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Tártaro

Un brillo apareció rápidamente en el tártaro. Tyler sacudió su cabeza un poco agitado y mareado. No importa cuanto estudió magia, seguía sin dominar ciertos hechizos, el de teletransportación incluido.

- Creo que nunca me acostumbraré a eso - se quejó el unicornio en voz baja

Tyler inspeccionó sus alrededores y bufó molesto. Si bien era libre, volver al tártaro no le hacía ninguna gracia, especialmente luego de haber pasado 1 año entero encerrado allí, sin cuerno, sin magia, sin libro y con sed de venganza. Sacudió su cabeza rápidamente ante lo último.

- No te distraigas, Tyler - se dijo a sí mismo, - Tienes una misión que cumplir

Comenzó a caminar lentamente por los largos pasillo del lugar. Se encontró con varias y gigantescas celdas, muy parecidas a la que él tenía antes de ser liberado por Opaline. La diferencia es que esas celdas estaban muy oxidadas, y en su mayoría, vacías.

Solo había 3 de esas celdas con criaturas muy extrañas: una era una especie de oso entre panda y pardo con ojos y alas de abejón. Tyler calculaba que solo le quedaban unas 3 o 4 semanas más antes de pasar a una mejor vida.

- Descuida - Tyler le murmuró con una sonrisa triste - Ya pronto se acabará

El siguiente que vio era una especie de león con cuernos y alas de murciélago. Este tenía aspecto de seguir bastante bien, aunque varias cicatrices y cortes dejaban en claro que tenía mil años o más. No moriría pronto, eso era seguro, pero tarde o temprano le iba a llegar su hora.

Finalmente, vio en una celda - milagrosamente pequeña, por cierto - a una gallina con cuerpo de serpiente. ¿O era una serpiente con cabeza de gallina? No importaba realmente, a ese ya le estaba llegando su hora. No eran días, ni semanas, ni meses: eran horas, o minutos incluso.

- Suertudo - murmuró el unicornio - Al menos ya no tendrás que ver las desgracias que le deparan a este patético mundo

La criatura no emitió sonido alguno. Solo sonrió con los ojos cerrados y comenzó a brillar en un aura dorada, hasta que se desintegró y se convirtió en pequeñas esferas de luz flotantes. Tyler miró como las esferas flotaban sobre el tártaro, hasta alcanzar el techo y desaparecer.

- Alabado sea... ¿A quién debería referirme? - Tyler se cuestionó - Meh, ¿que más da? Ya se murió y está en una mejor vida. Supongo que eso es todo lo que importa

Tyler decidió seguir con su camino. Finalmente, se detuvo al llegar al pie de las escaleras que llevan a su antigua celda y se quedó mirando fijamente a una estatua: una pegaso que no parecía ser más que una niña pequeña con una expresión aterrada; una especie de alicornio con huecos en todo el cuerpo y alas de insecto, aparentemente furiosa por ser petrificada; y un centauro. ¿Cómo diablos sabía Tyler lo que era un Centauro? Libros, así de simple.

- Reina Chrysalis, Lord Tirek y Cozy Glow - Tyler dijo, observando a los tres mencionados encerrados en una estatua - Ustedes causaron mucho caos en Equestria hace muchas lunas... pero eso es justo lo que necesitamos

Tyler hizo brillar su cuerno, el cual se vio envuelto en un aura azulada, que poco a poco se tornó en una combinación de morado, negro y verde. Tyler lanzó un potente rayo contra la estatua, y una vez se detuvo, vio como esta empezaba a agrietarse lentamente.

- ¡Diviértanse! - dijo Tyler en tono burlón, para luego teletransportarse fuera del lugar antes de que los petrificados fueran libres

La estatua se siguió agrietando, hasta que finalmente se rompió por completo, y se escucharon a 3 figuras caer con ruido sordo y gruñido de dolor y frustración.

My Little Pony: La Venganza de los PetrificadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora