Aguacero

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Disclaimer: Los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo únicamente traduzco.

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Kagome estaba en el supermercado con su madre cuando las estridentes bocinas empezaron a atravesar el aire con su estruendo.

Se avecinaba un huracán.

Los caminos que iban desde la ciudad estaban atestados de gente en coches intentando huir de la tormenta que se aproximaba, era imposible ir conduciendo a ningún lado. Souta y ella habían seguido a su madre a la tienda para ayudarle a llevar provisiones para poder resistir la tormenta.

La tienda estaba llena de gente, pero los pasillos estaban vacíos.

—Tenemos que estar preparados para quedarnos sin electricidad durante una semana, tal vez dos. —Mamá Higurashi se giró hacia sus hijos, sus ojos traicionaban su pánico, aunque su sonrisa intentaba decir que todo era normal—. Encontrad lo que podáis, reuníos conmigo junto a las verduras. —Lo único que parecía quedar era fruta fresca, verduras y comida congelada.

Kagome y Souta asintieron y fueron en direcciones distintas para intentar encontrar algo que pudieran comer.

No había hogazas de pan ni latas de sopa (excepto sopa de almejas, que Kagome dejó en los estantes). No había cereales ni refrescos. Ni agua. Ni arena para gatos (para Buyo, no para comerla). Kagome encontró algunos paquetes de atún y algunas patatas fritas.

Su primera reacción ante las noticias del huracán que se aproximaba fue llevarse a su familia a través del pozo a la relativa «seguridad» del pasado. La magia brilló para ella, no obstante, nadie más pudo atravesarlo. Se sintió abatida por no poder llevárselos con ella. Aunque su familia había animado a Kagome a marcharse, la joven miko no soportó abandonar a su familia.

Alguien intentando quitarle los paquetes de atún de su carrito trajo a Kagome de vuelta a la realidad.

—¡Eh! —gritó.

Kagome se estiró hacia los paquetes, pero la otra mujer fue demasiado rápida para ella. Kagome inclinó la cabeza, avergonzada. No solo había fracasado en cuanto a llevar a su familia a través del pozo, también les estaba fallando perdiendo la comida. Luchar contra demonios era una cosa, luchar contra una ladrona de carritos era otra completamente distinta. Pero Kagome no podía echarle totalmente la culpa, todos estaban luchando por la supervivencia de sus propias familias.

Kagome, ahora mucho más en guardia, fue rápidamente hasta las verduras para reunirse con su familia. Se le hundió el corazón ante sus exiguas provisiones.

—Todo irá bien —le aseguró su madre con una sonrisa forzada—. Kagome, ¿por qué no haces cola con la comida mientras nosotros cogemos unas cuantas cosas más? Será más fácil ir por los pasillos sin un carrito.

—Sí, mamá.

La cola era larga y la gente estaba enfadada y hacía ruido. Los carritos de metal chocaban unos contra otros mientras la gente luchaba por atravesar los pasillos vacíos.

La tienda se quedó en silencio cuando los irritados repiqueteos de las gotas de agua empezaron a chocar contra el tejado.

Kagome se quedó fría mientras caía la lluvia.

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Nota de la autora: Como algunos sabéis, perdí mi casa y la mayoría de mis pertenencias en el huracán Harvey. Esta historia es una mezcla de verdad y ficción.

Las tiendas de alimentación quedaron vacías salvo por la comida fresca y congelada.

Nota de la traductora: Ya que la autora terminó esta historia esta misma semana, me he lanzado a empezar a publicarla. Esta será el nuevo fic de los sábados, así que espero que lo disfrutéis y que os enganche la historia.

¡Hasta la próxima!

Cuando cayó la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora