Okaerinasai

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Meses sin nada que escribir totalmente en blanco, y lo peor que cuando quería escribir, me quedara un par de horas con apenas 10 líneas, eran las 2, 3 de la mañana y nada, mis hijas enfermas a fin de año, y una con estudios adicionales. Pero aquí estoy, porque quiero terminar esta historia. Ya lo peor ha pasado. Gracias por los ánimos y por esperar.

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Sinfonía bajo la lluvia

XIX capítulo

Okaerinasai

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Okaerinasai: En japonés se usa para responderle al que llega a casa. Puede traducirse como "bienvenido a casa".




Elvia apretó la guitarra y empezó a llorar con libertad mientras algunos gimoteos se escapaban de su garganta.

Los había oído.

Su hija golpeaba algo, estaba ahí en alguna parte respondiendo a su canción. Aquellos golpes sordos, estaba segura.

Entre las lágrimas tomó de nuevo la guitarra. Sintió que su cuerpo tenía fuerzas y tiritaba de un extraño frío que no podía controlar aunque sus colmillos apretaran la piel de sus labios, desgarrando.

¿Qué tan poderoso era este instrumento?

¿Qué le había entregado el señor Alastor?

¿Sabía que podía hacer semejante milagro?

Porque eso era lo que había pasado, era un milagro. Aun no entendía cómo ni porqué.

De  hecho un sutil brillo violeta rodeó la guitarra y ella sintió el escalofrío cuando recordó la voz de él. No olvidaría su voz nunca.

Will gritó su nombre.

Su amado esposo la había escuchado y respondió a su canción.

En alguna parte aún existe y la recuerda. Como si su corazón volviera a latir con más fuerza, Elvia siente que su hogar está cerca.

Y lo anhela.


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La mirada de Belial se agudizó y miró alrededor, unas presencias ajenas al infierno venían en camino y pronto aparecerán sin previa invitación.
Una especie de emoción se acumuló en su nuca al recordar aquel sentimiento dorado. No había duda de la procedencia. No podría olvidarlo pues alguna vez él vivió allí.

-  Señor... - dijo con voz seca, tratando de no mostrar incomodidad.

-  No es necesario que digas nada Belial, puedo sentir  sus presencias perfectamente. - gruñó acomodándose en el asiento.

Silencio, el rey del infierno apretó levemente su mano izquierda, trató de bajar el crecimiento de la ira en su interior, al pestañear, dos presencias angelicales aparecieron:uno notablemente serio y otro más bien inquieto. A sus ojos ya sabía que facciones se escondían detrás de los sonrientes dibujos que cruzaban las máscaras.

-  Lucifer. - saludó Gabriel sacándose la máscara, mostrando las emociones en sus ojos. Plegando las alas y mirando a Belial haciendo un ademán con la cabeza.

-  Que los trae por aquí. - el monarca se levantó de su asiento, dejando una marca donde antes apoyara su mano.

-  Hubo una trizadura en la barrera. - informó seriamente el otro arcángel sacándose la máscara y dejando ver sus ojos más fríos que su compañero emocionado, cabellos amarrados en una baja coleta.

Sinfonía bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora