Aemma, la segunda hija de la princesa heredera Rhaenyra Targaryen. Era una princesa muy querida por todo el reino. Más bien adorada por su tío Aemond Targaryen. Ellos saben que tienen que acabar juntos, pero los problemas familiares se los impiden.
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𝟔 𝐲𝐞𝐚𝐫𝐬
En estos seis años han pasado muchas cosas, cartas y un amor inolvidable vivido en las vidas del príncipe Aemond Targaryen y Aemma Velaryon. Ella cada día llevaba el obsequio de su padre biológico, nunca se lo saca porque ahí se mantiene el recuerdo de la persona que la vio crecer hasta el fin de su vida.
En el nuevo hogar de Aemma, aún había enfrentamientos entre el peliblanco y el castaño Lucerys Velaryon, pero por la princesa intentaban no tener problemas, aunque en el fondo Aemond aún quería saldar la deuda de su ojo.
Tal y como lo prometió la madre de Aemma, Rhaenyra cada día por la mañana llegaban cartas a Rocadragón y a la fortaleza roja.
Habían sucedido demasiadas cosas que Aemma tenía que ocultar. Aunque nadie pondría en duda la virtud de la dulce princesa, la había perdido, con su tío Aemond, cuando ella tenía casi quince días de nombre.
—¿Estás segura? Podemos posponerlo, no quiero hacerte daño, para mí también es la primera vez, pero tú eres lo más importante—decía Aemond preocupado por si le hacía daño.
—Me da igual, solo quiero ser tuya.
Aemma dio el visto bueno a los dos príncipes que ya estaban besándose en los aposentos de Rocadragón de su tío durante sus visitas. La joven estaba encima de él, mientras que el joven le quitaba la camiseta blanca de la que Aemma siempre se ponía para dormir.
Entre besos y caricias, los dos jóvenes, sin ninguna prenda de ropa, se daban placer. El joven con cuidado entró dentro de la princesa, la cual gritó de dolor al principio, pero con las caricias de su tío, e intentando no hacer ruido porque nadie podía enterarse de lo que está pasando.
La joven gemía de placer entre besos. El joven la besaba por todo el cuerpo, teniéndola encima de él. Movía las caderas de arriba a abajo para moverse dentro de ella. Los dos gemían entre besos. Aemma sentía que ya no podía más, al igual que el joven. Los dos llegaron al clímax al instante. Aemond salió dentro de ella para estirarse los dos en la cama.
