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Anden nueve y tres cuartos. Hora de partir. Antes de subir al vagón, mi madre me apartó para hablar conmigo:
-T/N, por favor, cuida de Harry. No quiero que le pase nada bajo mi custodia, no me lo perdonaría.
- Claro mami.- le abracé para dirigirme al tren.- ¡Os enviaré un búho al llegar, os quiero!
Y el tren partió a Hogwarts, mi hogar.
Mientras caminaba para encontrar un compartimento desocupado, vi a George y a Fred solos en uno. Llevaba mucho sin verlos, era mi oportunidad.
Subí un poco más mi falda y entré para unirme a ellos.
- Hola chicos. ¿Me extrañasteis?- les pregunté coqueta.
- Yo no,-dijo Fred- pero George lleva gimiendo tu nombre mientras se masturba todo el verano.
Me muerdo un labio al imaginármelo y me acercó a él, sentándome en su regazo a horcajadas.
-¿Así que me echaste de menos Georgie?
-Sabes que si- respondió agarrando mi cintura.
- Pues habrá que arreglar eso, ¿no?- dije acercando mi rostro al suyo, pegando nuestros labios en un beso apasionado y lleno de anhelo y deseo.
Sentí una presencia detrás mía y como conjuraba unos hechizos silenciadores.
Fred empezó a besarme el cuello y yo dejé caer mi cabeza hacia atrás mientras George aventuraba su mano por debajo de mi falda.
Al rozar mis bragas solté un pequeño gemido que hizo a George aumentar la fuerza de su agarre en mi cintura.
Sintiéndolo duro debajo mía, empecé a mover mis caderas por inercia, también sintiendo lo mismo en mi espalda baja.
Fred empezó a quitarme la blusa que llevaba y George me arrancó las bragas. Metió sus dedos en mi, y, desde atrás, Fred frotaba mi clítoris haciendo mi placer mucho mayor.
-Dios... chicos, ¡eso se siente muy bien!- les animé.
Fred apartó su mano e introdujo un dedo en mi ano, preparándome para lo que estaba por venir. George me levantó de él y se quitó los bóxers y los pantalones, dejando a la vista su enorme erección, lista para mi. Se acercó a mi cara y supe de inmediato que quería:
-Chupa- ordenó.
Abrí mi boca y lamí toda su longitud y poco a poco me la fui metiendo entera.
Fred me volvió a colocar a su gusto para poder introducirse en mi de manera brusca.
Fred empujaba con dureza y sentí que cada vez lo hacía más y más fuerte.
- Angelina- gimió Fred. ¿Que? ¿Como que Angelina? Lo dejé pasar mientras seguía chupándosela a George pero volví a escuchar el dichoso nombre.
Saqué el miembro de George de mi boca y caminé hacia delante para hacer salir a Fred.
- ¿Quien carajos es Angelina?- pregunté asombrada.
- Mmmm- dijo George rascándose la nuca. Segundos después respondió.- Angelina, nuestra compañera. La hemos estado viendo este verano muy seguido y de verdad nos gusta.
-¿Y por qué no me parasteis?- pregunté asombrada.- ¿Por qué no me lo dijisteis? Dios, ¡acabo de ser el cuerno!
De verdad me pareció muy mal.
-¿Pero tú te has visto?- dijo Fred.- Nadie en su sano juicio te pararía.
Solté una carcajada algo apagada por su broma y les abracé.
-Me alegro por vosotros chicos. Pero la próxima vez que pase algo así contádmelo porfa.
Y ahí estaba yo, perdonando tan rápido la impertinencia de alguien.
Escuché un ruido detrás mía y por el cristal empañado de la ventana vi a Harry mirando a mi trasero muy fijamente; llevaba la falda demasiado arriba y no llevaba bragas.
Al girarme, Harry levantó la vista y la clavó en mis ojos, ruborizado.
- Chicos, os busca Angelina.-anunció Harry rompiendo el contacto visual.
Los gemelos me miraron y yo asentí con la cabeza, dejando que se marchasen.
Harry y yo nos quedamos solos mientras ellos salían del compartimento ajustándose la corbata.
Un silencio incómodo cubrió la sala hasta que Harry lo rompió.
-¿Podrías tener la decencia de bajarte la falda por favor?- dijo él mirando durante una milésima de segundo hacia abajo.
-¿Y tú tendrías la decencia de marcharte por favor?- dije enfadada.- Estaba a punto de llegar pero no pude, así que si me puedes ayudar quédate, pero si no, vete, ya.
Harry se quedó quieto durante medio minuto y se acercó a mi prácticamente corriendo para besarme y echarme en el asiento. Besaba excesivamente bien. Sus labios eran suaves y finos pero el beso era rudo y demandante. Rápidamente metió sus dedos debajo de mi falda y me empezó a tocar de una manera gloriosa; doblaba sus larguísimos dedos dentro de mi y empecé a gemir más alto su nombre. Tres minutos después me vine.
Estaba extremadamente confundida y asombrada por lo increíble que se había sentido, pero, al abrir los ojos, vi a Harry saliendo por la puerta del compartimento, dejándome jadeando y con ganas de más.
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La verdad, es la primera vez que escribo algo así.
Espero que os guste.
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Infierno azul Donde viven las historias. Descúbrelo ahora