El ciclo de las Ataduras

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Hay muchas cosas en la mente, una nueva espera en la familia, el embarazo hace que todo vaya más rápido. Se acaba el año.

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Sinfonía bajo la lluvia

XIV capítulo

El ciclo de las ataduras

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Dio vueltas al libro y abrió las páginas, sus ojos se desplazaban pero no leen ninguna de las palabras en el.

La cinta de raso verde se asomo en una de las historias y la tomo suavemente entre sus garras mientras la llevaba a su mejlla y acariciaba.

-  Lo siento tanto William. Algún día podré... - susurro con amargura.- Algún día.

Recordó la mirada y la risa del hombre que se había casado con ella, el cual le regaló el libro que se transformó en su favorito.

Rimas y Leyendas

El libro que le había leído en aquellas noches de verano.

Cada poema, cada leyenda.

Incluso el primer regalo que recibió de sus nerviosas manos, fue una hermosa cinta de raso verde con una hoja de plata para que marcara sus lecturas.

Will era tan detallista.

Aún lo amaba, aún lo extrañaba.

Estaba dejando que su recuerdo la inundara por completo. Y su garra tembló.

Apretó la tela entre sus dedos, las imágenes la rodearon sin compasión.

“ - ¿Acaso no te gusta cantar? - preguntó el hombre mirando desde sus piernas. Sorprendido. Y a la vez curioso del sonrojo en la mujer.

-  Me da un poco de vergüenza Will - se sonrojó aún más - es diferente a recitar un poema. No es lo mismo. Quedas más expuesto.

-  Pero tienes una voz hermosa, estoy seguro que si tenemos un bebe se dormirá inmediatamente mientras lo arrullas. Y si cantas con la misma pasión, sonreirá mucho.

Se rio mientras acariciaba los cabellos de su esposo en el parque. Porque un bebé era un sueño.

-  Un bebe…Suena, maravilloso. “

Miró el piano, cómo saliendo de un sueño tan lejano como cruel, escuchó el silencio apoderándose del hotel después de la cena y decidió salir al jardín trasero. Entrecerró los verdes ojos, después de décadas dejó que los recuerdos de aquel hombre que amaba con profundidad, bailaran.

Desde las terapias que habia dejado abierta varias heridas.

Una era su pequeña Anais y ahora…

No menos importante.

William…

-  ¿Algún día podrás perdonarme?. No quise dejarte solo con el dolor de perder a nuestra pequeña.Sufriste tanto o más que yo al perderla, y me fui apagando por ello. Me obsesione con aquel asesino.

Miro el pentagrama y suspiro mientras entraba estrepitosamente la amargura por su garganta y luego el fantasmal toque en sus hombros, podía sentir el aroma a roble, era el perfume de Will.

Sinfonía bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora