Transcurrieron quince días sin otro encuentro desagradable. Las cosas parecían ir mejor: el camino estaba razonablemente limpio, y había muchos troncos pelados y ennegrecidos que facilitaban esconderse y refugiarse durante las noches. Incluso, encontraron varios grupos de casas que no habían sido saqueadas. Algunas tenían cadáveres, pero las pocas provisiones que había estaban echadas a perder desde hacía mucho tiempo. Sin embargo, tuvieron la suerte de encontrar algunas latas y carnes ahumadas en buen estado. También encontraron pequeñas reservas de agua embotellada que les evitaron la tarea de buscarla en estanques o arroyos.
Antes de corregir su ruta, las provisiones no habían dado problemas; pero el rodeo que dieron incrementó la distancia en cientos de kilómetros. La longitud del camino casi se había duplicado, y necesitaban ir muy pendientes de varios recodos y recovecos de aspecto peligroso. Algunas carreteras secundarias comenzaban con brechas de terracería, y era fácil confundirlas con caminos terciarios. Por fortuna, muchas de las antiguas señales aún se conservaban en pie; y en varias ocasiones les ayudaron a encontrar el camino correcto.
Sin duda, el mapa que llevaban era excelente; y Lincoln demostró tener un sentido de la orientación que él mismo no sospechaba. Corregía a Lori constantemente, y aunque al principio ella se molestaba un poco, pronto se dio cuenta de que Lincoln la superaba con mucho en el manejo del mapa. Así que, decidieron lo más sensato: Lincoln trazaba las rutas y ella las supervisaba, las criticaba y las mejoraba.
El arreglo funcionó muy bien. Las rutas se volvieron confiables; Lincoln se preocupaba por el camino, y Lori podía mantener su mente despejada para vigilar posibles peligros y encontrar refugio y comida.
***
Todo continuó bien durante muchos días. A pesar de las dificultades, Lori estimaba que habían logrado recorrer unos doscientos cincuenta kilómetros, y se habían adentrado hasta el centro geográfico del estado de Ohio. La frontera de West Virginia estaba quizá a unos cuatrocientos kilómetros. De ahí, tendrían que recorrer cerca de ochocientos kilómetros más hasta el Monte Spruce.
Desafortunadamente, el clima comenzó a cambiar. Las lluvias comenzaron a prolongarse durante gran parte del día, y eran cada vez más intensas. El aire se humedecía y se volvía más frío. Empezaron a sufrir de accesos de tos, y se vieron en la necesidad de utilizar cubrebocas todo el tiempo.
La parte central del estado se había convertido en un semidesierto. Había troncos muertos de árboles por todas partes, y los caminos se volvieron difíciles y pesados de recorrer. La ruta era irregular, con muchas subidas y bajadas; lo cual ocasionaba que el agua bajara en pequeños torrentes por la carretera, y en los restos de las arboledas. Ahora, cuando acampaban, tenían que cuidarse de no quedar en el curso de una corriente.
Los caminos estaban deteriorados y encharcados. El carrito ya no podía pasar libremente, y en ocasiones tenían que esperar varias horas para que el agua se absorbiera o evaporara.
Lo peor ocurrió cuando la primera lluvia intensa los atrapó a media tarde. Tuvieron que cubrirse con una lona, y solo pudieron avanzar unos minutos bajo la lluvia. El frío comenzó a calar a través de su gruesa ropa. Tuvieron que juntar sus colchonetas y recubrir sus ropas con plásticos para resistir la helada de la tarde y la noche.
Al día siguiente, la lluvia inició todavía más temprano; y Lori se dio cuenta de que el clima no iba a mejorar pronto. Al parecer, la temporada de lluvias intensas había comenzado. Enseguida juntó toda la tela impermeable de que disponían y, con ayuda de Lincoln, recubrió sus prendas, mochilas y zapatos. Se colocaron los googles de plástico que tenían guardados desde el principio del viaje, y envolvieron cuidadosamente todas sus provisiones y municiones en bolsas plásticas bien amarradas.
Gracias a ello, lograban avanzar un poco más que antes; hasta que los encharcamientos cubrían sus pies y las ruedas del carrito. Quizá podrían persistir un poco más y seguir caminando entre la lluvia y el lodo, pero Lori estaba consciente de que no podían mojarse demasiado. Una mojadura seria, y seguramente enfermarían. Tenían algunos antibióticos, pero su escasez de provisiones probablemente no les permitiría sobrevivir.
***
Días después, el avance se hizo todavía más difícil. El carrito casi se había vaciado, y llegaron a considerar seriamente la idea de deshacerse de él. Hacía muchos kilómetros que no veían alguna casa para registrar, de manera que el carrito se iba convirtiendo más en un obstáculo que en una ayuda. Sin embargo, aún les servía para transportar municiones y enseres muy pesados que no podían acarrear en sus mochilas. Por eso decidieron retenerlo, hasta que no les quedara más alternativa que deshacerse de él.
En una semana más, sus provisiones se agotaron. Solo les quedaban dos frascos de miel, los frascos de vitaminas, las barras de chocolate y los reemplazos de comida que llevaban en sus mochilas. Lincoln propuso que tomaran la miel con vitaminas como único alimento mientras pudieran, pero Lori se resistía a ello. Tomaban un par de cucharadas en la mañana y otro par en la noche para proteger su garganta. Estaba segura de que esa costumbre los había mantenido a salvo de enfermedades, y quería que tuvieran esa protección mientras fuera posible.
Ante lo crítico de la situación, se apagaron a un estricto racionamiento: tomaban un reemplazo de comida con una tableta de vitaminas en la mañana, una barra de chocolate con miel en la tarde, y miel con otra tableta de vitaminas en la noche. Eso era todo lo que podían comer durante el día.
Menos de mil calorías al día para sus cuerpos jóvenes y en desarrollo.
***
- ¡Lori! - gritó Lincoln, entusiasmado- ¡Es una casa! ¡Podremos dormir a cubierto está noche!
La muchacha tomó sus binoculares y miró con cuidado. La casa estaba a más de un kilómetro del camino, bastante oculta entre árboles y peñascos. Solamente alguien atento y con una vista de águila como Lincoln podía verla desde el camino.
Parecía desierta, y había varios lugares para ocultar el carrito. Ya comenzaba a llover, así que la perspectiva de dormir aquella noche bajo refugio era muy tentadora.
Ocultaron el carrito, y se acercaron con las pistolas en mano hasta llegar a la casa. Cuando estuvieron en el umbral de la entrada, encontraron que solo una de las hojas de la puerta principal estaba en su sitio. A pesar de eso, en el interior no se veían huellas de lucha o de desorden. La casa había sido abandonada, no saqueada.
- Cúbreme, Linky. Voy a entrar -dijo la muchacha.
Fueron minutos angustiosos para los dos. Lincoln escuchaba que Lori registraba todas las habitaciones, una por una. Por un momento, estuvo tentado a entrar. Pero Lori le dio indicaciones expresas: si algo le pasaba ella y él no podía contraatacar desde afuera, Debía correr inmediatamente para ponerse a salvo.
Al final, Lori salió. Una sonrisa de satisfacción adornaba su hermoso rostro: la chica llevaba en sus manos un gran tarro de frutas en almíbar.
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Sobreviviremos (Loricoln)
Fiksi PenggemarEn un mundo postapocalíptico, Lori Loud, la única sobreviviente de la familia Loud, lucha por permanecer con vida. Las condiciones en su ciudad se vuelven intolerables, y debe buscar nuevos horizontes. Cuando prepara todo para irse, encuentra a un m...