Camino cerrado

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- ¡Maldita sea! ¡¡Maldita sea!! -gritó Lori, mientras golpeaba con fuerza el manubrio del carrito.

Lincoln miraba hacia lo lejos, tan frustrado y molestó como ella. Hasta dónde le alcanzaba la vista, la carretera estaba cubierta con cenizas y troncos derribados.

- Ahora entiendo por qué Hazeltucky no se ve tan saqueado como nos temíamos...

- Sí. ¡Maldita sea! Nadie puede llegar o abandonar Hazeltucky por el sur, a menos que lo haga por otro rumbo de la encrucijada. No podemos continuar por aquí, ni por ninguna carretera cercana. En esta zona había bosques de pinos y otros árboles grandes. Si estos fueron derribados, los otros también. ¡Todos los caminos que van hacia el sur deben estar bloqueados, maldición!

Sin esperar alguna observación de Lincoln, Lori descolgó su mochila y rebuscó hasta encontrar su mapa. Ahí venían todas las carreteras principales y secundarias. También estaba resaltada en verde la extensión de los bosques que rodeaban la región.

- Demonios... Tal vez no todos los caminos estén bloqueados, ¡pero nos llevaría años explorar todas las carreteras que llevan a Indiana y al sur de Ohio! ¡Y si rodeamos por Illinois, el invierno nos va a sorprender a la mitad del camino!

La chica se dejó caer sobre el carrito, apoyando los brazos en el manubrio.

Por un momento, Lincoln se cubrió la cara con las manos y se dejó llevar por la misma desesperación que embargaba a Lori; pero su optimismo natural le impidió caer en el derrotismo. Aunque ya sabía que la muchacha podía ser muy reactiva y enojona, tenía que enfrentarla. No podían perder más tiempo allí, a la intemperie; sin tomar una decisión.

- Lori... - dijo, apoyando una mano en su espalda-. Debemos retroceder. Sé que no podemos regresar a Royal Woods, pero tenemos que buscar alguna forma de pasar. O de ir a otro lugar.

La muchacha levantó la vista. Las palabras de Lincoln sonaban raras, pero perfectamente lógicas. Desde el principio estuvo obsesionada con la idea de salir de Royal Woods e ir hacia el sur. Jamás consideró que el plan pudiera ser impracticable; y tampoco consideró cursos de acción alternativos por si algo fallaba.

Se incorporó, y se quedó mirando al chico como si nunca antes lo hubiera visto. A pesar de sus exabruptos, su terquedad, y su carácter violento; la chica era razonable. Ante sus ojos estaba la evidencia de que su proyecto inicial había fracasado. Por mucho que no le gustará, admitió que que Lincoln tenía razón.

- Cierto: no podemos retroceder. Pero si hemos de ir a otro lugar, ¿dime a dónde?

- No lo sé. -respondió Lincoln, encogiéndose de hombros-. Antes de conocerte, jamás consideré la idea de abandonar Royal Woods.

- ¡Oh, grandioso! -bufó Lori, frustrada-. Pues tenemos que ponernos a pensar, porque no podemos quedarnos varados aquí.

Los muchachos permanecieron en silencio durante un rato. Lori se subió al grueso tronco de un árbol derribado con los pequeños binoculares que llevaba consigo. La devastación de árboles calcinados y ceniza se extendía en todas direcciones.

Cuando bajó, estaba todavía molesta; pero totalmente convencida de que tenían que encontrar rutas alternativas.

- Lori...

- Sí. Dime.

- ¿Nunca consideraste otro destino que no estuviera en el sur? Quiero decir... ¿Qué buscabas allá, exactamente? Quizá... ¿Familia, o amigos?

- No. Buscaba calor, alimento... ¡Agua!

- ¿No crees que podríamos encontrar todo eso en otro lugar, más cerca de aquí?

Lori suspiró. ¿Acaso Lincoln hablaba en serio?

Ya se disponía a contestar de mala manera, pero se contuvo. Lincoln no tenía la culpa de nada. Sentía la tentación de gritarle solamente porque no había nadie más con quién desquitar su enojo; y eso no era justo. Se forzó a sí misma a ser paciente y escuchar. No sería la primera vez que Lincoln hacía una buena sugerencia.

- Correcto -suspiró Lori-. Nunca pensé en esa posibilidad, pero vamos a hacerlo ahora. ¿Dónde podríamos encontrar todo eso en el norte, donde siempre hace tanto frío y los lagos de agua dulce se congelan?

- No lo sé. Tendría que ser un lugar con provisiones y agua... Quizá un río o un arroyo; o nieve que podamos derretir... Un refugio en el que pudiéramos estar a salvó de los fríos y las enfermedades.

- ¿Y tú crees que haya algo así por aquí, Lincoln?

- No lo sé. ¿Tú crees que lo había en el sur?

Aquello fue como un golpe en la cara. Nunca se puso a pensar en eso. Ahora que lo meditaba, le parecía que si llegaba al sur, encontraría mágicamente todo lo que necesitaba para sobrevivir.

Sin duda, aquello era estúpido. Muy estúpido, en realidad: mucho más que cualquier sugerencia que Lincoln pudiera hacer, desde su inocencia.

Se sintió un poco avergonzada: lo que Lincoln decía era cierto. Si encontraban un lugar con las características adecuadas, quizá no tuvieran que emigrar al sur. Al menos, hasta que tuvieran la oportunidad de planificarlo muy bien.

- Creo que tienes razón, Lincoln. Pero, ¿qué podemos hacer? ¿Dónde encontraremos un refugio así?

Lincoln se mordió los labios. Lo pensó por un momento y negó con la cabeza.

- No lo sé, Lori. Lo siento.

La chica suspiró y miró hacia el cielo. El fantasma pálido comenzaba a alejarse del cénit.

- Bueno, pues tenemos que pensarlo. En todo caso, debemos retroceder lo más que podamos hacia la encrucijada. Tomemos el camino que tomemos, a fuerza tendremos que ir por ahí.

Lori comenzó a empujar el carrito, y Lincoln se colocó adelante para sujetarlo y ayudarla. El camino de ida tenía una leve pendiente descendente, así que ahora tendrían que empujar el carrito cuesta arriba durante cerca de quince kilómetros.

***

- ¿Qué es eso, Lori?

- ¡Oh! - exclamó la chica como si saliera de un trance-. Es la placa de identificación de mi abuelo. ¿Te dije que perteneció a los Marines? Él me la dio antes de morir. Te parecerá raro, pero... Cuando estoy nerviosa y no sé qué hacer, me ayuda a relajarme y pensar.

- Lo querías mucho, ¿Verdad? - dijo Lincoln, entre dos bocados a su lata de alubias.

- Lo adoraba -musitó Lori. Un gran dolor se reflejaba en su bello rostro-. Él se hizo cargo de nosotras cuando papá y mamá tuvieron que irse. Nos enseñó todo lo que sabíamos. Y a mí en especial, me...

La chica se detuvo. Lincoln se quedó expectante, mirándola fijamente. Esperó a que continuara; pero al mirarla bien, se dio cuenta de que estaba llorando.

No le gustaba verla llorar. Sobre todo, cuando él tenía la culpa.

- Perdóname, Lori... No debí...

Lori se limpió las lágrimas con el dorso de la mano. Hizo un gran esfuerzo por sonreír.

- No es tu culpa, Linky. ¡Nada de lo que ocurre lo es! Acabemos de comer y vamos a dormir, ¿Sí? Según mis cálculos, todavía faltan unos cuatro kilómetros para llegar a la encrucijada. Allá tomaremos la decisión.

Aquella noche, Lori sostuvo la placa firmemente entre sus manos. Sin que Lincoln la escuchara, dio rienda suelta a su llanto, su dolor, y sus recuerdos.

- Abuelito, yo no soy como tú. ¡Cuánta falta me haces! ¡Ojalá estuvieras aquí para aconsejarme!

Pero Pop-Pop se había ido, y era inútil desear que regresara.

Lincoln y ella tendrían que arreglárselas solos.


Sobreviviremos (Loricoln)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora