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• - ̗̀23 ▒|༅༴ Romántico. ▒❫
[ Mención pequeñita de sangre. ]
[ Un poco de simpeo pq me lo pidieron y calzaba(?]

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El amor nunca fue algo qué Kazuha realmente hubiera pensado necesitar en su vida, a pesar qué varias veces anheló en el fondo ser amado por alguien.

Quizá por su familia, o por otras personas, la primera vez qué se enamoró de alguien en verdad, para su mala suerte, todo terminó de la misma forma en la qué todo ocurrió, demasiado rápido.

Y esa ocasión de accidente fue la vez qué se escuchó sobre el chico ejecutado en Tenshukaku.
Él fue, una de las mejores personas qué conoció y fue un pilar emocional para él, fue alguien muy importante en su vida, la cuál avanzó de un punto a otro hasta verse en dónde estaba ahora.

Cuándo falleció, cuándo con sus propios ojos pudo ver cómo caía la sombra de su figura borrosa ante sus ojos repletos de pavor, y su sangre se dispersaba en el asfalto, cuándo tuvo qué huir con el escozor ardiente de su mano por la visión de su difunto amor, ciertamente, la vida de Kazuha dejó de tener sentido en ese preciso instante en dónde, dentro del vacío de su propio silencio vió las gotas de sangre en esa visión grisácea sin brillo cuándo sus piernas no pudieron más y el silencio se apoderó del panorama.

Sus poesías, las cuales recordaba decírselas se hicieron vacías, su piel qué alguna vez se tintó de color por su presencia se volvió pálida, y realmente, Kazuha estaba solo, completamente solo, no tenía a nadie, era un perro callejero buscando sobrevivir, buscando un techo para cuándo llueve, buscando un lugar calmado cuando las luces del sol se vuelven las de las estrellas, buscando calor y confort cuándo su pecho se sentía tan agrio cómo para lagrimear por ello, cómo para sentirse al borde de un profundo sueño en dónde el despertar era más lejano de lo qué creían sus heridas agotadas y recuerdos de cada blandir de su espada.

Cayó en un abismo profundo sin final, en donde el agua tomaba sus tobillos a flote para qué su cabeza se hundiera en la oscuridad del fondo, y cuándo menos se dió cuenta apenas si su sentir se calmó cuándo respiró el pequeño aire de aventura más allá del vasto océano, ¿pero a qué punto estaba ahora?, ¿Realmente había valido la pena?, Se frustró por saber qué sus enojos sólo eran disparates, qué su frustración sólo era tristeza desmedida por un falso abandono dicho por su consciencia más irracional.

‹ él se ha ido, por sus propios medios, por su propia razón, por sus propias condiciones› ¿Tenía sentido sentirse de esa forma?, rememoró, él le decía qué era terco cuándo podía, y aún ahora, igual qué en el pasado incluso sin su presencia, a regañadientes le daba la razón muy en el fondo de su atestiguada mente repleta de memorias de promesas rotas y momentos qué de ahora en adelante sólo vivirán en su cabeza.

‹ romántico. ›

Cuándo pudo procesar qué nuevamente se había enamorado de alguien, fue, raro, y a mucho más sabiendo qué su reencuentro iba a ser desconocido.
Heizou era una brisa suave en un día acalorado, un alivio al qué aclamaba, él era la otra mitad de sus llamados, él era simplemente el ciervo qué aullaba por una compañía qué pudiera rellenar ese espacio vacío entorno a su corazón.

Pero, incluso si sus hojas se llenaban de poesías con su nombre escrito a gritos, la historia se repite, era frustrante, increíblemente frustrante, a tal punto qué la sensación de sus nudillos moreteados por el entrenamiento, qué sus muñecas agotadas del maniobrar del mango, qué sus pies descalzos repletos de piedras en su vía, se sentían tan insignificantes en su razón.

✨𝘛𝘳𝘦𝘪𝘯𝘵𝘢 𝘥𝘪𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘏𝘦𝘪𝘬𝘢𝘻𝘶. |  Heizou X Kazuha.✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora