Continuación del capítulo 58

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Creyó haberse equivocado de habitación. Pero miró unos segundos a la persona que estaba rodeada de tubos y máquinas, y efectivamente era su novio. Pitidos y ruidos constantes de las máquinas llenaban el ambiente. En la boca de su novio, había dos tubos largos que conectaban a otra máquina, además de todos los cables de su brazo y su pecho. Su cabeza estaba vendada. La manta le llegaba hasta el abdomen, donde podía ver otra venda que probablemente era la que cubría la herida del cuchillo. Un chillido se escapó de sus labios al ver a Calum. Se acercó con temor a él. Su rostro tenía muchos cortes, más de los que recordaba de la noche en que todo pasó.

-Calum... -susurró. No pudo evitar llorar. ¡Todo era su culpa! Si Calum... si él llegaba a morir, ella no se lo perdonaría jamás. Probablemente se suicidaría o algo así. No podría vivir con el remordimiento. Acarició los dedos del muchacho con suavidad. Los latidos del corazón del castaño eran registrados por una máquina que hacía un horrible pitido. -no puedo creer lo que te hice...

Miró otra vez su rostro. Moretones a lo largo de su piel. No, no se lo perdonaría.

Salió corriendo del lugar. Sintió la voz de Max y Michael llamarla, pero corrió.

Era peor de lo que esperaba. Nunca creyó que ese golpe en la cabeza fuese tan grave. Más que la propia herida. Si Calum vivía, podría tener secuelas. Eso significaba... quizás perderlo en otro sentido. Nadie sabía. Era un pronóstico complicado.

Estacionó el auto en frente de la casa de Calum y se echó a llorar, apoyándose en el volante. El dolor desgarrador del pecho comenzaba a expandirse. Su pecho se agitaba al intentar respirar después de cada sollozo.

-¿Por qué? -susurró. -Calum... No quiero que se muera -hablaba consigo misma en voz alta -¡No puede irse! ¡No puede dejarme sola! -apoyó la cara en el volante, dejando que las lágrimas humedecieran su rostro. Sus manos temblaban. No podía concebir que después de todo, tuviese que seguir sufriendo. Salió del auto y entró corriendo a la habitación de Calum. Sacó una camiseta de su armario y se abrazó a ella. Olía a él. Respiro su aroma, mientras la mojaba con sus lágrimas. Se sentó en el suelo a llorar. ¡Era tan injusto! Quería a Calum, lo necesitaba.

Cerró los ojos. Casi podía sentirlo allí, como siempre. Abrazados en su cama, charlando tonterías. Apoyó su mejilla contra la camiseta.

Calum podía salir de esta, podía. Eso era lo único que podía creer. Lo único que necesitaba creerse.

Se lanzó a la cama y se quedó profundamente dormida. La camiseta permaneció junto a ella todo el tiempo. No, no era hora de un adiós. No podía ser hora del adiós.

Abrió los ojos y se encontró con la mirada de Mali.

-¿Quieres que te traiga desayuno? -preguntó la muchacha. _____ negó -debes comer algo cariño...

-No tengo hambre... -susurró ella. Cerró los ojos y las lágrimas otra vez corrieron por su rostro. Mali se acercó y le dio un abrazo. La muchacha sollozó como una niña pequeña.

-Lo sé cariño, también me siento así -susurró Mali-pero él saldrá de esta, lo hará. Mi hermano es más fuerte de lo que parece.

-Es mi culpa -sollozó fuertemente -yo tengo la culpa de esto.

-¡No! Claro que no _____, fue ese bastardo. La policía ya lo tiene -_____ sintió una pizca de alivio. Pero aún así, Mali no sabía toda la historia.

-Pero lo hizo por mí... -susurró ella. Mali frunció el ceño -Calum quería matarlo.

-Aun no entiendo ¿por qué? -los ojos miel de la chica la miraron profundamente. _____ suspiró.

Estaremos Siempre Juntos {Calum Hood y tú} // 4ta TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora