Primer encuentro

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Proyecto de Halloween un poco atrasado, espero que les guste. 

Creditos de la portada: @Nat1Artuwu en Twitter.

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El joven pelinaranja llevaba 1 año viviendo en aquel monasterio.

"No conocerás mujer alguna, ni engendrarás hijos; no desearás tierras o coronas y tu única devoción será para nuestro Dios"

Ese era el juramento que hacían los hermanos, el mismo que aquel pelinegro le había hecho repetir en voz alta durante su ceremonia de bienvenida al clérigo.

El padre Nanashi era muy devoto de su fe y guiaba a las almas desamparadas que tocaban a sus puertas. Arthur, quien había crecido en un orfanato como muchos niños después de la última guerra, siempre lo había admirado y deseado poder seguir su ejemplo de ayudar a otros.

Ahora su sueño se cumplía, había seguido todos los estudios religiosos desde que tenía 13, rezaba todas las noches en búsqueda de sabiduría y una vez cumplida su mayoría de edad las cosas se le presentaron para poder ser aceptado.

Todo marchaba en completa tranquilidad, hasta hacía un par de meses.

-Tenga cuidado con sus muchachos- había dicho un anciano de los que cultivaban las tierras cercanas, se notaba era de esas personas muy humildes y a la vez muy supersticiosas- En las fechas cercanas a la pascua, los espíritus cruzan a nuestro mundo, tientan a los viajeros y buscan a los más jóvenes para desviarlos del buen camino.

-Mis muchachos son hombres de fe- pronuncia Nanashi con voz tranquila- Ayunan y hacen penitencias, ningún mal espíritu puede tentarlos.

-Algunos son bastante persistentes- dice el anciano con voz sombría, Arthur que escuchaba a pocos metros siente un pequeño escalofrío en su espalda- Ustedes son una bendición para estas tierras padre, los pondremos en nuestras oraciones para que este invierno pase sin imprevistos.

Nanashi hace una reverencia y luego se dirige a los jóvenes monaguillos que recogían víveres en los alrededores. Como todos los años, la gente donaba al monasterio en agradecimiento por los favores recibidos. En aquella época los religiosos tenían un amplio conocimiento sobre medicina, atendían heridos, recibían refugiados, ayudaban a solventar problemas de la comunidad, llevaban educación a los niños y por eso eran muy respetados.

-Creo que tenemos suficiente para el invierno- dice Arthur con una libreta en mano.

-Si nos sobra un poco podemos pasar al hospital y donarle un poco a las monjas que lo atienden.

-Si, supongo que puedo ir con unos compañeros a entregarlo más tarde.

-No, deja eso en manos de los frailes- responde serio, no era un secreto que las reglas de aquel lugar eran bastante estrictas, cualquier cosa que representara una tentación como visitar a las jóvenes novicias, estaba fuera del rango de los recién ingresados.

-Como ordene padre.

-Bien, volvamos a casa y al volver tú y tus compañeros deben rezar en agradecimiento por la comida y la ropa que hemos recibido.

-Entendido padre- responde de nuevo el pelinaranja.

Nanashi lo observa montar en su caballo, aunque parecía ser el más disciplinado y el más responsable de todos sus alumnos, no podía descuidarse de aquel joven, al fin y al cabo, a más puro el corazón de un hombre, más fuertes las tentaciones que manda el enemigo. Si lo sabría él que en su juventud cometió muchos errores.

***

Esa noche como muchas otras, Arthur había bajado a los establos, le gustaban mucho los animales, así que se aseguraba de que los caballos tuvieran suficiente heno y paja para su comodidad.

Había tomado un balde vacío y se dirigía rumbo al pequeño riachuelo a unos escasos metros del monasterio, la luz de la luna era tenue, se reflejaba en el agua y dejaba ver pequeños peces en su fondo cristalino.

Un sonido llama su atención en la otra orilla, como un tarareo, una canción de estrofas desconocidas que una voz femenina repetía y cuyas notas llegaban a su oído a través del viento.

-¿Quién anda allí?- pregunta, ya que ninguna joven debería estar a esas horas fuera de su casa- ¿Se encuentra perdida?

No hay ninguna respuesta, su lado racional le decía que se marchara, una mujer respetable no andaría sola por aquel paraje, seguramente se trataba de alguien esperando a su amante en aquella clandestinidad, de ser así podría haber malos entendidos por su presencia.

Pero su lado más humano se llenaba de curiosidad, aquella voz parecía una invitación a su persona, en especial cuando logra distinguir entre las palabras, lo que parecía su nombre.

Toma el balde y pronuncia una pequeña oración, mientras se gira de vuelta a los establos. Llena la bandeja de los animales y se apresura a llegar a su habitación donde nuevamente repite sus oraciones.

Pero poco o nada parecen surtir efecto, por que esa misma noche sus sueños lo llevan a aquel mismo río, guiado entre el pasto y otra vegetación que crecía alrededor de su cauce, llega a una parte más profunda, donde una figura femenina se encuentra sumergida hasta la cintura, su cabello es negro con tonos azules por la luz, su piel es blanca y brillante, con unas curvas bien definidas.

Para el joven la visión es simplemente hermosa, ninguna mujer que hubiera conocido era así de perfecta, ni siquiera las princesas de aquel reino.

La melodía llega nuevamente a sus oídos y su cuerpo parece moverse solo, hasta introducirse en el agua y caminar hacia aquella silueta con una de sus manos extendida. Algo le decía que la piel cremosa ante sus ojos se sentiría sumamente suave a su tacto y fria por el hecho de estar desnuda. Detalle que recién notaba, pero aquella espalda pálida tenía también un toque sobrenatural, un pequeño resplandor nada humano que lo hace parar en seco.

-¿Qué pasa Arthur? ¿No venías a verme?- pregunta la voz más seductora que ha escuchado, la mujer se gira lentamente. El cuerpo del varón está tenso, sus piernas listas para correr en caso de qué se tratará de una aparición grotesca como las de tantas historias que había escuchado sobre seres que fingían ser féminas. Pero en su lugar ella muestra un rostro humano, los detalles se vuelven borrosos, dislumbra apenas sus pechos al aire con gotas de agua bajando de ellos, su cintura tan delgada y esos cautivadores ojos dorados, con un lunar en su mejilla, era realmente una visión encantadora.

La luz a su alrededor se vuelve cada vez más brillante, hasta que finalmente despierta. Y ahora tenía un nuevo problema que se manifestaba en su pantalón.

Deseo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora