras dejaba que su cuerpo cayera deslizándose por la pared hasta quedar sentado en el suelo, seguido de ello, abrazó sus piernas.— Quiero a Louis... —susurró entre hipidos mientras escondía su rostro entre sus rodillas.—Quiero a mi Louis...

Y la chica no hizo más que hacerle compañía a su amigo, se quedó de pie frente a él y a los pocos segundos se sentó a su lado sin hacer algo más, quería hacerle saber que estaba para él siempre, que estaba dispuesta a acompañarle en todo momento. Harry lloró, sin importar cuán frustrado se sentía, lo único que ahora quería hacer era llorar y llorar.

El mundo mágico que estaba construyendo se derrumbaba de la forma más cruel que podía existir, su situación era tan triste que no se lo deseaba a nadie, la ilusión simplemente se fue al carajo en cuestión de segundos.

Harry había sido diagnosticado con esquizofrenia cuando cumplió 6 años. Iba a la escuela cuando sucedió lo que lo llevaría a comenzar a tomar antipsicóticos, él le comentó al doctor que las voces le ordenaron empujar a su compañero del segundo piso por las escaleras, por lo que pronto decidieron llevarlo al psiquiatra para buscar respuestas a su situación, tras varios estudios y electroencefalogramas fue diagnosticado con esquizofrenia indiferenciada, con ello tuvo que vivir a lo largo de su vida.

Harry había dejado de tomar su medicamento, no se tomaba con seriedad su enfermedad y no le importaba interrumpir su tratamiento para poder beber, la situación se puso peor cuando fallleció Hazel, tan solo tomaba los antidepresivos cuando lo recordaba. Su nana se encargaba de enviarle textos para recordarle que tenía que tomar sus pastillas pero tras varios mensajes en diferentes días, el mayor bloqueó el número, no quería tener a alguien tan pendiente de él. Por ello su situación empeoró tanto.

—Harry, lo lamento tanto... —susurró la pelirroja mientras acariciaba el cabello del rizado.— Dime en donde está tu medicamento para que lo tomes.

Y eso fue suficiente para el mayor. —Mejor lárgate de mi maldita casa, no necesito tu jodida lastima, necesito estar solo. —dijo con firmeza luego de que puedo recuperar el aliento.— Quiero estar solo, por favor... —lo último sonó como un susurró y ella lo entendió.

—De acuerdo, me iré solamente si me prometes que estarás bien.

El mayor dejó de esconder su rostro en sus rodillas para poder observar a la chica a los ojos, él tenía los suyos hinchados y notablemente rojizos. —No me voy a suicidar si es lo que estás pensando. —aseguró antes de dirigir su mirada a la puerta.— Por favor, vete.

Y la chica se puso de pie no sin antes plantar un suave y corto beso en la frente del mayor, fue entonces cuando se marchó sin decir nada más.

Harry se quedó solo pensando en lo miserable que era su vida y podía jurar que se sentía casi igual que cuando perdió a Hazel. La confianza y amor que había construido en las últimas semanas se fue por el desagüe en cuestión de segundos, era muy injusto, vaya que lo era.

Llegó la noche y el chico aún seguía sentado en el suelo sin intención de hacer algo más, su pecho al igual que su cabeza dolían, sus ojos ardían tanto por lo mucho que había llorado, su labio inferior al igual que sus manos estaban temblorosas, era débil, tan débil.

Mantenía sus ojos cerrados mientras aún abrazaba sus piernas cuando su celular comenzó a vibrar dentro de su bolsillo, se trataba de una llamada entrante.

Sacó el celular y lo primero que pudo ver en la pantalla fue el contacto, era Louis, era su número.

Harry tragó saliva, tenía que estar volviéndose loco. Se negó a contestar hasta que entró la tercer llamada, fue entonces cuando deslizó su indice por la pantalla y llevó el celular a su oreja.

Escenas borrosas. (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora