Estoy parada en la ventana de la cocina. Bueno más bien asomada por la ventana de la cocina. En realidad estoy sentada en el lavabo con las piernas dentro y recargada en la pared. Aunque no lo parezca, es una posición muy cómoda, solo que es poco convencional.
Cada vez que intento buscar inspiración me siento aquí o en cualquier lado poco común y me dejo llevar por mis pensamientos, siempre con libreta y pluma al alcance de mi mano, por si de repente una idea viene a mí. Si es sobre una historia la escribo, si en sobre una pintura corro a mi estudio antes de que se desvanezca. Hay veces en que logro concretar la idea y plasmarla en un lienzo, hay veces en que se evapora como si nunca hubiera existido, o dejando un rastro amorfo que mi mente intenta descifrar.
La inspiración me ha legado en los momentos más inoportunos, así que no siempre puedo llevar a cabo algo que me viene a la cabeza porque estoy ocupada en otra cosa, y si dejo esta tarea es muy probable que se me olvide por completo y no la haga. A veces me pregunto si no tengo algo como TDA (porque hiperactiva no soy) o simplemente a mi cerebro le da tanta flojera recordar cosas que simplemente se le olvidan. No me gusta la idea de auto diagnosticarme así que nunca voy a decir que soy así, porque no soy ninguna profesional; pero tampoco tengo tiempo como para ir con alguien a hacerme exámenes o algo así. También hay veces en las que divago mucho, como si no estuviera aquí, me quedo pasmada al infinito sin tener nada en la cabeza.
Bueno, el caso es que estoy sentada en esta posición porque busco inspiración y también un poco de paz. Justo veo a un vecino que está subiendo las escaleras. Parece que lo miré demasiado porque voltea a mi ventana y me ve a los ojos. Su cara es de "¿Y esta por qué está sentada ahí? ¿está loca o se hace?" Yo lo miré, lo saludé con un gesto de mano y seguí ahí, solo que me quedé mirando un conjunto de cucharas de madera que había frente a mi. Con el rabillo del ojo vi como se rascaba la cabeza y seguía por su camino. Me pareció algo gracioso que casi se haya tropezado con el siguiente escalón y tan rápido como un rayo llegó la inspiración. Agarré mis materiales y empecé a escribir la siguiente idea para una historia:
Dos extraños de conocerían de la manera más extraña, en un transporte público. El hombre era perseguido por una manada de perro que olfateaba las carnes frías que él había comprado en su supermercado habitual cuando al entrar corriendo se lanza a las puertas del transporte y cae encima de una mujer que también había ido al mismo supermercado para conseguir cosas de higiene personal. El al caer encima de ella la lastimó y las cosas re revolvieron y el tomó sin querer una de las bolsas de ella. Cuando ella se quejó él le pidió disculpas y se ofreció a llevarla al hospital.
Escribí rápido la idea y mientras pasaba mi pluma sobre el papel más cosas se me ocurrían. En mi cabeza comenzaba una lluvia de ideas que seguramente a la mayoría no haría caso pero algunas utilizaría en un futuro. Algunas eran tan rápidas que mi mano no alcanzaba a anotarlas. Algunas más comenzaban a tejerse entre sí formando más de ella y más complejas.
Esta sobrecarga de ideas terminó tan bruscamente como empezó. Feliz con los resultados agradecí mentalmente al "chico tropezón" y me dirigí a mi estudio para comenzar con la línea del tiempo de los eventos que ocurrirían en una de las más locas historias que se me ocurren al estar "parada" en la ventana de la cocina.
Chamay bat
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Relatos escritos con una taza de café y un poco de música.
AléatoireRelatos ligeros que varían entre temas que pueden ayudarte a salir un momento de la realidad, pero que no siempre se alejan de ella. Todo lo que tienes que hacer es relajarte, con una buena bebida y quizás un poco de música tranquila. Disfruta tener...